Coming of age

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Coming of age

Para Regina, mi ahijada.

El género “coming of age” siempre ha sido mi favorito en las películas (mis favoritas de siempre: “Stand by me”, “The Breakfast Club” y “Superbad”).  Este género se destaca por presentarnos la transición de la niñez a la adultez; que para mí es una de las mejores etapas de la vida de uno, por todos los cambios físicos y emocionales  que ocurren y también porque es entonces que empezamos a descubrirnos a nosotros mismos.  La manera de enfrentar la adolescencia, que así llamamos a ese periodo de transición, ha ido cambiando con el tiempo, al ritmo que lo hacen las culturas y los hábitos de las personas (sobre todo con un mundo cambiante que lentamente se ha globalizado) lo cual hace que este proceso sea único, dependiendo del tiempo de la historia que te toca vivirlo. La transformación por la que los humanos pasamos es distinta, y está matizada por las tendencias y modalidades de la época que a cada generación le tocó vivir.  

Mi mamá me cuenta historias de cuando era adolescente, me platica que los maestros imponían disciplina con reglazos, que los alumnos iban a pie a la escuela, y que la música se grababa en discos de vinil. Comenta que la comunicación escrita era a través de cartas, y que la respuesta tardaba en llegar.  Mis primos mayores (que tienen poco más de 40 años) platican de su adolescencia en los 90; dicen que, si querían llamar por teléfono a sus amigos o invitar a una chica a salir, tenían que marcar a las casas de ellos y rogarle al padre que les diera el permiso necesario. También me cuentan que era indispensable dominar el baile de la “Macarena” para estar al día en las bodas o en los lugares donde los jóvenes se reunían a bailar. Blockbuster, la empresa que rentaba películas para ver en casa y productos similares, era algo muy común en ese entonces, y ahora ha quedado obsoleta debido al avance de la tecnología.

 A mí me tocó vivir muchos cambios: de llamar por teléfono, a mandar mensajes; de los apuntes de tareas y trabajos en el cuaderno, al uso incipiente de las plataformas electrónicas en los procesos de enseñanza en las universidades; además de la aparición de las redes sociales y el uso diario del teléfono celular.

Mis padres, mis primos, y un servidor, aseguramos que nos tocó la mejor adolescencia por la esencia de nuestras respectivas generaciones y las memorias que conservamos. Estamos en un mundo tan cambiante, que lo que me tocó vivir a mí hace 10 años ya es obsoleto para los adolescentes del presente, que habitan un mundo con una tecnología que evoluciona a pasos acelerados.  En lo personal, considero que hoy en día ser adolescente es más difícil de lo que les tocó a mis padres, primos y a mí mismo. Es complicado vivir en un entorno tan lleno de inmediatez e información, que propicia la creación de un ambiente hostil y materialista; aunque también es emocionante atestiguar las nuevas contribuciones que la tecnología aporta a la humanidad en beneficio de la conservación del ambiente, como la utilización, cada vez más extendida, de los automóviles impulsados por energía eléctrica.

 En otro orden de ideas, me alienta notar que hoy en día ya se abordan con naturalidad temas que eran vistos de forma negativa en el pasado, y que son relevantes para impulsar el desarrollo humano, como la salud emocional, el respeto a los derechos de todos, especialmente en materia de equidad de género; y el tratamiento del bullying. Al final del día, a algunos solo nos queda recordar, mientras que otros apenas están entrando a esta interesante  etapa, que sin duda alguna genera una marca muy importante en nuestras vidas.