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Cómo controlar la agresividad de tu hijo
Niños que muerden, patean, golpean o insultan a sus compañeros de clase o a la maestra, pueden tener mucha agresividad y frustración contenidas. Cuando la maestra detecta a uno de estos pequeños en su grupo, se debe a que ya comenzó a causar estragos entre el resto de la clase. Es decir, aquí ya no se trata de prevención, sino de atención.
Generalmente, llama a los padres del menor, habla con ellos y si resulta bien la plática, ellos entenderán que tienen un problema serio en sus manos y asumirán el compromiso de hacer algo al respecto; de lo contrario, se sentirán ofendidos, tildarán a la maestra de desequilibrada mental, ignorarán el problema o hasta retirarán al hijo de su grupo; de aquí puede resultar que la maestra será muy feliz, pero el niño –el protagonista de la historia– no dejará de sufrir. Aquí es donde hay que poner el acento.
Ahora, en los padres que le prometen a la maestra que “se ocuparán de la situación” suceden dos cosas: unos cambiarán hábitos, tal vez visiten a un terapeuta o a un psicólogo y las cosas mejorarán, pero habrá otros que en cuanto regresa el niño de la escuela lo regañarán a gritos por agredir a sus compañeros, e invariablemente le pegarán.
En muchos casos, la agresividad es la manera de manifestar que algo está sucediendo en casa, que algo les preocupa o hay algo a lo que le temen.
Si tu hijo tiene poca tolerancia a la frustración o reacciona de manera agresiva es importante que intervengas pronto, de lo contrario, lo que ahora sólo es un comportamiento puede llegar a convertirse en un patrón o un hábito que lo dañará irremisiblemente.
¿Qué puedes hacer si tu hijo manifiesta comportamientos agresivos? Lee estas cinco propuestas:
Si los problemas de agresividad continúan, no dudes en visitar a un médico o un psicólogo para descartar un problema neurológico. La violencia tiene un remedio, se llama amor, y tú eres la mejor para darlo.