¿Cómo pueden reabrir las escuelas? Esto se ha hecho en el mundo ante el COVID
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¿Cómo pueden reabrir las escuelas? Esto se ha hecho en el mundo ante el COVID
Por: PAM BELLUCK, APOORVA MANDAVILLI Y BENEDICT CAREY
La presión para que los estudiantes estadounidenses vuelvan a las aulas es intensa, pero evaluar el riesgo es complicado cuando las infecciones aún están fuera de control. La incertidumbre en México también se apunta ante la cercanía del nuevo ciclo escolar.
La Organización Mundial de la Salud ha concluido que el virus se transmite por el aire en espacios interiores abarrotados y con poca ventilación, una descripción que concuerda con la realidad de muchas escuelas estadounidenses. Pero hay una enorme presión para traer de vuelta a los estudiantes: de padres, pediatras y especialistas en desarrollo infantil, y del presidente de Estados Unidos Donald Trump.
“Voy a decirlo: parece que estamos jugando a la ruleta rusa con nuestros niños y nuestro personal”, dijo Robin Cogan, enfermera en la escuela Yorkship en Camden, Nueva Jersey, que forma parte del comité estatal para reabrir las escuelas.
Los datos de todo el mundo muestran claramente que los niños tienen muchas menos probabilidades de enfermarse gravemente por el coronavirus que los adultos.
Algunas investigaciones sugieren que los niños más pequeños tienen menos probabilidades de infectar a otras personas que los adolescentes, lo que haría que abrir las escuelas primarias sea menos riesgoso que hacerlo con las escuelas secundarias, pero la evidencia no es concluyente.
La experiencia en el extranjero ha demostrado que medidas como el distanciamiento físico y el uso de cubrebocas en las escuelas pueden marcar la diferencia. Otra variable importante es qué tan extendido está el virus en la comunidad en general, porque eso afectará al número de personas que podrían llevarlo a la escuela.
EL ACERTIJO DE LA TRANSMISIÓN
Aunque los niños tienen un riesgo mucho menor de enfermarse gravemente por el coronavirus que los adultos, el riesgo existe. Un pequeño número de niños murió y otros necesitaron cuidados intensivos porque sufrieron insuficiencia respiratoria o un síndrome inflamatorio que causó problemas cardíacos o circulatorios
La mayor preocupación con la reapertura de las escuelas es la posibilidad de que los niños se infecten, muchos sin síntomas, y luego transmitan el virus a otros, incluidos los miembros de la familia, sus maestros y otros empleados de la escuela. La mayoría de la evidencia hasta la fecha sugiere que, incluso si los niños menores de 12 años están infectados en las mismas tasas que los adultos que los rodean, es menos probable que lo propaguen.
Los especialistas en enfermedades infecciosas han modelado desde febrero el impacto en la propagación comunitaria.
En marzo, la mayoría de los expertos en modelos acordaron que cerrar las escuelas retrasaría la progresión de las infecciones. Pero medidas más amplias, como el distanciamiento social, demostraron tener un efecto de contención mucho mayor, lo que eclipsó los resultados del cierre de escuelas, según análisis recientes.
El riesgo de reapertura “dependerá de qué tan bien las escuelas contengan la transmisión, con cubrebocas, por ejemplo, o al limitar el aforo”, dijo Lauren Ancel Meyers, profesora de biología y estadística en la Universidad de Texas, en Austin, quien ha estado asesorando a los distritos escolares. “La tasa de transmisión comunitaria en agosto también será un factor”.
LA EVIDENCIA DEL EXTERIOR
Hasta ahora, los países que reabrieron las escuelas después de reducir los niveles de infección —e imponer requisitos como distanciamiento físico y limitar el tamaño de los grupos— no han visto un aumento en los casos de coronavirus.
Noruega y Dinamarca son buenos ejemplos. Ambos países abrieron sus escuelas en abril, aproximadamente un mes después de cerrar, pero inicialmente solo para los niños más pequeños, y dejaron cerradas las escuelas secundarias hasta más tarde. Fortalecieron los procedimientos de desinfección y establecieron clases de tamaño reducido, grupos pequeños de niños en el recreo y mayor espacio entre los escritorios. Ninguno de esos países ha visto un aumento significativo en los casos.
Todavía no se han realizado estudios científicos rigurosos sobre el potencial de propagación de las escuelas, pero un puñado de informes de casos, la mayoría de ellos aún sin revisión por pares, refuerzan la idea de que un alto riesgo no es inevitable.
Un estudio en Irlanda ofrece una instantánea del panorama con seis personas infectadas (dos estudiantes de secundaria, un estudiante de primaria y tres adultos) que acudieron un tiempo a las escuelas antes de su cierre en marzo. Los investigadores analizaron a mil 155 contactos de esos seis pacientes para ver si alguno confirmaba una infección por coronavirus.
Los estudios de caso en algunos países sugieren que hay diferencias en la transmisión del virus en niños más pequeños en comparación con los niños mayores.
