Con Memory Box arranca la Berlinale virtual con los desafíos impuestos por el COVID-19
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Con Memory Box arranca la Berlinale virtual con los desafíos impuestos por el COVID-19
La 71 Berlinale arrancó con "Memory Box", un gran puzle sobre la guerra del Líbano y la primera revelación entre las 15 aspirantes a los Osos de un festival virtual que desafía los obstáculos impuestos por la covid al sector del cine.
La pregunta de cómo presentar una película en estos tiempos planeará inevitablemente sobre el que, de acuerdo al calendario, es el primero de los grandes festivales europeos.
El tándem libanés formado por Joana Hadjithomas y Khalid Joreige lo resuelve con un fascinante rompecabezas entre recuerdos ocultos y el presente, alrededor del conflicto al que, en 2008, se habían consagrado ya en "Quiero ver" ("Je veux voir", 2008), con Catherine Deneuve.
Componen su filme miles de imágenes captadas en los 80 con la polaroid o un último carrete que nunca se llevó a revelar. Ahí están también viejas cintas de casete o cuadernos en papel, que toman nueva vida y se ensamblan con archivos de imagen o audio, captados con el Iphone y compartidos por wasap o Instagram.
Things are slightly different this year, and so four out of six of our International Jury members are currently convening at a safe distance in the Berlinale Palast. We spoke to Ildikó Enyedi, Adina Pintilie, Gianfranco Rosi and Jasmila Žbanić. #Berlinale pic.twitter.com/ne3QKRP1kO
— Berlinale (@berlinale) March 1, 2021
La "Memory Box" se abre cuando una adolescente, Alex -Paloma Vauthier- ve llegar a su casa de Montreal un paquete enorme, dirigido a su madre -Rim Turki-. Son los miles de cartas, fotos, etc, dirigidos desde Beirut a la amiga con quien prometió compartir todos sus secretos, mientras el Líbano quedaba envuelto en bombas.
Alex ignora la orden de mantener embalada la caja. Irá así revelándose ante sus ojos la muchacha que fue su madre, tan parecida a la adolescente que es ella. Su confortable Montreal bloqueado por intensas nevadas poco tiene que ver con un Beirut cayéndose a pedazos. Pero sí lo tienen las pasiones y miradas de ambas mujeres.
La clave de todo la tiene una tercera, la abuela -Clémence Sabbagh-. Una libanesa que se sigue manejando mejor con el árabe que con el francés en el Canadá al que llegó hace décadas para enterrar el recuerdo de las bombas -y del marido muerto-. Maia, la madre, recupera los abrazos y risas adolescentes; Téta, la abuela, atrapará desde el Montreal nevado un rayo de sol libanés.
"Memory Box" es, como siempre en esta pareja de cineastas, una película muy personal. Está tejida sobre fotos y cuadernos como los que Hadjithomas compartió con una amiga, entre 1982 y 1988. Con Joreige ha compuesto este puzle, donde conviven técnicas extintas con la digitalización y la avidez difusora actual.
UN FESTIVAL VIRTUAL PARA DESATASCAR EL MERCADO
El filme, una coproducción canadiense-libanesa, fue la primera cinta liberada del embargo en este segmento de la Berlinale, en que no hay pases ni encuentros mediáticos, a la espera de que en verano se pueda celebrar el festival presencial abierto al público.
Ha habido alguna proyección previa, con aforo de menos de veinte personas, pero la mayoría de las películas se ofrecerá por enlaces u otras plataformas a profesionales del sector registrados en el European Film Market (EFM) o los medios acreditados.
Los cines berlineses están cerrados desde noviembre. La Potsdamer Platz, sede del festival, es un desierto; nadie corre de un pase al siguiente; cada uno sigue los filmes en su ordenador.
"El objetivo es descongestionar el atasco actual de películas ya terminadas. Que se vean, que empiecen a moverse a escala de distribuidores. Y que hablen de ellas quienes las vieron", comentó a Efe Kristian Müller, responsable de comunicación del EFM.
ALEMANIA, PODEROSO ANFITRIÓN
El segmento virtual se cerrará el viernes, cuando el jurado dé a conocer sus Osos. Integran el equipo seis ganadores del Oro en ediciones anteriores -el iraní Mohamed Rasoulof, el israelí Navad Lapid, la rumana Adina Pintilie, la húngara Indikó Enyedi, el italiano Gianfranco Rosi y la bosnia Jamila Zbanic.
¡Cuatro de ellos están físicamente en la capital alemana, pero no Rasoulof -quien en 2020 ganó en ausencia el máximo premio con "La vida de los demás" ("There is no Evil") y sigue sin ser autorizado a salir del país- ni tampoco Lapid, afectado por las restricciones a los viajes.
A lo largo de esta primera jornada se levantó asimismo el embargo a tres representantes del cine anfitrión en lucha por los Osos: "Ich bin dein Mensch" -"I'm your Man"-, dirigida por la actriz Maria Schrader; "Fabian", de Dominik Graf, y "Nebenan" -"Next Door"-, el debut como director del actor hispano-alemán Daniel Brühl.
El máximo imán mediático se lo aseguró Brühl con una comedia en que se interpreta a sí mismo -un actor de éxito internacional-, colgado de la barra de un bar en el único local no gentrificado de Prenzlauer Berg, uno de los barrios de la modernidad del Berlín actual.
Schrader no se quedaba atrás: su filme presenta a una científica del Museo Pergamon que recibe durante tres semanas al hombre de sus sueños, un humanoide de tacto y besos reales, diseñado para hacerla feliz de acuerdo a los algoritmos almacenados sobre sus apetencias.
"Fabian" es una producción de la televisión pública alemana ZDF basada en el clásico de Erich Kästner y que coloca a su protagonista entre burdeles de la república de Weimar. Sexo fácil, amor real, en la Alemania de entreguerras que sepultó la llegada de Adolf Hitler.