Coincidir...

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Coincidir...

La amistad, ese disfrute del afecto y la cercanía entre las personas que nos ubica y reubica en lo mejor de la condición humana. En la solidaridad, en la empatía, en la coincidencia, en la franqueza, en la sinceridad, en la reciprocidad. En la memoria.  Ahí está  la amistad. 

Y precisamente, en  memoria de un destacado coahuilense que se nos adelantó a mediados del año pasado en el viaje eterno, un buena parte de sus amigos, se reunirán hoy para recordarle con motivo de que su familia ha compilado en un CD, sus últimas grabaciones como trovador que fue Carlos Chavarría Múzquiz. 

Nacido en Múzquiz, con su segundo apellido no podría ser de otra parte, Carlos, abogado por la Facultad de Jurisprudencia de la Universidad Autónoma  de Coahuila, formó parte de aquellas generaciones de coahuilenses que “se fueron a México” (a la Ciudad de México) para buscar espacio de crecimiento para su talento y vocación en el servicio público. 

Su capacidad y sensibilidad le permitieron tejer una muy amplia red de amistad y conocencias.  De la mano de don Gustavo Guerra Castaños, y aquella famosa entelequia que fue la Confederación Nacional de la Pequeña Propiedad, Carlos fue avanzando en las estructuras de la alta burocracia hasta alcanzar las posiciones de mayor importancia para su trayectoria bajo el impulso del binomio Salinas de Gortari, en los ámbitos de las filiales de aquel gigante llamado Conasupo. 

En lo local fue representante eficiente en el estado, y últimamente en Nuevo León, de algunas dependencias federales. Fue pieza clave en el movimiento de empoderamiento ciudadano que llevó a Enrique Martínez a ganar la consulta interna del PRI para obtener la candidatura del PRI, y luego la Gubernatura. Su operación política en el centro y norte de la entidad captó para la causa, y para la política, activos y talentos que desde el sector privado o la sociedad civil se incorporaron y aún continúan en los terrenos de lo público.

Pero no solo la fortaleza profesional con sus despliegues técnicos administrativos fueron los rasgos principales de quien hoy nos ocupa. Su altísimo concepto del trabajo en equipo, de la amistad y cobijo para los suyos, y una práctica irreductible en su conducta: siempre caballeroso. Nunca el señalamiento gratuito, la crítica fácil, el denuesto o la calumnia.  Como si fuera su divisa personal nunca habló mal de los demás. Mejor omitir el comentario que usarlo para descalificar o exhibir.

Un padre de familia de amor entrañable por los suyos, se describe a si mismo, en el compromiso y sentido de extensión y multiplicación de los valores y perfiles que se heredan a los hijos, a quienes bautizó como Carla y Carlos, como una muestra de que en ellos iba también él para siempre.

¿De dónde se nutren ese tipo de conductas? Sin duda del origen mismo. Del entorno primario, de la familia, de los primeros años, de su pueblo y sus costumbres, pero también de una sensibilidad muy propia. De una sensibilidad que reproducía en su actuar los sentimientos y afectos idealistas y románticos que nos brinda la lírica popular. Las canciones.   

Bohemio, en el mejor de los sentidos, es decir el canto, la trova, y nunca en el exceso o el abandono, Carlos fue un amante permanente de la música. Si su manera de ser era el atractivo para hacer amigos, su cantar era la manifestación de su amor por la vida, y su recreación de las interpretaciones que los  compositores dan de nuestra naturaleza, con sus afanes, encantos, desencantos y debilidades. 

Bajo cualquier oportunidad entonaba sus canciones. Siempre brindando la máxima atención y respeto a quienes le antecedían o sucedían en los improvisados foros. Una cosa que reclamaba para sí, es que todos los asistentes en la reunión o convivencia debieran atender sin mayores distracciones cada una de las interpretaciones. Un trovador es un trovador, y como tal debe ser tratado, era su convicción. 

Auspiciada por quien fuera uno de sus grandes amigos, el ex Gobernador y ex titular de la Sagarpa, la reunión de hoy servirá para rememorar vivencias y anécdotas con Chavarría.  Como si Carlos estuviera presente seguramente escucharemos la  grabación de Coincidir  para con gran emoción sumarnos al estribillo de “tantos mundos, tantos siglos y coincidir “.

El disco póstumo que habrá de presentarse será sin duda, en su selección, en sus temas y matices, el postrer mensaje que nuestro inolvidable Carlos nos deja en la gravedad entonada de su voz para recordarlo y extrañarlo siempre.