Cómo controlar la agresividad de tu hijo

Usted está aquí

Cómo controlar la agresividad de tu hijo

Estos 5 consejos te ayudarán a lidiar con la agresividad y el comportamiento violento de tus hijos

Niños que muerden, patean, golpean o insultan a sus compañeros de clase o a la maestra, pueden tener mucha agresividad y frustración contenidas. Cuando la maestra detecta a uno de estos pequeños en su grupo, se debe a que ya comenzó a causar estragos entre el resto de la clase. Es decir, aquí ya no se trata de prevención, sino de atención.

Generalmente, llama a los padres del menor, habla con ellos y si resulta bien la plática, ellos entenderán que tienen un problema serio en sus manos y asumirán el compromiso de hacer algo al respecto; de lo contrario, se sentirán ofendidos, tildarán a la maestra de desequilibrada mental, ignorarán el problema o hasta retirarán al hijo de su grupo; de aquí puede resultar que la maestra será muy feliz, pero el niño –el protagonista de la historia– no dejará de sufrir. Aquí es donde hay que poner el acento.

Ahora, en los padres que le prometen a la maestra que “se ocuparán de la situación” suceden dos cosas: unos cambiarán hábitos, tal vez visiten a un terapeuta o a un psicólogo y las cosas mejorarán, pero habrá otros que en cuanto regresa el niño de la escuela lo regañarán a gritos por agredir a sus compañeros, e invariablemente le pegarán.

En muchos casos, la agresividad es la manera de manifestar que algo está sucediendo en casa, que algo les preocupa o hay algo a lo que le temen.

Si tu hijo tiene poca tolerancia a la frustración o reacciona de manera agresiva es importante que intervengas pronto, de lo contrario, lo que ahora sólo es un comportamiento puede llegar a convertirse en un patrón o un hábito que lo dañará irremisiblemente.

¿Qué puedes hacer si tu hijo manifiesta comportamientos agresivos? Lee estas cinco propuestas:

1
Evita castigar la agresividad con más agresividad
Tal vez ese sea el origen de la violencia de tu pequeño: tú lo violentas y lo agredes. No sólo los golpes son agresividad, lo son también algunas acciones, las palabras e ignorarlo. Despreciarlo, no acariciarlo y tratarlo con rudeza nada más le enseña a violentar a quienes lo rodean. Si pega, ¡por favor, no le pegues para castigarlo!
2
Refuerza conductas no agresivas
Felicítalo cuando se comporte de manera amable y gentil, cuando use las palabras mágicas “gracias” y “por favor”. Dile lo feliz que te hace y con frecuencia hazle saber que te enorgullece su buena conducta, buen carácter, ayuda en las tareas del hogar y buen desempeño escolar.
3
Explica las cosas y conductas no adecuadas
Tal vez al mirar una caricatura en el televisor o leer un cuento se preste la oportunidad para hablar de las cosas que no son adecuadas y de las que lo son. Explícale con pocas palabras, a su nivel y con claridad, las maneras correctas de reaccionar y resolver problemas con otros niños.
4
Aprovecha los juegos de roles para enseñar
En familia, a modo de juego, papá, mamá, la abuela y los niños pueden “actuar” un problema y juntos buscar las diferentes maneras de resolverlo sin necesidad de recurrir a la violencia. Sólo ten cuidado de no presentar la violencia como una situación chistosa y divertida, como si se tratara de una comedia; hablen mejor sobre cómo se sienten o sobre cómo crees que se sentiría una persona cuando la lastiman, y conduce el razonamiento de tu hijo.
5
Elimina la violencia del hogar
Tal vez, sin notarlo, tu hogar esté lleno de violencia. ¿Cómo puede ser eso posible? Muy fácil: programas de televisión donde se presentan infinidad de conductas violentas, deportes con violencia física explícita, música demasiado estridente, e incluso, juegos de video. Si hay problemas en casa o en tu matrimonio, sé inteligente, no grites y resuelve los conflictos en privado; si no se puede, usa un tono de voz tranquilo y piensa que te están observando y leyendo cada uno de tus gestos, tus movimientos; que el niño “te absorbe” totalmente y del modo en que reacciones él reaccionará cuando tenga problemas en la escuela o en el barrio con sus amigos.

Si los problemas de agresividad continúan, no dudes en visitar a un médico o un psicólogo para descartar un problema neurológico. La violencia tiene un remedio, se llama amor, y tú eres la mejor para darlo.