Coahuila: la apuesta por la competitividad

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Coahuila: la apuesta por la competitividad

En un mundo en el cual la globalización -se esté de acuerdo con ella o no- le impone reglas a todos, la competitividad constituye una apuesta a la cual nadie puede volverle la espalda sin correr el riesgo de sufrir graves consecuencias en materia de crecimiento económico y desarrollo.

No quiere decir esto, por supuesto, que las sociedades del mundo deban entregarse en brazos de la economía de mercado o que los gobiernos deban sucumbir frente a los intereses de las corporaciones transnacionales cuyo único propósito es la obtención de ganancias.

Lo que sí quiere decir es que los equipos gubernamentales -en todos los órdenes de gobierno- deben perseguir en forma permanente el equilibrio entre las exigencias del mercado y el ideal de sociedades igualitarias que todos deseamos. Desdeñar esta ruta implica asumir serios riesgos que, más tarde o más temprano, a todos nos pasarán una factura.

En este proceso, la compresión adecuada del concepto de competitividad constituye la diferencia entre aprovechar las ventajas del mercado para generar crecimiento colectivo sustentable y realizar acciones que sólo construyen el espejismo de una mejoría.

Desde la primera perspectiva, las acciones cotidianas van construyendo cimientos sobre los cuales pueden luego construirse edificios sólidos; desde la segunda se realizan acciones cuya espectacularidad ofrece la ilusión de haber conquistado de golpe el futuro pero que luego conducen a prolongados períodos de resaca colectiva.

Transitar por la primera ruta implica, necesariamente, poner en orden primero ciertos indicadores -educación, salud, seguridad pública, certeza jurídica- para luego salir al mundo a competir por las inversiones.

No es casual, por ello, que los gobiernos que compiten con éxito en el mercado global sean aquellos que han realizado un esfuerzo importante para poner en orden los indicadores que generan certidumbre entre los inversionistas que valen la pena, es decir, aquellos que realizan inversiones de largo plazo.

A Coahuila no le ha ido mal en este rubro en los últimos años y habrá que reconocer, sin regateos, que no se trata de un hecho casual. La administración estatal ha perseverado en la realización de acciones que hablan bien de nuestra entidad en el contexto nacional e internacional.

La llegada de importantes inversiones asiáticas, por ejemplo, constituye un indicador relevante en este sentido. El hecho de que podamos beneficiarnos de inversiones que materialmente se ubican en Nuevo León -como es el caso de la armadora KIA- es otro dato a tener en cuenta.

Nunca es aconsejable echar las campanas al vuelo de forma acrítica y por ello no debe hablarse de estos hechos como si fueran un triunfo de una vez y para siempre. Pero sin duda resulta obligado reconocer que, en el terreno de la competitividad, Coahuila está dando pasos importantes en la dirección correcta.