De acuerdo con la más reciente Encuesta Nacional de Ingresos y Gastos en los Hogares, que elabora el Instituto Nacional de Estadística y Geografía (Inegi), la pandemia provocada por el coronavirus SARS-CoV-2 ha tenido un impacto negativo en el ingreso de los hogares mexicanos, en general, pero con una mayor afectación en la zona rural.

En lo que respecta a Coahuila, los datos del Inegi muestran que a raíz de la pandemia se produjo una disminución promedio de siete puntos porcentuales en los hogares de zonas urbanas, una cifra que se ubica por encima de la disminución promedio registrada a nivel nacional, que fue de 5.82 por ciento.

Los datos del Inegi tan sólo confirman lo que ya sabíamos: que la contracción económica sufrida durante 2020, y que significó la pérdida parcial o total de las fuentes de ingresos para millones de personas en el País, se tradujo en una afectación de la capacidad adquisitiva en los hogares.

Es preciso señalar en este sentido que no solamente estamos resintiendo los efectos de la pandemia, sino que la contracción de la economía nacional provocada por esta se sumó a la que ya habíamos registrado en 2019, por lo que los efectos de lo ocurrido el año pasado se agudizaron.

Las remesas enviadas desde el extranjero –sobre todo desde Estados Unidos– por nuestros compatriotas que viven allá, así como las transferencias en efectivo que ha realizado el gobierno de Andrés Manuel López Obrador a través de sus múltiples programas sociales, sin duda evitaron que la afectación fuera mayor, pero de todas formas se trata de elementos insuficientes para contener la caída.

La afirmación anterior es más cierta para quienes menos tienen. Los más pobres han sido los más afectados por la ralentización de nuestra economía, circunstancia que se refleja en el incremento en el número de personas que hoy se encuentran por debajo de la línea de la pobreza.

En Coahuila, aunque somos la entidad número 12 en volumen de ingresos a nivel nacional, sin duda debe anotarse que el impacto negativo de la contracción económica ha sido superior a la media del País, y eso implica un reto mayor al momento de considerar las estrategias para consolidar la reactivación económica.

Y, como ocurre en todos los casos en los cuales se analizan estadísticas, también es preciso ver más allá de las cifras gruesas y concentrarse en los grupos poblacionales que han sufrido la mayor afectación. Pero, sobre todo, es necesario identificar con precisión los efectos puntuales del golpe económico, es decir, aquello que las familias debieron “sacrificar” debido a la reducción de sus ingresos.

Porque no se trata solamente de elevar los promedios, sino de poner atención en quienes tuvieron una afectación superior al promedio y cuya recuperación demanda, necesariamente, de medidas focalizadas que les permitan recuperarse al mismo ritmo de los demás.