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Albañiles levantan los muros del CEFERESO, desde su propia cárcel
FOTOS: LUIS SALCEDO
‘Nos tratan como reos’, reclamaron los cientos de albañiles que construyen el Cefereso de Paredón; una obra que cuesta a los bolsillos de la Federación más de 3 mil 900 millones de pesos.
Cayó la noche del 24 de agosto a los 40 dormitorios en los que hacinan en cada uno a más de 30 obreros. La noticia de un día anterior fue que un alacrán le dejó a Jorge (uno de los obreros) el aguijón enterrado de un solo piquete. El problema vino más noche, cuando además del dolor, subió la fiebre, el vómito y la debilidad que afectó al cuerpo de Jorge al grado en que no pudo moverse.
La opción fue pedir, a gritos ayuda a sus compañeros. Los otros 'compas' atendieron el llamado, bajo la circunstancia de que los hospitales no abundan en “El Mesillas” (un pequeño poblado a 10 minutos). El servicio médico de la empresa para la que trabajan tampoco accedió al llamado de urgencia a eso de las 02:00 de la mañana, por lo que decidieron tomar un vehículo particular para viajar a Paredón, donde se atendiera la emergencia.
Este fue el acabóse que inició nuevamente una batalla de dos días, por una problemática que tiene casi cinco años sin resolverse.
“Más que una queja, es una exigencia: queremos que nos traten como lo que somos: humanos”.
El mismo día, por la tarde, el sudor y el cansancio se amalgamaron creando un solo sentimiento: el hartazgo que les llevó a decidir un paro a las labores de construcción en el Cefereso que, con sus manos, llevan levantando desde 2011. Esos muros serán la casa de 2 mil 500 reos, mil 500 personas más que ellos, en un terreno el cuadruple de grande que donde habitan los albañiles de la mega obra.
El paro inició la mañana del 25 de agosto; el Cefereso de Paredón cambió de cara: no hubo quién asistiera a las labores a seguir enjarrando las paredes del lugar, no sin antes levantar una exigencia de mejores condiciones laborales y seguridad efectiva.
A la llegada de VANGUARDIA, los trabajadores de la obra se encontraban a las afueras de los dormitorios de Tradeco (la empresa constructora favorita de Fox y Calderón), esperando a las cámaras de la prensa, para dar inicio a un forzado diálogo que exigieron ese mismo día a las autoridades policiales, en el que soltarían aquello que les aqueja desde hace tiempo y los tiene desesperados.
‘’Ahorita que están ustedes, queremos que les pregunten, queremos que nos digan qué va a pasar’’, dijeron al reportero los albañiles aglutinados en un solo grupo.
Un minuto después del cuestionamiento a los cuerpos de la Policía Federal, Groms, Fuerza Coahuila y Policía Municipal de Ramos Arizpe por parte de VANGUARDIA, los obreros se acercaron y comenzaron a exponer furiosamente las quejas, gritaron, antes que otra cosa, que gente de la Policía de Paredón al mando del comandante Osiel García, les extorsionan y roban el dinero que cobran cada semana, justo en las fechas de pago.
“Dicen que estamos borrachos cuando no es así, nos quitan nuestra ‘raya’. Amenazan con meternos a la cárcel. A veces son 400, 500 y otras veces hasta mil 500 pesos, de los 2 mil que de repente logramos con nuestro esfuerzo. A algunos nos ha sucedido más de una vez’’, se escucharon las voces entre la multitud. Uno de ellos, preguntó al director de Seguridad de Ramos Arizpe: “¿Qué significa su estrella?’’, a lo que el director respondió: “Seguridad pública’’, causando un silencio incómodo.
El director de seguridad, Luis Ángel Estrada accedió al llamado de atención, y respondió que hasta esa fecha no se habían percatado de lo que ocurría, por lo que prometió destituir al comandante Osiel por su falta a la ley a lo que su ''estrella'' de autoridad debería responder. También dijo, que desde ese día se haría responsable directamente de la seguridad del lugar. ''Para no dejarlo así'', pasó el número de su celular a los afectados “por cualquier cosa’', expresó.
Los inconformes, aprovecharon para expresar que el poder rebasó en todo momento a los 'polis' al grado que nunca les leyeron sus derechos antes de detenerlos y en algunas ocasiones los obligaron a tomarse fotos para señalarlos, culparlos y extorsionarlos.
VIENEN DE LEJOS
Muchos de los afectados llegaron de distintas partes de México con la fiel esperanza de que la situación estaría mucho mejor fuera de casa, donde sufren desempleo, hambre y carencia en los servicios de salud para ellos y sus familias. Puebla, Hidalgo, Estado de México, Chiapas, CDMX, son algunos de los lugares en los que dejaron a su familia, a quien prometieron enviar una buena parte de su dinero todas las semanas. La llegada fue sorpresa, aunque no esperaban un hotel de cuatro estrellas, tampoco sabían que llegarían a una estancia en precarias condiciones, campamento que fue construido por Tradeco.
A la entrada del complejo habitacional, el panorama es desolador, el sol del desierto pega y la tierra es árida, los pasillos parecen sufrir una severa sequía. La vista alrededor se nubla por las gotas de sudor que caen sobre sus cansados ojos rojos, durante la hora sin sombra.
Hay que caminar tan sólo unos pasos para llegar a las habitaciones construídas con block y techos de lámina que conservan el calor de las altas temperaturas dutante horas, aún después de llegar de su larga jornada de 12 horas de trabajo. Tampoco hay ventiladores.
Los dormitorios albergan a más de 30 hombres que duermen en catres y colchones, que al paso del tiempo se han ido infestando en la plaga de chinches y cucarachas, por las que “no logran el sueño’’.
