CHILPANCINGO, GRO.- El asesinato de los sacerdotes Iván Añorve Jaimes y Germaín Muñiz García provocó una disputa entre la Fiscalía General de Guerrero (FGE) y la Iglesia y recordó a los guerrerenses que en los últimos años la muerte se ha mantenido cerca de los curas: en nueve años siete fueron asesinados.

Este miércoles, la diócesis replicó a la FGE y le pidió que no dé declaraciones basadas en “supuestos” porque dañan la reputación de Germaín Muñiz. Ello, luego de que el titular de la dependencia, Javier Olea Peláez, dijo que a los curas los mataron por una riña en el jaripeo y porque a Germaín Muñiz lo ubicaron como integrante de un grupo delictivo.

La Iglesia exigió que la investigación sea objetiva, verídica y apegada a derecho y a la verdad. Sobre las imágenes donde aparece el sacerdote con armas largas, el vocero de la diócesis, Benito Cuenca Mayo, admitió que fue una imprudencia, pero descartó que estuviera involucrado con un grupo delictivo.

Por otra parte, entre rezos y lágrimas los sacerdotes fueron sepultados por los feligreses.