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Ciudad en carne viva; Cali claroscuro
CIUDAD DE MÉXICO.- “La ciudad que amé de adolescente en mis recorridos en bicicleta y en mi búsqueda continua de teatros y de películas empezó a desaparecer o a deteriorarse desde 1970. De la arquitectura lindísima que se había levantado entre los años treinta y los cuarenta fue muy poco lo que quedó”. Así recordaba, con añoranza, el fotógrafo colombiano Fernell Franco (1942-2006) a su Cali querida, la misma de Jorge Isaacs, de la salsa caleña, la ciudad junto al océano Pacífico y de cultivos de caña de azúcar.
Franco, prácticamente un desconocido en México (aunque aquí estuvo en 1978 para participar en el Coloquio Latinoamericano de Fotografía), es presentado por primera vez a lo grande, con la exhibición más amplia de su trabajo que se ha organizado hasta el momento fuera de Colombia. A partir de hoy, el Centro de la Imagen expone la muestra Fernell Franco: Cali claroscuro, compuesta por 152 obras, divididas en ocho series, captadas por el colombiano desde 1970 hasta 1996.
Una ciudad con personajes sórdidos pero alegres, con escenarios antiguos casi sacados de una película de ficción, de paisajes derruidos por el tiempo, aparecen en las imágenes de la exposición producida por la Fondation Cartier pour l’art contemporain, quien antes la tuvo en París, Francia.
No se trata de una visión documentalista de la imagen, sino que “hay un carácter experimental de Fernell, quien no tenía la idea de sacralizar el negativo, de tener una copia perfecta y adoptó la tecnología para ver las cosas como se le ocurría”, explica Itala Schmelz, directora del espacio que acoge la muestra.
Lo marginal y lo poético
Se exhibe, a partir de hoy en el Centro de la Imagen, la muestra Fernell Franco: Cali claroscuro.
Fernell Franco nació en Versalles —municipio al norte del departamento del Valle del Cauca, Colombia—, pero realmente existió en Cali. “Cali indudablemente ha sido mi ciudad, el espacio que he habitado por muchísimos años, el que ha estado vinculado a mi memoria, y su destrucción y deterioro me han afectado muy hondamente”, dijo él mismo, quien transportó esa misma pasión y melancolía poética a su trabajo.
Fernell Franco: Cali claroscuro es la tercera muestra que se exhibe en el Centro de la Imagen luego de su malograda remodelación. La exposición exhibe ocho series en las que sobresale la presencia de Cali. Billares, de 1985, reproduce el ambiente de esos sitios que dejaron de existir en la ciudad; Demoliciones, de 1994, aborda de manera poética la destrucción de una ciudad a través de las grietas y ruinas que se van acumulando; Prostitutas (quizá su serie más conocida), de 1970-72, trata de revelar la realidad gozosa, prohibida y siempre marginal, de una vida que debe maquillarse para seguir existiendo.
“Una de las cosas más importantes de Fernell es que el contexto que se da en Cali. Siendo una ciudad muy cercana al Pacífico, hubo un crecimiento muy rápido, a principios del siglo XX era casi un pueblo, pero fue creciendo de una manera veloz por la industria y, por ende, de una manera despiadada socialmente, creció y creció, cuando Colombia entra en la etapa violenta hubo desplazamientos, marginalidad, pobreza y un grupo de artistas en los setenta, entre ellos Fernell Franco, pero también Óscar Muñoz, cineastas como Luis Espina y Carlos Mayolo mostraron ese lado”, explica María Wils, curadora de la muestra junto con Alexis Fabry.
Sin embargo, la marginalidad mostrada por Fernell y sus paisanos no fue abierta. Wils la define como “poética” y fuertemente unida “a la vida popular, a la salsa, a la música; en la literatura, Andrés Caicedo escribió libros muy conocidos que eran muy urbanos, ahí iban todos un poco colaborando en eso que es como un retrato de Cali”.
Pero el trabajo de Fernell no es documental ni de denuncia, sino que está instalado un paso antes, ese que se asegura de acercarse a los personajes y encontrar belleza en cualquier cosa, “de irle sacando estética a lo más cutre”. Itala Schmelz, directora del Centro de la Imagen, agrega que cuando en los setenta y ochenta “pesaba mucho la fotografía documental”, el colombiano formaba parte de otro grupo que “estaba atendiendo a la experimentación con el medio. Fernell, si bien retrata la ciudad, si bien hace un reflejo social de Colombia, lo que nos ofrece, y es absolutamente único, es su actitud experimental”.
De sus Billares, por ejemplo, elabora dos impresiones de la misma escena, sólo que en una el artista retoca con tinta verde los paños de las mesas. Sus imágenes adquieren así una apariencia plástica que va más allá de la simple instantánea. Retratos de la ciudad, de 1994, es quizás la más experimental de las series técnicamente hablando. Compuesta por trípticos, dípticos o collages, Fernell recorta, pega y modifica sus impresiones, es capaz de dejar sin estabilizar los químicos en el laboratorio para que la foto siga trabajando y forme un nuevo paisaje a partir de su negativo. “Es un fotógrafo plástico, un artista que está a la vanguardia y se está cuestionando el estatus de la fotografía en la era aún analógica”, concluye Schmelz.