China y la nueva ruta de la seda

Usted está aquí

China y la nueva ruta de la seda

Con una historia milenaria de creatividad, disciplina y organización colectiva, desde 1978 China inició un largo proceso de redirección de su revolución; con el líder transformador Den Zhiaoping (1904-1997), el gigante asiático dio un giro económico gradual hacia el mercado, pero sosteniendo la política de Partido Político único con Comités Comunitarios, Distritales, Municipales, Provinciales y un Comité Central donde surgen directrices políticas, económicas y administrativas para la nación más con casi mil 400 millones de habitantes.

“El gran salto hacia adelante” de Mao Tse Tung en 1958, con sustanciales sacrificios logró la industrialización, pero los planes estatistas no dieron el resultado esperado para la población y el reto no fue menor. Se inició una transformación que permitió paulatinamente la propiedad privada de medios de producción e inversión extranjera directa.

A más de 40 años, el proceso progresivo es orientado por el Estado a través de Planes Quinquenales emanados del Comité Central del Partido Comunista, esto es el “socialismo de mercado” por el impulso estatal a la economía, pero con transferencias sociales para redistribuir el ingreso: pensiones, seguro médico y seguro de desempleo, entre otras.

Se planeó inversión pública estratégica en infraestructura productiva, educación integral e investigación científica, de 1990 a 2010 el país asiático logró 9.5% promedio en el Producto Interno Bruto, con la crisis del 2008 se redujo a 6% promedio y, con la pandemia mundial, se sitúa en alrededor de 4%.

Con costos salariales menores, inundaron al mundo subdesarrollado de productos de menos calidad a bajo precio, obteniendo amplias ganancias e incremento de contribuciones fiscales; continuó así el proceso en tercera y cuarta generación de tecnologías, con bienes y servicios de alta calidad para países desarrollados.

Disminuidas las cadenas de valor globales por la crisis hipotecaria de Estados Unidos, los estrategas de la economía china decidieron fortalecer el mercado interno elevando paulatinamente los salarios, así se contuvo la caída del PIB.

Según el Banco Mundial, en las últimas décadas la pobreza en el umbral de 3.2 dólares al día descendió 66%, manteniendo esa condición alrededor de 20 millones de personas, sobre todo en las áreas rurales. Sin embargo, aunque se hacen esfuerzos por reducir su contaminación, la población china contribuye con 10% al calentamiento global.

Por otra parte, el turismo es una actividad primordial: por su historia y cultura ancestrales en 2017 recibieron 139 millones de turistas (11% del PIB), pero también en ese año su población contribuyó con 16.6% de la economía turística global.

Ya con el Yuan -“moneda del pueblo”, o Renminbi-, como divisa de intercambio internacional, sobre todo en Asia, ahora el país de los dragones es la segunda economía del mundo y se prevé que en 20 años ocupe el primer puesto.

A pesar de sus añejos conflictos en su área de influencia –con Japón, Corea del Sur, Vietnam-, el espacio vital chino se ensancha y se fortalece hacia el norte, con acuerdos de cooperación económica, científica, cultural y militar con Rusia. Además, se han integrado al Acuerdo de Integración Asia-Pacífico y se firmaron acuerdos de cooperación con países de África y América Latina (Venezuela, Nicaragua, Cuba, Brasil, Chile y Argentina).

Con este respaldo económico y con presencia en medio oriente –con Irán como aliado político-, en Asia central, en países progresistas de Latinoamérica y en el centro africano, el régimen del presidente Xi Xinping –con posibilidad de reelección permanente- juega un papel de primer orden en la geopolítica de transición al mundo multipolar sin un solo país preponderante o región hegemónica.

Desde hace años se ha complicado la relación China-Estados Unidos, lo que para México implica la necesidad de una diplomacia de alto nivel que no afecte la relación económica y política con Norteamérica.

Con China como principal protagonista, el mundo se acerca cada vez más a la multipolaridad y este proceso es y será complicado. La “ruta de la seda” ahora es todo el mundo.