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Coahuila insumiso: la cuestión ética
De mi viejo profesor ateneísta Eliseo Torres aprendí que actuar moralmente era hacer lo que tenía que hacerse, de acuerdo al valor del bien, definición que lleva a reflexionar un conflicto de origen que surge entre lo que afecta a mis intereses cuando tengo que obrar bien o de conformidad a lo que debo hacer, en contrariedad a lo que es más fácil: no hacer las cosas.
Como la moral no tiene más jueces que la conciencia y la comunidad, entonces hacer el bien o el mal no tendrá mayores consecuencias legales para el agresor, que la de rendir cuentas a ese oscuro juzgador que es la conciencia, esa que despierta por las noches y habla al oído y luego no deja dormir.
Savater explica el proceso de conformación de lo mencionado de una manera clara y sobre todo fácil de aplicar a nuestro deber ser: “Los seres humanos estudian por interés, para adquirir una destreza y utilizar algo o para ganarse la vida. Así el conocimiento más importante para saber vivir es distinguir lo que nos conviene (lo bueno) de lo que no nos conviene (lo malo). Sin embargo, en la vida no es tan fácil distinguir lo bueno de lo malo. Los únicos consensos de los seres humanos son que no estamos de acuerdo con todos y que nuestra vida depende en parte de nuestra voluntad. La voluntad, poder decir “sí quiero” y “no quiero”, es lo que nos diferencia del resto de los animales de la naturaleza. Esa voluntad, la capacidad de elegir es lo que llamamos libertad. La libertad también tiene dos condiciones. La primera es que no podemos elegir lo que nos pasa, pero sí cómo responder a lo que nos pasa. La segunda condición de la libertad es que ser libres significa intentar algo aunque no siempre logremos los resultados que queremos. Muchas fuerzas pueden limitar nuestra libertad (los fenómenos de la naturaleza, la enfermedad, la tiranía de otros seres humanos). No obstante, somos libres. Algunas personas no creen en la libertad humana porque no quieren asumir la culpa o las consecuencias de sus acciones (otro siempre tiene la culpa de lo que nos pasa). En resumen, los seres humanos siempre pueden considerar más de una opción a un evento. A esa consideración de opciones, esa distinción entre lo bueno y lo malo de una opción le llamamos ética”.
Kennedy en su toma de protesta como Presidente de Estados Unidos mencionó: “No te preguntes qué puede hacer tu patria por ti, sino qué puedes hacer tú por la patria”. Esto es que la suma de todos los comportamientos “buenos” logrará una conciencia social y también obras, leyes, autoridades y naciones con excelentes resultados.
La paradoja de los tiempos ha inmiscuido a diversos actores que fueron forjando la conciencia cívica, hombres de entereza moral, de valor civil, de principios que legaron algo más que palabrerías y demagogias.
El profesor Tierno Galván esbozaba en sus innumerables apuntes: “Es difícil ser bueno y fuerte a la vez. Y, por lo común, cuando más fuerte se es menos razón se tiene”.
El comportamiento cívico requiere el respeto de los valores básicos de la vida: bien, justicia, verdad y armonía, empezar con ellos ya llevará su ganancia entonces.
Después hay que traducir esto a nuestro común vivir en casa, con los vecinos y los compañeros, llevando el tatuaje de estos simples principios: vivir honestamente, no dañar a otros, dar a cada uno lo suyo, respetar la naturaleza y si esto no es mío, debe ser de alguien más.
¿Sencillo se lee?, entonces: ¿qué estamos esperando para lograrlo?