Tijuana, BC. En 15 años, Guadalupe Olivas Valencia, de 44 años de edad, fue deportado tres veces de Estados Unidos. La última fue el martes 21 de febrero, una hora antes de que decidiera quitarse la vida lanzándose desde el puente de El Chaparral, ubicado a menos de 100 metros de la garita donde había sido entregado.

El delegado del Instituto Nacional de Migración (INM) Rodulfo Figueroa Pacheco, detalló que la noche del lunes había cruzado la frontera por los carriles vehiculares y la mañana del martes fue entregado a México junto con un grupo de connacionales.

Un agente de repatriación humana del INM le aplicó una entrevista para allegarse de elementos de convicción que se trataba de un hombre de nacionalidad mexicana ya que carecía de documentos de identidad.

Se había comportado de manera "normal", se le ofreció comida y acudir a un albergue, además, como a todos los repatriados, se le ofreció apoyo médico, sicológico, legal y contactar a su familia vía telefónica, pero no aceptó y salió por su cuenta del recinto federal, dijo el funcionario.

Olivas Valencia había pedido asilo en Estados Unidos pero le fue negado; la oficina de Inmigración y Control de Aduanas determinó su expulsión de California, donde fue detenido por la frontera con Tijuana, donde tiene familiares.

Originario de Los Mochis, Sinaloa, donde nació el 9 de octubre de 1971, Olivas Valencia era padre de dos hijos y una hija, según se puede constatar en su cuenta de Facebook.

Mientras tramitaba la recuperación del cuerpo, Cristina Valencia confirmó que el día de la muerte de su hijo se cumplieron tres años del fallecimiento de su esposa, y negó la versión de que tenía otra esposa e hijos en territorio estadunidense. Mencionó que la causa de pedir asilo no fue por la violencia en Sinaloa, porque Guadalupe vivía en Tijuana como el resto de la familia.

Cristina Valencia afirmó que su hijo habló con ella por última vez el domingo pasado. "Estaba muy mal y nada más se despidió".

"No sé los motivos (del suicidio), yo lo vi muy mal", dijo al referir el estado de ánimo de su hijo. A pregunta de si tenía alguna preocupación, respondió: "Ya no puedo decir más", a punto del llanto frente a la sede del Servicio Médico Forense, donde le entregaron el cuerpo de su hijo a quien sepultará en Tijuana.

La familia reside en esta ciudad desde hace más de 30 años. "Cuando quedé sola me los traje chiquitos (a sus hijos); me fui a trabajar a Estados Unidos, por eso tenemos una casita aquí y yo le doy gracias a Estados Unidos porque yo trabajé años allá", dijo.

La señora Valencia, dijo, además que su Olivas no vivía en Estados Unidos, sino en Tijuana, contrario a la información que se ha difundido.