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Cien años de la Bauhaus, la escuela que definió la modernidad
En 1919 el arquitecto alemán Walter Gropius, al frente de un grupo de otros arquitectos, diseñadores, pintores y escultores fundó una escuela con la intención de crear una práctica artística inclusiva con todas las disciplinas, que no hiciera distinción el arte creativo y el diseño funcional.
Heredera a su vez de una tradición modernista que cada vez abogaba más por la carencia de ornamentación innecesaria en las obras, la Bauhaus abrió sus puertas a los creativos alemanes ese año en la ciudad de Weimar, su primer hogar.
Con maestros como los pintores Paul Klee, Wassily Kandinsky, los arquitectos Mies Van der Rohe, el diseñador Lazlo Moholy-Nagy y el escultor y escenógrafo Oskar Schlemmer los alumnos de este primer periodo se convirtieron en creadores de obras que rompieron con las estéticas tradicionales del arte.
El desarrollo de esta escuela sucedió a la par que las vanguardias en el resto de Europa cuestionaban de igual forma el arte que los precedió. Pero mientras los dadá, los cubistas y los otros artistas de la época experimentaron sobre el lienzo y fuera de él en la Bauhaus se gestó todo un estilo de manera más sistemática que nos acompaña hasta el día de hoy.
Por ello es que podemos encontrar sus vestigios en aplicaciones tan cotidianas como los señalamientos —con sus iconos sencillos y claros y su estructura geométrica—, la arquitectura —cuyo estilo internacional es el padre de los rascacielos cubiertos de vidrio— y el diseño industrial, con ejemplos tan cotidianos como el iPhone o la utilización del acero tubular en mueblería.
Hasta la danza y el teatro cuentan con influencias gracias al trabajo de Schlemmer, quien con su Ballet Triádico —sobre el cual hablamos con más detalle el 1 de enero del 2017— rompió también con la tradición en estas disciplinas.
Sin embargo, sus posturas de izquierda la convirtieron en el foco del desdén nazi durante el ascenso de este partido al poder y una vez que asentó en él y a pesar de los intentos reiterados de Gropius por asegurar que no tenían intereses políticos en la institución fueron obligados a mover la Bauhaus en dos ocasiones: A Dessau en 1925 y a Berlín en 1932.
En particular su periodo en Dessau estuvo marcado por las intenciones políticas que entonces sí instauró su director, Hannes Meyer, también arquitecto, lo cual no hizo más que incrementar la antipatía del nuevo regimen y volvió prácticamente imposible que Mies Van der Rohe, su tercer y último director, pudiera mantenerla en pie sin constantes intervenciones, por lo que tanto él como el resto de sus miembros decidieron cerrarla en 1933.
Pero aunque el instituto en si dejó de existir no así sus ideas, cuyos portadores, tanto alumnos y maestros, las llevaron a otras partes del mundo, en los extremos socialistas y capitalistas, por lo que su influencia, como se mencionó antes, perdura hasta nuestros días.