Con la marca indeleble de Gignac
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Con la marca indeleble de Gignac
Tigres alcanzó su tercera Semifinal en un año. Un hecho significativo que refleja la regularidad productiva que atraviesa y ese afán de mantenerse en plan protagónico a la altura de sus inversiones.
A Tigres no le vendría mal cerrar el círculo con un título. A como viene de terco por conseguir algo, ahora es cuando. Trae sed de revancha y otra vez ya está en órbita rumbo a una posible consagración. No llegar al trofeo sería un nuevo intento fallido que potenciaría el fracaso. Nunca será un logro morir en las Semifinales o ser subcampeón.
Tigres reúne muchos requisitos como para darse el gusto, pero también ciertos traumas. Ya había recorrido una ruta similar en el Apertura 2014 y en la pasada Copa Libertadores. Sin embargo, por causas relacionadas a su juego, actitud y mentalidad se desplomó abruptamente en ambas Finales.
Esta vez, el equipo no ocupó de mucha exigencia para brincar a Chiapas en Cuartos de Final. La serie se le acomodó a su paladar. Fue práctico y oportunista. Le ganó bien en lo global. Activó su colmillo, manejó los tiempos, el resultado y jamás comprometió su pase a la siguiente instancia. Tuvo determinación y también a Gignac.
El apetito goleador del francés ha sido suficiente para liquidar a un Chiapas somnoliento. Gignac, con un par de golazos, fue el factor de quiebre de la serie. Su pureza técnica maquilló algunas lagunas que, como equipo, Tigres aún está en proceso de superar, como la falta de mayor profundidad, una mejor coordinación en las transiciones y ser menos vulnerable cuando se queda sin posesión.
Pero también es válido entender que la contundencia en el futbol es un arma letal y Tigres la tiene. Independientemente de su comportamiento y del calibre de su rival, capitalizar con éxito las opciones ofensivas siempre será una virtud. Y Gignac es un especialista para abrir y corregir con su puntería el destino de un trámite que puede caer en lo confuso.
Tigres ha encontrado en el francés al goleador que desde años venía buscando. Un delantero de probada capacidad técnica capaz de armarse su propia jugada y resolver en el momento más frustrante de un partido.
Casualidad o no, Gignac se ha encargado por su cuenta de bofetear a Chiapas en los tres partidos de este semestre. Un adversario al que le impregnó el perfume de su clase en cada uno de los cinco goles que le ha anotado.
Gignac es un futbolista definitivamente diferente. Es un crack que ofrece una variedad de recursos indescifrables para toda defensa. Juega con un GPS y hasta parece que imanta al balón. Siempre le llega y siempre está en posición de gatillar. No tira a portería, tira a gol.
De alguna manera, Tigres se ha vuelto dependiente de sus individualidades. A Chiapas lo limpió del camino gracias a esos atributos de piernas educadas. Esta subordinación futbolística jamás se puede cuestionar mientras todo termine en gol.
Sin embargo, el problema surge cuando sus principales referencias no aparecen y su juego colectivo cae en una evidente monotonía sin un horizonte claro. Si lo dejan, Tigres puede dar hasta 40 pases consecutivos, pero no necesariamente eso le marca una vía confiable para resolver un partido.
Tigres, en todo caso, hoy puede presumir su capacidad de fuego, pero detrás de esa cualidad se esconden algunas dudas sobre el alcance de su funcionamiento. No siempre se cruzará con rivales generosos y despistados. Algo que debe haber aprendido de sus dos últimas Finales.