Cómo influye la pornografía a la cultura y las futuras relaciones de los niños

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Cómo influye la pornografía a la cultura y las futuras relaciones de los niños

Foto: Especial
El vínculo entre la pornografía y los medios de entretenimiento dominantes es complejo, y los niños de hoy pagarán las consecuencias en sus futuras relaciones.

POr Chandra Johnson, Deseret News

Tal vez el adagio más famoso ya salido de la industria publicitaria sea "el sexo vende".

Hoy en día, "el sexo vende" se transformó en un cliché, un chiste sin gracia usado en incontable cantidad de publicidades impertinentes para el Super Bowl. Hoy en día, afirma la sexóloga y escritora Cindy Pierce, los comercializadores y animadores saben que tienen que llevar el mantra de que "el sexo vende" a otra dimensión para llamar la atención.

"Antes decíamos que el sexo vende, pero ahora lo que vende es la violencia sexual", declaró Pierce. "Cuando nos acostumbramos o perdemos la sensibilidad a algo, se hace más intenso".

En los últimos treinta años, los medios de comunicación —desde la publicidad y la televisión hasta el cine y la música— se sexualizaron más que nunca. Un estudio hecho en 2011 por la Universidad del Sur de California en Annenberg descubrió que en las cien películas de mayor taquilla de 2008, el 39,8% de los personajes femeninos de 13 a 20 años de edad usó atuendos sexualmente provocativos frente a tan sólo un 6,7% de los personajes masculinos de la misma edad. Otro estudio realizado en 2006 por Rand Corp. concluyó que los adolescentes que escuchan música con letras de contenido sexual explícito tienden a debutar sexualmente antes que los que escuchan letras con otros temas.

Para Pierce y Rebecca Bigler, psicóloga de la Universidad de Texas en Austin, hay un factor que impulsa la sexualización de los medios masivos en EE.UU.: la pornografía.

"La industria pornográfica se infiltró en los medios dominantes. Se la ve en los stilettos que vienen de ella y en las tangas que ahora les vendemos como ropa interior a niñas de diez años", afirmó Bigler.

La accesibilidad y la intensidad de la pornografía por internet llevaron a un número cada vez mayor de compañías —desde Google y Hyatt Hotels hasta la revista Playboy— a repensar la preponderancia de la pornografía en la vida cotidiana. Sin embargo, la pornografía es sólo una parte del problema, afirman los expertos, si los retratos sexualizados en la televisión, la música y el cine siguen borrando los límites de lo que se considera aceptable.

"Lo que me preocupa no es sólo la pornografización de nuestra cultura, sino la forma en la que la pornografía de verdad está influyendo sobre cómo los niños entienden las relaciones", declaró Bigler. "Ahora se sostiene que la pornografía afecta a los niños incluso si nunca la vieron".

Como escribe Pierce en su nuevo libro, "Sexploitation: Helping Kids Develop Healthy Sexuality in a Porn-Driven World", el vínculo entre una pornografía fácilmente accesible y los medios masivos de entretenimiento es complejo, y los niños de hoy pagarán las consecuencias en sus futuras relaciones.

"Si todos se acostumbran al mensaje de la pornografía —que el sexo es violento y desprovisto de emoción—, ese mensaje penetra en todo y se convierte en el nuevo estándar", afirmó Pierce. "Ahora que todos puede acceder a pornografía desde sus celulares y laptops, se imita lo que se ve en ella. Y cuando alguien no obtiene los resultados que pasó a esperar, es ahí que la cosa realmente empieza a destruir a la persona".

El viaje de la cultura porno al centro de la escena

En su libro, Pierce sostiene que debido a la disponibilidad de internet, los niños —en particular los varones— pueden ver pornografía a una edad más temprana que nunca, lo que los hace asociar el sexo adulto normal a la pornografía en una etapa muy anterior de la vida que otras generaciones que debían esforzarse mucho para comprar y esconder revistas o fotos físicas.

