Cine de ayer (II)

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Cine de ayer (II)

Sucede que Cholita se internó en el asilo de ancianos. Cholita –detalle importantísimo, por lo cual ya no es detalle– es doña Sara García. En el asilo se topa con un antiguo novio: Rubén Darío López de Urquijo. Ese novio no le cumplió la palabra de esposo que le dio. Desapareció un buen día, y Cholita se quedó esperándolo. Ella recuerda, sin embargo, los versos que él le escribió:

Recordar, perdonar, haber amado,

ser feliz un instante, haber creído,

y luego reclinarse fatigado

en el hombro de nieve del olvido.

Huir del mar, y en el tranquilo lago

disfrutar de las ondas en reposo.

Dormir... Soñar... El sueño, nuestro mago,

es un sublime y santo mentiroso…

A Cholita le gusta la poesía. Se sabe de memoria infinidad de poemas. Y cuando el asilo –manejado por dos monjitas– entra en apuros económicos, a Cholita se le ocurre concursar en el Gran Premio de los 64 mil pesos. Quiere ganar ese dinero para darlo a la casa y así salvarla de la ruina. Su tema: poetas mexicanos del siglo diecinueve y principios del veinte.

Don Pedro Ferriz le dice que el tema es muy extenso. Tantos poetas hay, y tanta poesía. Pero ella necesita el dinero para rescatar el convento. Empieza el interrogatorio. Cholita va contestando con tino todas las preguntas. ¿A quién se le llama “El poeta del hogar”? A Juan de Dios Peza. ¿A quién dedicó este poema Salvador Díaz Mirón? A Victor Hugo. Diga usted quién es el autor de los siguientes versos:

Mientras tu canto resuena

yo pienso en la patria mía.

Sólo por dejar mi pena

en tus orillas de arena

vine de mi serranía.

-No es autor –dice doña Sarita con traviesa sonrisa–. Es autora. Los versos son de doña María Enriqueta Camarillo, que fue esposa del finado don Carlos Pereyra.

-¡Correcto!

Y viene la pregunta final, la de los 64 mil pesos:

-El año de 1911 apareció en la Revista Moderna un poema breve que no se publicó después en ningún libro. El primer verso de esa composición dice así: “Recordar, perdonar, haber amado...”. Complete usted el poema y diga quién es su autor.

Sarita sonríe durante todo el tiempo que le dan para pensar la respuesta. No necesita pensarla. Ante el señor Ferriz repite los versos de memoria, y luego dice el nombre del autor: Rubén Darío López Urquijo. Don Pedro se turba.

-Perdone usted, Cholita. No es ése el nombre que tengo en mi tarjeta.

-Ah, sí –replica doña Sarita sin dejar de sonreír–. Tiene usted razón. Es Rubén Darío López DE Urquijo.

-Tampoco es ese el nombre que tengo registrado. Lo siento mucho, doña Cholita. No respondió usted a la pregunta. El autor de esos versos es Manuel Gutiérrez Nájera.

Sarita se vuelve hacia don Julio Villarreal, que hace el papel de Rubén Darío, y le dice con infinita tristeza:

-También en esto me engañaste, bandido.

Entonces uno se aflige y siente la tentación de llorar aunque sea un poquito.

No gana el gran premio, pues, doña Cholita. Pero al día siguiente llega al asilo una multitud de personas con donativos en dinero que sobrepasan por mucho los 64 mil pesos. El convento se salva; Ángel Infante, aún sin merecerlo, consigue el amor de Irma Dorantes, y todo termina como todo habrá de terminar al fin: bien.

Linda película esta de Ismael Rodríguez y Carlos Orellana. Me gusta, aparte de todo lo demás, porque en ella aparecen mencionados María Enriqueta, por la que siento tan especial afecto, y su esposo, el gran historiador saltillense Carlos Pereyra, a quien la necedad oficialista condenó a injusto olvido.