Con los pies en la tierra

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Con los pies en la tierra

-Te vendo un boleto pa’ una conferencia de Catón.

-¿Quién es ése?

-Es uno que escribe en los periódicos.

-Ah. ¿Y cuánto cuesta el boleto?

-200 pesos. Es pa’ las obras de la iglesia.

-Pos lo compraré por ayudar, pero la próxima vez mejor rifen una licuadora.

Ese diálogo tuvo lugar en tiempos de prepandemia en una pequeña ciudad del sur de la República a la que fui a perorar. Yo, la verdad sea dicha, le doy toda la razón a la señora que prefería una Osterizer a una conferencia. Las conferencias generalmente no sirven para nada. En cambio con una licuadora se pueden hacer muchas cosas, desde un batido de plátano hasta un jugo de nopal con piña, apio y perejil, pócima tan de moda en estos tiempos para bajar de peso.

Sucesos como éste que he contado son de gran importancia para mí. Me ayudan a no envanecerme. Desde luego no tengo ningún motivo para caer en envanecimiento, pero si en él cayera me bastaría hacer un viaje a Veracruz e ir al tradicional café de La Parroquia. Ahí el grupo llamado El Arca de Noé se encarga de bajarle los humos al hombre más ahumado. No hace mucho llegó ahí un famoso conductor de la televisión nacional. El visitante celebraba ese día su cumpleaños, dato que el mismo se encargó de propalar.

Los integrantes de El Arca de Noé, llamada así porque todos sus miembros tienen apodos de animales: “La chiva”, “La pulga”, “El oso”, “La cotorra”, etcétera, fueron a saludar al célebre señor, y le preguntaron si quería que le cantaran las Mañanitas Jarochas.

El astro televisivo, hombre arrogante y jactancioso, aceptó con displicencia aquel humilde homenaje de sus admiradores. Más aún: pidió cámaras y micrófonos para que trasmitieran en vivo el coro que sus fans iban a entonar en su honor. Al instante los técnicos llegaron, y en un tris pusieron lámparas de iluminación y todo lo necesario para el caso. Una maquillista vino también, y polveó y peinó muy bien al del cumpleaños. Los camarógrafos dispusieron sus aparatos grabadores. Cumplido todo aquello el productor les dijo a los del Arca de Noé que, ahora sí, ya podían cantar las Mañanitas. Sólo debían esperar su cue. Preguntaron ellos qué chingaos era eso, y el productor les explicó que haría una cuenta regresiva. Cuando dijera la palabra: “Grabando”, ellos empezarían a cantar.

Y comenzó el productor la dicha cuenta: “Cinco, cuatro, tres, dos, uno... Grabando”.

Entonces los parroquianos de La Parroquia interpretaron con gran sentimiento las Mañanitas Jarochas, cuyos primeros inmortales versos dicen así:

Volaron cuatro palomas

por toditos los lugares.

Hoy por ser día de tu santo

vas y tiznas a tu madre.

Desde luego ellos no dijeron “tiznas”, sino otra palabra más de uso en Veracruz.

-¡Corten! –gritó al punto el productor. El afamado personaje, mohíno y enojado, dijo que ya no quería que le cantaran Las Mañanitas Jarochas, y se retiró muy digno con su troupe.

Como podrás ver, a mí me fue mejor con lo de la licuadora que a ese locutor con lo de la mentada. Creo que en vez de molestarse debe uno agradecer a quienes en diversos modos –algunos con buena leche, otros con mala– te ayudan a tener siempre los pies en la tierra. O casi siempre. La recién casada le comentó a una amiga:

-Mi marido es muy realista. Nunca despega los pies de la tierra.

Preguntó la otra:

-¿Y entonces cómo le hace pa’ ponerse los calzones?