¿Cómo eran las elecciones en el Saltillo colonial?
La burocracia electoral no es una novedad en la historia de México, a donde llegó desde el inicio mismo de la Conquista.
Los españoles que abandonaron la península ibérica para ir “a las Américas”, realizaban sus propios comicios en cada pueblo –como la Villa de Santiago del Saltillo– que iban colonizando.
Sin embargo, los exploradores avecindados eran tan pocos y tanta la desigualdad entre ellos y los indígenas del pueblo de San Esteban de la Nueva Tlaxcala, que durante varias décadas los intrépidos aventureros ocuparon los mismos cargos administrativos en más de una ocasión.
El Archivo Municipal de Saltillo resguarda las más antiguas actas de Cabildo en las que, además de arrendamientos de tierra y propiedad del agua, se asientan órdenes para recoger regalos en otros lugares, fuera de la Nueva Vizcaya, para obsequiar en sus visitas a evangelizadores franciscanos.
Así, el grupo que gobernaba el naciente asentamiento, atendió solicitudes para la ampliación de huertas, y todo lo referente a los asuntos electorales de la Villa de Santiago.
En los documentos se leen algunos nombres que ya son conocidos en la actualidad por los saltillenses: el capitán portugués Alberto del Canto, el comerciante Santos Rojo, y Francisco de Urdiñola, también militar, como Bernabé de las Casas, quienes fundaron ésta población.
Ellos tomaron los primeros cargos de “elección popular” hace 441 años, cuando en el valle habitaban únicamente 15 personas que formalizaban la toma de la vara real de la justicia.
Nacido en las islas Azores, Alberto del Canto y Díaz de Vieira, fue el primer alcalde de Saltillo. En los archivos existen actas donde, respondiendo a candidatos enfermos, las autoridades solicitaban realizar la elección en su casa.
En otros casos, con la misma excusa, enviaban su voto en un sobre confiado a un mensajero de la absoluta confianza del cabildo.
En el Archivo Municipal de están consignadas también votaciones anuladas y la ejecución de asaltos de los nativos nómadas durante los traslados de la documentación enviada al Virrey.
Tradición electoral
Hay algunas votaciones memorables entre las que se celebraron en el Saltillo de la Colonia. La primera elección publicada en el acervo digital del Archivo Histórico está fechada el 1 de enero de 1608, cuando Bernabé de las Casas tomó el cargo por primera vez:
“El Cabildo, reunido en la sala de juntas, procede a verificar la elección de funcionarios para el presente año, en la cual Bernabé de las Casas obtiene el empleo de Alcalde de primer voto. Pedro Carrillo de Vera y Pedro Flores se desempeñarán como regidores de primero y segundo voto, respectivamente”.
Sin embargo, tres años después, en 1612, pasó casi lo mismo, pues nuevamente aparecieron Alberto del Canto y Santos Rojo:
“Como es uso y costumbre verificar elecciones el primer día del año, hoy resultaron electos el capitán Bernabé de las Casas, como alcalde ordinario; Marcos González, como regidor de segundo voto y procurador; Juan Rodríguez, como escribano de Cabildo y Gonzalo de Lares, alguacil mayor”.
Según uno de los documentos, en 2015, reelecto como alcalde, De las Casas pidió al Cabildo reunirse en su casa para desarrollar los comicios y verificar quiénes ocuparían otros puestos.
En ese mismo año, Pedro Carrillo, escribano del cabildo, acudió a casa de Pedro Flores a recoger su voto en sobre, pues también se había reportado enfermo.
El protocolo de “Toma de Protesta” en el siglo 15 era desde luego distinto al actual. Hace 400 años, el método para relevar al Alcalde se denominaba “Juramento”, porque en el nombre de Dios se prometía cumplir lo encomendado. La fecha tradicional para asumir el cargo es, desde entonces, el día de Año Nuevo.
“Juan de Uzcanga, Vicente de Saldívar y Juan de Ábrego aceptaron los empleos para los que fueron electos y juran por Dios, Nuestro Señor, y la señal de la Cruz, cumplir fielmente las leyes de su Majestad”, consigna un acta del 1 de enero de 1626.
Problema sin fin
Aunque pasaron más de cien años desde la fundación de Saltillo, todavía en 1696, tras las elecciones, el cabildo de la villa informó que debido a los asaltos en carreteras, era imposible notificar a la máxima autoridad de la Nueva Vizcaya, don Gabriel del Castillo, de las tomas de protesta de Bernardo Flores y Juan Martínez Guajardo, alcaldes como primer y segundo voto.
“El Cabildo, Justicia y Regimiento de esta villa manifiestan que han retrasado el envío de la correspondencia al Gobernador, primero por la gran cantidad de asaltos que están cometiendo los indios y, segundo, a la falta de papel sellado, acordando que, para no retrasar más los asuntos y negocios, utilizarán papel común, enviándole para su confirmación la elección de autoridades verificada el día primero de enero anterior”.
En 1799 se vio una de las más peculiares peticiones de anulación de procesos electorales, cuando el Cabildo acordó revisar el desconocimiento de los nombramientos confirmados en las elecciones, don Antonio Cordero y Bustamante, toda vez que el electo había sido otro. Pero finalmente, se logró que las elecciones se realizaran una vez más.
“24 de diciembre de 1799. Se acuerda consultar con el Gobernador, porque al confirmar la elección de alcaldes ordinarios y procurador verificada el 17 del actual, se refiere a Antonio Robledo cuando ellos eligieron a Miguel Dávila.
“31 de diciembre de 1799. Don Antonio Cordero y Bustamante encontró defectuosa y con algunos vicios la elección de autoridades que se hizo en esta villa, dispone que se repita el proceso. El Cabildo acordó verificarlo lo antes posible.
“El Cabildo se reunió para verificar la elección de funcionarios que impartan justicia el próximo año, designaron a Francisco de Aguirre y a José Grande como alcaldes ordinarios; como procurador a José María Carrillo; para regidores llanos honorarios, a don José Andrés Galindo y a Miguel González”.
En 1833 las actas de Cabildo empezaron a mencionar los acuerdos más apegados a la actualidad organizativa del hoy Instituto Nacional Electoral, pues el 11 de noviembre de ese año, un acta de Cabildo acordó comprar un papel especial para la formación del libro de registro de las siete casillas (mejor conocido como “lista nominal”), para la realización del proceso electoral en la entonces nombrada Ciudad Leona Vicario.
“11 de noviembre de 1833. Se acordó comprar papel del sello cuarto para formar libros para el registro de las siete casillas, en virtud de que están próximas las elecciones. 27 de diciembre de 1833. El gobierno departamental acusa recibo de la lista de funcionarios que fueron electos para renovar el ayuntamiento para el año de 1834”.
En un acta del 27 de diciembre de 1834, la ciudad fichada como Saltillo en el acervo del Archivo Municipal, finalmente el gobernador Juan José Elguezabal, solicitó que por esa ocasión, no se debían nombrar a individuos en las asambleas municipales, que ya hubieran ocupado un cargo público en el período anterior.
“27 de diciembre de 1834. El jefe de departamento, en atento oficio, remite varios ejemplares de la convocatoria expedida por el gobierno para las asambleas electorales municipales, y un ejemplar en que el señor gobernador aclara que por esta vez, no se nombren a los individuos que ejercieron algún cargo en el período anterior. Lugar: Saltillo”.