Ciudad para trabajar
Usted está aquí
Ciudad para trabajar
“Vamos al motel”. Así le dijo de buenas a primeras Libidiano a su novia Macrina cuando en la oscura noche ella pasó por él en su automóvil. Respondió la chica algo turbada: “Espera”. “¿A qué? –se impacientó el ardoroso galán-. Ponme la mano aquí, Macrina, y verás que no puedo esperar ya”. Insistió ella, cuya turbación iba en aumento: “Tendrás que esperar, te digo”. “¿A qué? –rebufó él. Estalló la muchacha: “¡A que vaya a dejar a mis papás, indejo! ¡Están en el asiento de atrás!”… ¿Cuáles son en México las 10 mejores ciudades para trabajar? He aquí la lista, resultado de la Encuesta Nacional de Ocupación y Empleo del INEGI. 10-. Querétaro. 9-. San Luis Potosí. 8-. La Paz. 7-. Cancún. 6-. Tijuana. 5-. Monterrey. 4-. Culiacán. 3-. Chihuahua- 2-. Hermosillo. Antes de dar a conocer la ciudad que ocupa el primerísimo lugar hago una pausa para crear suspenso y pregunto en seguida: ¿cuál es la ciudad de cielo claro y clima bonancible; rica en bellezas y atractivos de todo orden, dueña de un precioso legado de historia, tradiciones y cultura que le valió ser llamada “la Atenas de México”, y cuyas miríficas aguas devuelven al varón provecto los ímpetus y rijos de la juventud? ¡Acertaron mis cuatro lectores! Esa ciudad, la que ocupa el primer sitio en México entre las 10 mejores para trabajar, es mi amadísima ciudad: ¡Saltillo! Para darle tal título se tomaron en cuenta factores de la más diversa índole: situación geográfica, comunicaciones, seguridad, educación, paz social y laboral, salud, habitación, salarios, costo de la vida y un largo etcétera que ocuparía todas las páginas de la edición de hoy de este prestigiado periódico, y la mitad de la de mañana. Ahora bien: debo hacer una sincera confesión. No puedo dar constancia personal de que Saltillo sea la mejor ciudad para trabajar, porque yo nunca he trabajado ahí, aunque ahí he vivido siempre. Y es que escribir no es para mí un trabajo: es un oficio deleitoso que disfruto como el mejor placer. (Bueno, como el segundo mejor placer). Me alegra que Saltillo haya merecido ese título, uno de los muchos en que finca su merecida fama de ciudad bella, hospitalaria, laboriosa, culta, generosa… (Nota de la redacción. Nuestro estimado colaborador se extiende en una larga lista de adjetivos de encomio para su ciudad, lista que desgraciadamente nos vemos en la penosa necesidad de suprimir pues ocuparía todas las páginas de la edición de hoy de este periódico, y la mitad de la de mañana)… Juanilito lanzó un ululato de dolor. Pepito la había dado una patada en las gandumbas. ¿Qué son gandumbas? Son los testes, dídimos o compañones, vale decir los testículos. La profesora le preguntó al chiquillo: “¿Por qué le diste a Juanilito un puntapié ahí?”. “Él tuvo la culpa –se defendió Pepito-. La patada se la iba a dar en el fundillo, pero se volteó”… Don Poseidón y doña Holofernes no durmieron en toda la noche. Su hija Claribel había salido por primera vez con su novio, un sospechoso joven llamado Pitón Benarmato. “Regresa a más tardar a las 11 de la noche” –le había dicho la madre a la muchacha. Pero sonó esa hora y Claribel no apareció. Pasó la medianoche; dieron la una, las 3, las 6 de la mañana, y ni sus luces. A las 7 apareció la parejita. Doña Holofernes se precipitó a abrazar a la muchacha. “¡Hija de mi corazón! –clamó con acento desgarrado-. ¡Pensé que te había perdido para siempre y que no tendría ya quien me llevara al cine! ¡Bendito sea el Señor, que te trajo de regreso! ¿Qué película dan hoy en la tarde?”. Don Poseidón, severo, reprendió con aspereza al galancete: “¡Son las 7 de la mañana! ¿Por qué trae a mi hija a esta hora?”. Explicó el boquirrubio: “Es que a las 8 entro a trabajar”… ¡Ah, infelices padres! Bien dice la sentencia: “Hijos chicos, problemas chicos; hijos grandes, problemas grandes”… FIN.