"El varón tiene todas esas ideas sobre cómo deberían lucir los cuerpos y cómo responden a la actividad sexual, ideas basadas en la pornografía en vez de la realidad", sostuvo Pierce. "Todo el tiempo escucho: 'Leí '50 sombras de Grey' y sé qué les gusta a las mujeres'. Me parece aterrador".

A la escritora y profesora asociada de Sexualidad de la Universidad del Estado de California Shira Tarrant le preocupa que como ahora los niños están viendo pornografía a una edad más temprana que nunca, también les resulte más difícil separar la fantasía y la violencia de la pornografía de cómo debería ser el sexo realmente.

"Lo que me preocupa de la pornografía es que da la impresión de que el sexo se da por arte de magia, de que tan sólo sucede y que nunca nada sale mal", afirmó Tarrant. "En cualquier tiempo de medio de comunicación, si hay jóvenes inmersos en mandarse mensajes con una idea distorsionada sobre las relaciones y ellos no hablan sobre cómo desear que sean nuestras relaciones, tenemos un gran problema entre manos".

Si bien la pornografía puede tener un efecto enorme sobre los niños que la miren, Pierce sostiene que otros medios, como la música, los videojuegos y las publicidades, pueden reforzar sutilmente los mensajes que la pornografía transmite.

"En cierta forma, se agrega otra capa al ciclo de insensibilización", declaró Pierce. "Si tu hijo juega al Grand Theft Auto, mira pornografía e internaliza todas esas publicidades y videoclips musicales y de YouTube sin censura, se está marinando en la idea de que a las mujeres les gusta la violencia —de que les gusta ser violadas y maltratadas— y luego piensa que el sexo es así, que es lo que tiene que hacer".

Tarrant afirmó que los mensajes negativos de los medios sexuales son exacerbados por el hecho de que la cultura estadounidense está ansiosa por hablar abiertamente sobre el sexo. A la profesora le preocupa que no hacerlo sólo les traiga más problemas a los niños.

"Debemos conversar con los niños sobre el sexo y las relaciones, pero también educarlos sobre los medios", sostuvo Tarrant. "¿Qué clase de mensaje se transmite si nos acostumbramos a ver cuerpos de mujeres exhibidos para consumo sexual? Que están para eso".

El efecto Lolita

Los mensajes excesivamente sexualizados de los medios dominantes también afectan a las mujeres, aunque no de la misma manera. Bigler afirma que ellas pueden internalizar la pornografía y los medios de entretenimiento sexualizados de forma diferente a los varones: en lugar de verlos como un manual de sexo, creen que están aprendiendo lo que los hombres esperan de ellas y priorizan estar a la altura de esas expectativas, como demuestran las investigaciones de Bigler.

En una serie de estudios publicados en 2014, Bigler y una colega de la Universidad del Estado de Arizona descubrieron que las niñas de once a quince años de edad con síntomas de haber internalizado los mensajes sexualizados de los medios (como preferir la vestimenta provocativa y medios de entretenimiento concentrados en volverse atractivas o conseguir un novio) tuvieron resultados peores que las que no preferían los mensajes sexualizados en pruebas estandarizadas realizadas en Texas.

En otro estudio con chicas de la misma edad, los investigadores observaron a chicas a las que se les dieron cinco minutos para prepararse para un noticiero producido por estudiantes sin saber que las estaban mirando. Las que mostraron una menor preferencia por los medios sexualizados pasaron sus cinco minutos estudiando el guión, mientras que las demás pasaron ese tiempo retocándose el pelo y el maquillaje.

"Las chicas miran los modelos de los medios y como las imágenes están tan manipuladas por cosas como el Photoshop, no hay manera de que estén a la altura", declaró Bigler. "Se esfuerzan por ser bellas, pero ese esfuerzo no rendirá frutos porque no lucirán como Beyoncé".