En una comunidad en el norte de Francia, Crépy-en-Valois, dos maestros de secundaria se enfermaron con la COVID-19 a inicios de febrero, antes del cierre de las escuelas. Científicos del Instituto Pasteur evaluaron luego a los estudiantes y el personal de la escuela en busca de anticuerpos contra el coronavirus. Encontraron anticuerpos en el 38 por ciento de los estudiantes, 43 por ciento de los profesores y 59 por ciento del resto del personal escolar, dijo Arnaud Fontanet, epidemiólogo que dirigió el estudio y es miembro de un comité que asesora al gobierno francés.
“Claramente sabes que el virus circulaba en la secundaria”, dijo Fontanet.
Más tarde, el equipo evaluó a estudiantes y personal de seis escuelas primarias. El cierre de las escuelas a mediados de febrero brindó la oportunidad de ver si los más pequeños se habían infectado cuando las escuelas estaban abiertas, el momento en el que el virus alcanzó a los estudiantes de secundaria.
Los investigadores encontraron anticuerpos en solo el nueve por ciento de los estudiantes de primaria, el siete por ciento de los profesores y el cuatro por ciento del resto del personal. Identificaron a tres estudiantes en tres escuelas primarias diferentes que habían asistido a clases con síntomas agudos de coronavirus antes de que cerraran las escuelas. Ninguno parecía haber infectado a otros niños, maestros o personal, dijo Fontanet. Dos de esos estudiantes sintomáticos tenían hermanos en la escuela secundaria y el tercero tenía una hermana que trabajaba en la escuela secundaria, dijo.
Existen diferentes teorías sobre por qué los niños mayores tendrían más probabilidades de transmitir el virus que los niños más pequeños.
Algunos científicos dicen que los niños más pequeños tienen menos probabilidades de tener síntomas de la COVID-19 como tos y es menos probable que tengan voces fuertes; ambas cosas pueden transmitir el virus por gotículas. Otros investigadores examinan si las proteínas que permiten al virus entrar y replicarse en las células pulmonares son menos abundantes en los niños, lo que limitaría la gravedad de su infección y su capacidad de transmitir el virus.
QUÉ PUEDEN HACER LAS ESCUELAS
Las pruebas para detectar infecciones son esenciales, dijeron expertos en salud pública. En Estados Unidos los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades (CDC, por su sigla en inglés) recomiendan evaluar a los estudiantes o maestros solo en función de los síntomas o antecedentes de exposición. Pero eso no detectará a todos los infectados.
Los países que han reabierto las escuelas han implementado una serie de pautas de seguridad.
Algunos países inicialmente solo permitieron volver a las aulas a una parte de sus estudiantes: a los niños más pequeños en Dinamarca, Noruega, Bélgica, Suiza y Grecia; a los chicos mayores en Alemania, según el informe de los investigadores de la Universidad de Washington. Bélgica llevó a los estudiantes por turnos, en días alternos.
Varios países limitaron el aforo de las clases, lo que a menudo permite un máximo de 10 a 15 estudiantes en un aula. Muchos colocaron escritorios a varios metros de distancia. Varios países agrupan a los niños en grupos o cápsulas con interacción social restringida en gran medida a esos mismos grupos, especialmente durante el recreo.
Las políticas de uso de cubrebocas varían. En Asia, donde la práctica de usar cubrebocas durante la temporada de gripe es común, muchos países requieren cubrebocas en las escuelas. En otros lugares, algunos pedían cubrebocas solo para algunos estudiantes o personal, como los profesores en Bélgica y los estudiantes de secundaria en Francia, según la Universidad de Washington.
En Alemania, los estudiantes que den negativo para el virus no tienen que usar cubrebocas, de acuerdo con el informe, que dice que desde la apertura de las escuelas, Alemania ha visto una mayor transmisión del virus entre los estudiantes, pero no entre el personal.
Los CDC han esbozado los pasos que se pueden tomar para minimizar el riesgo para los estudiantes, entre ellos mantener una distancia de dos metros, lavarse las manos y usar cubrebocas.
Los CDC han trabajado en nuevas recomendaciones para reabrir las escuelas durante varias semanas, en consulta con organizaciones como la Asociación Nacional de Enfermeras Escolares, según una portavoz de los CDC. Los cinco documentos que se planifican incluyen orientación sobre la detección de síntomas y los cubrebocas, y una lista para los padres o tutores que intentan decidir si enviarán o no a sus niños a la escuela. Pero no incluyen ninguna información sobre cómo mejorar la ventilación o reducir la propagación del virus en el aire.
Las escuelas deberán asegurarse de que el aire fresco circule, ya sea filtrando el aire, bombeando desde el exterior o simplemente abriendo las ventanas, dijo Saskia Popescu, epidemióloga de la Universidad de Arizona. Los enfermeros escolares, como Cogan, también necesitarán equipo de protección, como guantes, trajes y mascarillas N95.
Mantener las escuelas cerradas por un período prolongado tiene implicaciones preocupantes para el desarrollo social y académico, dicen los expertos en desarrollo infantil. También se hizo evidente esta primavera que negarles a los niños un día escolar real profundizó las desigualdades raciales y económicas. c. 2020 The New York Times Company