Lo peor que puedes hacer en Tailandia es insultar al rey. Ni siquiera se puede considerar criticarlo, so pena de memorables problemas legales. Sin embargo, muchos jóvenes sienten la necesidad de retractarse de los pactos sociales , de cuestionar a un soberano que es visto como símbolo de la corrupción desenfrenada, de desafiar el crimen de lesa majestad. Incapaces de hacerlo en público, acuden en masa a Clubhouse.

El ministro de Economía Digital, Buddhipongse Punnakanta, ha entendido bien lo que está sucediendo en la Red y ha hecho público el hecho de que el Gobierno ha estado monitoreando la situación en tiempo real, desde el lanzamiento de la aplicación. También señaló que evidentemente algunos activistas políticos están difundiendo "desinformación".

"El uso indebido de la aplicación para violar los derechos de otros o causar daño se considerará una violación del código de ley, que incluye la Ley de delitos informáticos. La fuerza policial y los oficiales relacionados procederán a emprender acciones legales contra el autor del delito [en Clubhouse ], como es el caso de cualquier otra red social", Punnakanta informó en un comunicado.

En los últimos días, Clubhouse se ha convertido de hecho en un refugio para la protestatailandesa: el país ha comenzado a hacer un uso extensivo de la aplicación desde que Pavin Chachavalpongpun, un opositor político, lanzó una sala de confrontación.

Desde entonces, se han abierto muchas otras salas similares, en primer lugar la del grupo de control legal iLaw y la de los ex líderes políticos de oposición Thanathorn Juangroongruangkit y Piyabutr Saengkanokkul, excluidos del parlamento.