Ir al baño cuesta, hay que tener valor para soportar los terribles olores que resguarda, debido a que en ocasiones pasan hasta ocho días sin agua, mantenimiento y limpieza.
“Estamos presos. Nos tienen como presos construyendo la misma cárcel”, Juan se ríe de tal ironía.
‘QUE NOS TRATEN BIEN…’
Juan dice estar seguro que la vida adentro del Cefereso cumpliendo una condena, podría ser mejor que la situación que ellos viven afuera mientras untan la mezcla, en la construcción de un centro que dará a los internos un espacio de más de 2 mil 800 metros cuadrados que incluyen canchas deportivas, camas y 3 comidas diarias a comparación de la única al día que toman ellos.
“Ganamos poco, todo lo mandamos a nuestras familias cuando nos dejan algo los policías. Yo me quedo con 200 ó 300 pesos, en ellos gasto el camión que nos cobra 100 pesos, y contrató la misma empresa para llevarnos a un banco en Ramos Arizpe’’, afirmó.
En su mayoría, los albañiles sólo han terminado la primaria y en el mejor de los casos, la secundaria.
Juan es uno de los muchos chiapanecos que labora en el Cefereso de Paredón. En Xotzil (su lengua natal), Eduardo le dice, que comente a VANGUARDIA que la mayoría de los obreros ahora están enfermos del estómago gracias a la falta de agua y a que la comida está siempre en mal estado, aseguran que casi todos los días hay en el menú frijoles y papas.
Después de los vagos diagnósticos que les dan en la enfermería que se encuentra a un kilómetro, se les vende el tratamiento medicinal. Dice, que el día del paro, sus patrones decidieron no darles de comer en forma de castigo, por lo que después de una cooperación lograron una fogata entre los pasillos de un dormitorio y otro para hacer la comida en un pequeño cazo.
Los más jóvenes van de los 16 a 19 años y los más grandes tienen hasta 65. La jornada es igual para todos, trabajan en un horario de 07:00 a 19:00 horas con derecho a media hora de comida.
Cuentan que en ocasiones los ingenieros no les permiten tomar descanso entre turnos. “Si te ven platicando, descansando y agotado por unos minutos, te dicen que te van a correr”, comenta Pablo, de 65 años proveniente del estado de Hidalgo.
“Queremos que nos traten bien, no pedimos más. Estamos trabajando, no les hacemos nada. Nunca nos resuelven, piensan que no vamos a defendernos”, comentan entre voces.
“¿A dónde vamos a reclamar?”, Jesús comenta que no sabe con quién acudir, hasta ahora, no sabían que la empresa constructora que los ha contratado debería hacerse cargo por medio de su departamento de Recursos Humanos que les resulta tan lejano a sus posibilidades. “¿Qué es eso?”, pregunta Jesús. Tampoco saben nada acerca de la Comisión Nacional de Derechos Humanos, ni de la Comisión Nacional de Seguridad que se encuentra al cargo de la obra. Tampoco, conocen la Junta de Conciliación y Arbitraje.
EL CUARTO PARO
Esta es la cuarta vez que los obreros se ponen de acuerdo para reaccionar ante el maltrato y demandar mejoras a la seguridad social.
En 2014 uno de los obreros recibió una mordedura de víbora. A pesar del malestar, la doctora en turno minimizó la situación, ofreció un par de analgésicos al afectado y lo mandó a dormir; nunca volvió a despertar. Ahí, fue cuando se desató por primera vez la furia colectiva. Los obreros querían linchar a Brenda Luna, la doctora, al grado que los soldados del ejército tuvieron que sacarla por la puerta trasera.
Después, en el mismo año, reportaron un recorte en los pagos e hicieron un paro que duró tan sólo un par de horas.
El pasado 25 de agosto por la tarde y después de entablar el diálogo con las autoridades a muchos de los obreros les ganó la desesperanza, por no lograr lo mismo con las empresas constructoras que los llevaron hasta ahí. Dicen que las cosas permanecerán iguales; tal y como el día en que llegaron.
“Los Tula” (el grupo de Tula, Hidalgo) tomaron un acuerdo: abandonar la obra y reclamar un autobús que los lleve de regreso a casa. Dijeron no estar dispuestos a seguir extrañando a su familia. ''No estaremos lejos por esto', después partieron con sus colchonetas sobre la espalda. Otros, con la furia en la cabeza, prometieron no volver a trabajar hasta que mejoren las cosas, aunque la necesidad les hizo levantar el paro dos días después.
El lugar se encuentra entre el ejido Mesillas y Paredón, del municipio de Ramos Arizpe a una hora de Saltillo. Ahí se construye el Cefereso que inició en 2011 y se prometió que finalizaría a finales de 2012.
Hasta el momento las constructoras Tradeco y Cataflex, que laboran en la edificación del Cefereso, no han fijado su postura sobre el paro de labores.
Luis Ángel Estrada, el director de Seguridad Pública de Ramos Arizpe, notificó que se ha dado de baja al comandante Osiel García del mando de Paredón y al 60 por ciento del personal de seguridad a su cargo, tras los reclamos de los trabajadores.
VUELTA A LA PÁGINA
En febrero del presente año se dijo que la obra estaba avanzada en un 75 por ciento y 6 meses después, sólo ha avanzado un 10 por ciento. Fuentes extraoficiales, comentan que la obra se ha retrasado una vez más y la fecha quedó para los primeros meses del siguiente año, que la mayoría de los trabajadores regresaron al trabajo y, los que no, fueron sustituídos por nuevos albañiles foráneos que padecen las mismas necesidades que atravesaban los anteriores el día en que llegaron.