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Cómo conocer a Ignacio Padilla
En agosto pasado la comunidad literaria de México recibió una noticia sorpresiva, desagradable y que marcó a mucha gente: el escritor Ignacio Padilla había muerto en un accidente.
Dicho ambiente se sumió en una estela de incredulidad; aquello era un absurdo increíble, Ignacio Padilla no podía estar faltando.
Transcurrieron unos meses desde entonces y llegó la Feria Internacional del Libro 2016, evento en el que, desde el 2010, se encargaba de organizar el Encuentro Nacional de Cuentistas, que en esta ocasión pasó a convertirse en un homenaje para él.
También se llevó a cabo otro homenaje en el que participaron su amiga Rosa Beltrán, su asesora Antonina Kerrigan, sus compañeros de la generación del Crack Jorge Volpi y Pedro Ángel Palou, así como su amigo Pablo Raphael.
Los participantes de esta mesa memorial, recordaron aspectos de Padilla como su amor por la lengua española, su forma de hablar que mezclaba palabras antiguas con la modernidad, su inteligencia e incluso una vez en la que fue amenazado de muerte.
Pablo Raphael mencionó que quizá sus grandes historias eran fruto de que el ya se había sabido muerto en aquella ocasión, comprendiendo mejor su oficio y convirtiéndose en alguien con apuro por sentarse a escribir mucho, bien y temprano.
Pronto llegó la intervención de Jorge Volpi, quien aseguró estar participando por tercera vez en un homenaje a Nacho, aunque hubiera preferido no tener que participar en ninguno, pues pues más que su amigo, su hermano había partido y tras 32 años de ser cercanos, aquello era algo muy doloroso.
Con gracia logró ofrecer su discurso, no fue hasta el final que, apretando la boca y bajando la cabeza, el llanto casi lo vence, pero pudo mantenerse íntegro.
Recordó cómo fue la primera vez que la Generación del Crack estuvo junta: tras reunirse en la casa de Eloy Urroz tras colarse en un cóctel de año nuevo de una editorial.
Aquella fue la primera vez en que Volpi Padilla, Urroz, Ángel Palou, Ricardo Chávez Castañeda y Vicente Herrasti estuvieron juntos por primera vez y en la que decidieron que debían formar una especie de grupo literario para combatir la soledad de escribir.
Fue a Palou a quien se le ocurrió el nombre, aunque no dijeron por qué, adaptándolo para declarar que querían liberarse del post boom latinoamericano, un grupo de amigos que compartían la estética y el rigor.
Habían hecho un primer manifiesto que firmado por los cinco fue leído en público, pero en esa ocasión Ignacio no pudo estar presente pues ya que se había ido al extranjero para hacer su maestría.
Los años pasaron y los escritores del Crack, la literatura, los tiempos y el mundo cambiaron. Ellos se distanciaron se reencontraron e hicieron un nuevo manifiesto que precisamente tendría lectura en la FIL.
“Evidentemente ya no pudimos hacerlo. En vez de eso estamos aquí recordando su muerte dándonos cuenta de que quizá, después de esto, el crack ahora sí se termina”, dijo Volpi mientras desataba una serie en cadena de reacciones estupefactas.
Pasó de largo a decir que Ignacio en vida fue muchas cosas, que intentó todos los géneros y que para él, su amigo tuvo el talento natural más deslumbrante de esa y otras generaciones que no dudaba en mezclar con una imaginación envidiable.
“Con todo construyó una obra de la que no voy a tener tiempo de hablar, pero de las que simplemente querría destacar tres puntos centrales, sobre todo para recomendarles a ustedes que lo busquen ahí, que lo encuentren ahí, porque creo que el Nacho más verdadero y auténtico se mantiene ahí”, aseguró hablando de sus etapas como ‘Cervantero’, como ‘Cuentista’ y como escritor para niños.
Cuentista:
> “Donde están sus obras maestras, sus cuentos, Ahí Nacho podía combinar en esa brevedad, esa imaginación deslumbrante con ese talento lingüístico sin par. Creo decirlo sin el cariño que me une a Nacho, algunas de las obras maestras que se han escrito en este género en la segunda mitad del siglo XX. Su micropedia, creo que quedará cuando finalmente agradezca publicar en su conjunto como una de las obras capitales de este género y probablemente también de nuestro género”.
Literatura para niños:
> “Primero su interés fundamental en la literatura infantil, un género que nunca consideró menor, al que consagró la misma energía que le daba a cualquiera de sus otros textos. Están ahí algunos ejemplos de la mejor literatura infantil que se ha escrito en México desde la segunda mitad del siglo XX. Mi favorito, ‘Los papeles del dragón típico’, este cuento en el que recrea a un dragón que pierde sus papeles y nadie considera desde entonces un dragón, cuento que nos habla de lo que pasa en Estados Unidos a 11 millones de mexicanos actualmente”.
Cervantero:
> “En segundo lugar, su pasión por Cervantes con quien se identificaba enormemente, con el Quijote también. Lean sus ensayos eruditos, apasionantes, brillantemente escritos sobre Cervantes el Quijote y sobre todo sobre los lados más oscuros, demoniacos y perversos que tienen estas obras”.