Otilio González fue un poeta, diplomático y orador saltillense que dejó un gran legado literario e histórico por años olvidado, enterrado por el paso del tiempo y la mano de quienes acabaron con su vida a la edad de 33 años.

Esto sucedió así pues como opositor de la reelección de Álvaro Obregón en la segunda mitad de la Revolución Mexicana, y partidario de la candidatura de Francisco R. Serrano, fue fusilado en 1927 pero ahora, con su novela “Lengua de Plata”, el escritor Alejandro Pérez Cervantes busca revivir su figura y darle el valor que nunca debió perder.

“Todos oímos de Otilio González, la calle, pero realmente no sabemos quién es”, comentó para VANGUARDIA su autor, “en algún proceso de documentación de mi trabajo como profesor me encuentro un documento de Vito Alessio Robles, el historiador, donde lo menciona y a partir de ahí crece mucho mi interés”.

“Es un personaje que a mí me atrapa, a mí me fascina. Es un poeta, un político, un idealista, una víctima del Estado Mexicano, una víctima de la historia, de los procesos de la posrevolución”, agregó.

Este libro en 2017 se postuló para el Premio Lipp de Novela con el apoyo de la editorial Resistencia y comenzó su proceso de publicación, el cual culminó la semana pasada con su primera presentación en la Feria del Libro del Palacio de Minería.

Mencionó que así como para muchos él no conocía al poeta hasta que empezó indagar sobre su vida, más allá de lo que vagamente mencionan de él algunos textos sobre la Revolución Mexicana.

“Era un conocimiento escolar”, explicó, “dice por ahí Marguerite Yourcenar que todo libro surge de la ignorancia. Cuando tú empiezas un libro no lo tienes escrito, no lo conoces y para mí fue muy apasionante ir conociendo cosas, querer saber más y encontré mucho”.

“Primero que nada encontré a un gran poeta”, continuó, “en un libro que se editó localmente hace unos sobre los poetas de esta generación en Coahuila encontré un estudio que desde una ignorancia hacía mención de estos poetas como con cierta crítica condescendiente. Entonces cuando yo me acerco a los libros de Otilio González, los que publicó en vida y póstumos me encuentro primero que nada con un gran poeta”.

Señaló que González era a la vez un poeta religioso y muy católico así como un poeta erótico con la mujer como centro de su temática y en ocasiones con descripciones que rayan en lo obsceno.

Desde estos dos principales ámbitos de la vida del poeta; su presencia en la Revolución y fusilamiento y su trabajo literario, es que “Lengua de plata” se desarrolla, con la primera parte concentrada en el contexto histórico y la segunda en la obra artístico, siempre con una aproximación literaria.

“Fue una investigación heterodoxa”, comentó el autor, quien indagó sobre el tema en archivos, con historiadores y hasta en entrevistas con los familiares del poeta, “quería hacer una novela histórica, un estudio de la obra de Otilio pero también jugar con la libertad que da la novela de probar como varios registros. Al leerla cada capítulo tiene una velocidad y un registro distinto, a veces muy lírico, a veces muy literal, a veces tiene un registro muy ficcional”.

“No me interesan los géneros rígidos y no me interesa hacer una novela estrictamente histórica, me divertí mucho, es un libro que disfruté mucho escribiendo”, agregó, “fue un proceso de escritura de pocos meses y ya cuando entra en la convocatoria y es finalista ya sentí yo más confianza de que probablemente el libro alcanzó lo que yo quería hacer”.

Aunado a esto el trabajo se complementó con las ilustraciones del artista gráfico Gonzalo Rocha, quien ofrece una lectura más desde su trinchera y por lo cual su contribución recibe su debido crédito en la portada de esta obra que ya está en distribución en las principales librerías del país.

¿Quién fue Otilio González?

Fue un poeta, diplomático y orador coahuilense.

Nació en Saltillo, Coahuila, en 1894, en un domicilio ahora en ruinas ubicado en la calle de Pérez Treviño pasando Obregón.

Murió en Huitzilac el 3 de octubre 1927, fusilado junto con el candidato presidencial Francisco Serrano bajo órdenes de Álvaro Obregón.

Escribió un poema que se publicó de manera póstuma y que en cierto modo vaticinó su destino, titulado “¡Oh, muerte, no te huyo!”