Citius, altius, fortis

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Citius, altius, fortis

Ni aun los antiguos griegos que soñaron con una forma de vida basada en la democracia, el conocimiento y un cuerpo saludable, llegaron a imaginar el impacto que los Juegos Olímpicos tendrían en la sociedad de estos días. Fue hace 2 mil 800 años que un pequeño grupo de atletas se reunió en el estadio de Olimpia, para competir en sólo algunas modalidades deportivas. De acuerdo a la mitología griega, se trataba de honrar a Zeus por su victoria ante Cronos, otros dicen que fue por derrotar a Augias, rey de Elis. Se conoce que todas las competencias, a excepción de equitación, se celebraran en el estadio olímpico y fueron deportes de pista, boxeo y lucha. La Olimpiada coincidía con la luna llena después de iniciado el solsticio de verano y todos los deportes se practicaban sin ropa y los pies descalzos. 

En ese tiempo se excluía a las mujeres de participar y siquiera asistir como espectadoras. La prueba que al igual que hoy cerraba los juegos era el maratón, competencia que conmemora el heroísmo de Filípides que al triunfo de los griegos ante los persas en la batalla del Peloponeso, corrió los 42 kilómetros de distancia entre Maratón y Atenas para dar a conocer la noticia y al llegar morir de cansancio para antes exclamar: Nike (victoria). Siglos después, tras la conquista romana, el emperador Teodosio abolió los Juegos pues convertido ya al cristianismo, el imperio consideraba inmoral cualquier culto diferente a Jesús, entre ellos al físico, espíritu original de la Olimpiada.

Tuvieron que pasar casi 2 mil años, para que el barón francés Pierre de Coubertin recuperara la tradición griega. Lo hacía con el propósito de reforzar con el deporte los lazos entre la humanidad. Así, en 1896 se celebraron los primeros Juegos Olímpicos de la era moderna y fueron nuevamente en Atenas, Grecia. De entonces a la fecha, sólo las dos guerras mundiales han sido capaces de impedir su celebración y ahora la pandemia de COVID-19 que los retraso un año, a excepción de eso, la llama de Olimpia siempre ha sido encendida en el altar de Zeus.

Pero para sobrevivir, el movimiento olímpico tuvo en algún momento que acudir ante los intereses comerciales. Y es que los costos de organización son brutales pues para la edición 2020 de Tokio, se estima que el Gobierno japonés habrá gastado 15.4 mil millones de dólares para organizarlos. Esto es superior a los 12.6 mil millones del presupuesto del año pasado.

Para recuperar esta inversión, los patrocinadores son esenciales para convertir a los Juegos Olímpicos en el espectáculo más grande del mundo, que logre atraer no sólo a los mejores atletas, y ahora sin turistas por la pandemia, también a millones de televidentes. La información disponible dice que el Comité Olímpico Internacional recaudó 4 mil 870 millones de dólares en patrocinios.

Hoy son las corporaciones globales como Coca Cola, Airbnb, Alibaba, Intelm, General Electric, Acer, Procter&Gamble, Samsung, McDonalds y Omega, Panasonic y Bridgestone, quienes pagan parte de los juegos, algo muy distinto a lo que algún día soñó Pierre de Coubertin. Según los datos disponibles, tan sólo la NBC, la cadena televisora estadounidense, pagó casi mil 200 millones de dólares por transmitir los juegos en su país, y que ha pagado desde el 2012, 4 mil 300 millones de dólares más por los derechos de transmisión. Al final y como sucede en cualquier actividad humana, el mundo de los negocios controla los Juegos Olímpicos.

Desde su nacimiento, han pasado dos milenios, dos guerras mundiales, dos pandemias, la creación de la ONU, la caída del comunismo, dictadores, imperios enteros que desaparecieron como el Otomano y el Austrohungaro, pero los juegos olímpicos no se detienen y han podido ir más lejos, llegar más alto y ser más fuertes que los conflictos de los humanos. Hoy a pesar de todo, siguen siendo un gran evento, una conmemoración que inspira a generaciones.

Han pasado 125 años del discurso inaugural del rey Jorge de Grecia que en los primeros juegos olímpicos de la era moderna dijo: “Declaro abiertos los Primeros Juegos Olímpicos Internacionales” y al final remató: “Lo esencial en la vida no es vencer, sino luchar bien”.

@marcosduranf