La internalización de esos estándares se llama "el efecto Lolita", un término acuñado por la profesora de Género de la Universidad de Iowa Meenakshi Gigi Durham en su libro homónimo, publicado en 2008.

En pocas palabras, la expresión indica que las niñas y mujeres jóvenes de hoy crean ideas sobre sí mismas basadas en los mensajes de los medios que pintan a una "mujer ideal" de forma limitadora y salaz: muy por lo general es blanca, inteligente pero sumisa, delgada pero con curvas, y le gusta el sexo duro.

Es un mensaje que según Pierce la gente ni siquiera tiene que buscar: cualquier puede encontrarlo en el puesto de diarios más cercano.

"Si uno mira las publicidades de las revistas de moda, por ejemplo, mirarlas todas juntas es casi violento. Se ven fotos estilizadas de mujeres arrodilladas, usando correas, en algún tipo de posición sumisa", explica Pierce. "Ahora fuimos más allá de la cosificación".

Ya sean dirigidos a varones o mujeres, el efecto de los estándares exagerados suele ser el mismo, afirmó Pierce: ambos han internalizado representaciones irrealistas del sexo y de las relaciones que no suelen sentir naturales. Para lidiar con esa sensación cuando inician relaciones en la secundaria o la universidad, muchos de ellos recurren al alcohol para liberarse de cualquier inhibición que les quede, agregó la educadora.

"La presión y las expectativas respecto a lo que 'deberían' hacer es enorme. Ellos piensan: 'Si quiero hacer esto, tengo que hacer cosas que mi brújula interna no me señala como correctas para mí'", explicó Pierce. "Para hacer esto, se desconectan emborrachándose".

Empezar desde jóvenes

Las expectativas irrealistas en cuanto a la belleza y la conducta pueden afirmarse muy sutilmente en los primeros años de la infancia, sostiene Bigler. Y la primera fuente suele ser Disney.

"Muchos padres piensan que cuando su hija de seis años quiere ponerse remeras ajustadas o cosas así ella no entiende de sexo, que sólo le parecen lindas. Es una idea completamente equivocada", afirmó Bigler. "Niñas de cinco, seis o siete años no entienden el acto sexual, pero saben que la idea por tras de ese tipo de cosas es atraer a los niños. Las películas de Disney transmiten ese mensaje con mucha fuerza".

Pero Bigler sostiene que los padres no necesitan evitar clásicos como "La Bella Durmiente" o "Cenicienta". Más bien deberían usarlos como base para hablar con los niños y comparar realidad y fantasía respecto al sexo.

"La solución es hablarlo con tus hijos", declaró Bigler. "Presenta la idea de '¿Por qué a ella le gusta? ¿Es porque ella es amable, fiel e inteligente? ¿Por qué querría besarla? ¿Qué debería hacer?'".

Pierce también apoya hablar con los niños sobre sus cuerpos, el sexo y su realidad antes que internet y los amigos les llenen la cabeza de información falsa. Censurar la marea de medios disponibles no es realista, según Tarrant.

"A pesar de la popularidad de los controles para padres, eso no funciona. Siempre hay una forma de evitarlos", sostuvo Tarrant. "Esos controles no ayudarán a los niños a desarrollar una sexualidad sana. Conversar sobre el tema sí".

Como hoy en día los niños quedan expuestos a los medios (y potencialmente a la pornografía) desde muy pequeños, eso implica tener una serie de charlas con ellos, probablemente a una edad mucho más temprana que la que a sus padres les gustaría. Pierce afirma que se debería empezar a hablar sobre la confianza corporal a los tres años y sobre el sexo en primer grado.

"Si no hablas del tema en casa, están el área de juegos de la escuela e internet y la información falsa echa raíces. La gente que cree que puede impedir que sus hijos queden expuestos es ingenua", sostuvo Pierce. "Si eres una voz más en su cabeza y no escuchan sólo a sus amigos o a internet, tendrán un contexto que los puede ayudar a arreglárselas en la adultez".