¿Cómo sí se puede?

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¿Cómo sí se puede?

Finaliza el año escolar más extraño en nuestra historia. Digo extraño porque en esta columna todavía no me he animado a soltar maldiciones. No he pedido permiso aún.  Pero aclarando, extraño significa que ha sido un año escolar (oh, no, ya fue un año escolar más un semestre anterior) en el cual hemos tenido que usar la expresión “esto es lo que hay y nos ajustamos” de una manera constante. Hemos usado más frases, ya lo sé, pero insisto en que aquí aún no me animo a repetirlas.  

Es obligatorio reconocer el trabajo de maestros, alumnos, directivos y padres de familia.  Más allá que reconocer, honrar. Tengo un defecto de carácter que me lleva con frecuencia a decir, “No me digas que no se puede, dime cómo sí se puede”. Y sin más, en este año y medio, mi necedad se ha visto satisfecha y rebasada. Me ha conmovido ver clases, trabajos, festivales, juntas, coordinaciones, atención personal y grupal, graduaciones, y cuanta actividad más, todo llevado a cabo de maneras creativas y exitosas. Me llena de satisfacción la capacidad que hemos tenido de sentarnos frente a pantallas y en filas en coches para participar en mundos virtuales y protegidos que han sostenido la existencia de comunidades escolares y de convivencias familiares.  

Entramos en período de vacaciones escolares y estamos esperanzados al regreso a las aulas en agosto. Por favor, no olvidemos las herramientas que hemos adquirido en este año y medio. Y no estoy hablando de haber aprendido a lavarnos las manos.