Coahuila, ¿Secretaría o Instituto?

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Coahuila, ¿Secretaría o Instituto?

Por: Cynthia García-Galindo

Desaparecer la figura y estructura institucional de una Secretaría dentro del aparato del Estado podría sonar, a bote pronto, desalentador, un claro retroceso, desentendimiento sobre ciertos temas, una absoluta arbitrariedad.

Si la gobernanza a la mexicana tuviera real eficacia institucional, esto tendría fundamento. Pero no es siempre eficaz. Ni sensible. Ni capaz.

Por ello, no me inclinaría a desestimar los argumentos que se tienen en Coahuila, para migrar de Secretaría de las Mujeres de nueva cuenta a Instituto. Aunque no logro encontrar bajo qué premisa lo solicitan, si cuando siendo Instituto lo migraron a Secretaría, argumentaron que en el Estado era imposible no legitimar y ponderar a las mujeres y sus necesidades, en la agenda y presupuestos de gobierno.

Aun así, no me apresuro a agobiarme, porque desde mi visión, existen en todos los órdenes de Gobierno estructuras institucionales con figura y presupuesto rimbombante que no entregan resultados decorosos. Como también existen Institutos que sin el presupuesto de una Secretaría logran muchos más objetivos. Estoy en vías de querer creer que el cambio corresponde a una estrategia que más que anular, redireccione y potencialice.

En el tema de las mujeres, sean Secretarías o Institutos, el desafío ha sido deslindarse del carácter asistencialista con el que han querido endilgar todo aquello que sea de género. Han querido, desde la federalización del sistema, acotarla a Desarrollo Social dejando de lado que una tarea de igualdad debe, sobre todo, considerar la transversalidad de fondo y forma. La transversalidad y la autonomía.

Que fuera Secretaría la hacía acreedora, en teoría, de una envergadura categórica, de poder influir en la política pública y en sus presupuestos, pero en la práctica no siempre gozó de un compromiso real, por lo que no estoy tan segura de que las nomenclaturas sean lo más importante a reflexionar.

Apenas a inicios de este año, la Encuesta Nacional sobre la Dinámica de las Relaciones en los Hogares (Endireh) revelaba que Coahuila se encontraba en el Top 10 de los estados con mayor incidencia de violencia de género, ocupando el poco honroso noveno sitio.

Y apenas este noviembre, en el reporte Brecha Mundial de Género, del Foro Económico Mundial, se revelaba que en un año México habría retrocedido 15 lugares en cuanto a equidad entre mujeres y hombres. Ubicándose este año en el sitio 81 de 144 países.

Que se llamen como quieran, pero que el Congreso las escuche, los gobernantes las respeten y la ciudadanía les respondamos"

Ni qué decir de los casos de acoso, del primer lugar global en violencia sexual que ostentamos en México, del crecimiento de embarazos adolescentes y de los casos cada vez más tempranos de violencia en la pareja, del poco acceso a la educación o de la doble y triple jornada a la que sobreviven las mujeres.
No debe quedar duda: los “temas de las mujeres” son en realidad temas de todos si es que deseamos igualdad y justicia.

Sigue siendo inaudito que los Gobiernos de todos los órdenes no sean capaces de visibilizar y valorar en toda su dimensión lo que se hace, por ejemplo, desde los escenarios ciudadanos en este tema. Organizaciones y ciudadanía que sin membrete, oficina ni presupuesto resuelven todos los días estas problemáticas.

¿SECRETARÍA O INSTITUTO?

Si lo migran o no lo migran, no deja de ser un tema por atender, pero encuentro más sustancial que definitivamente se atienda el problema con convicción y desde raíz.

Me resulta más alarmante y penoso que siendo Secretarías o Institutos, la mirada de los gobernantes sólo se pose “allí” para celebrar en marzo, ponerse playeras naranjas cada 25 o llenarse la boca de indignación cuando algún feminicidio se sale de control mediático. Sólo entonces parecieran importar los “temas de las mujeres”.

Que se llamen como quieran, pero que las mujeres que representan los intereses de todas las demás mujeres tengan voz y presencia en cada mesa de estrategia que concreten los Gobiernos, que opinen en los planes de desarrollo y presupuestos, que no sean sumisas a ningún régimen ni a ninguna voluntad y contagien de interés y compromiso a quienes toman decisiones, que sean capaces de dejar muy claro que no es un tema de mujeres contra hombres ni de instituciones contra Gobiernos.

Que se llamen como quieran, pero que el Congreso las escuche, los gobernantes las respeten y la ciudadanía les respondamos para seguir trabajando hombro a hombro.

Como personalmente lo he hecho los últimos 10 años.

Activista. Creadora de Plan C, embajadora México de #QuizáNoTePegue y #Reto4Mil Programa de Becas subsidiado por la Embajada Norteamericana.