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Cena de negocios
Hay muchas cosas que pueden salir mal durante una comida de negocios.
Lo primero que hay que pensar a la hora de organizar una comida de negocios es la elección del restaurante.
Puede que creas que una reunión de esta índole es algo fácil, pero en realidad es un campo lleno de metidas de pata. Por ejemplo, considera el caso de Carmela Nuttal, ella nunca olvidará su peor experiencia en este campo.
Era la primera vez que ella se iba a encontrar en persona con aquel nuevo cliente potencial.
Nuttal, experta en charlas motivacionales, dice que su invitado, una persona a todas luces arrogante, no le dio ninguna explicación tras aparecer media hora más tarde de lo convenido, en el restaurante donde habían quedado de verse. Y para colmo, una vez que su invitado se sentó a la mesa se dedicó a hablar exclusivamente de sí mismo.
Y todo mientras le pedía al mesero el platillo más caro del menú, y le decía a su anfitriona que ella tendría que pagar toda la cuenta, porque él no traía dinero.
“Fue lo peor que me ha pasado en la vida”, afirma Nuttal, una ejecutiva experimentada de 42 años.
Los elementos involucrados
Lo primero es lo primero: una comida de negocios no es como salir a cenar unos tacos con tus compañeros de oficina. Eso es simplemente socializar con los colegas.
Una reunión de negocios normalmente se lleva a cabo en un restaurante de categoría, con alguien de otra organización, o al menos con alguien que no forma parte de tu equipo de trabajo.
Y la conversación por lo regular incluirá temas de negocios, como ventas, acuerdos o negociaciones que beneficiarían a ambas partes.
Pero hay muchas cosas que pueden salir mal durante una comida de esta naturaleza. Puede que creas que una reunión de esta índole es algo fácil, pero en realidad es un campo lleno de sorpresas y actos desagradables.
Desde la elección del lugar, hasta qué platillo eliges; si debes beber o no alcohol, cómo se paga la cuenta... Hay una serie de elementos que pueden dar al traste con la reunión.
Hablar de política o de religión es casi siempre algo que hay que evitar, pero ¿qué pasa si en una conversación inocente sobre los temas de actualidad, se cuela la insistencia de Donald Trump en construir un muro a lo largo de la frontera mexicana o lo que significa la firma del Brexit?
En fin, le preguntamos a los expertos para que nos guiaran al respecto.
¿Beber o no?
En toda comida de negocios debe considerarse que hay gente que sigue determinadas reglas éticas o religiosas. Como por ejemplo, no comer carne roja los viernes de Cuaresma, por lo que elegir un restaurante especializado en carne de cerdo no sería una buena idea, pero sí un lugar donde sirvan un buen pescado.
Sea como fuere, una vez que haz reservado mesa en un restaurante apropiado, una de las grandes preguntas es: ¿puedo pedir una bebida alcohólica?
La experta británica en etiqueta Jo Bryant dice que lo mejor es evitar el alcohol, porque el ambiente social de un restaurante, junto con el alcohol, “puede hacer que olvidemos fácilmente que la reunión tiene un objetivo que requiere pensar con claridad.
“De hecho, si bebes más de una copa, quizás te relajes demasiado y acabes aceptando hacer algo de lo que luego te arrepentirías”, afirma Bryant.
“Pero en una reunión de negocios es importante mantenerse concentrado y con todo tu brillo profesional”.
Por lo tanto, no es quizás la opción más sabia...
Sin embargo, el experto en negocios Phil Jones, establecido en Londres, sugiere un término medio en relación a involucrar la bebida en una cena de negocios.
“Deja que la otra persona tome la iniciativa”, señala. “Y toma en cuenta que una copa a veces ayuda a relajarse. Y es una forma de hablar de temas más profundos, con un poco más de libertad”.
Temas vetados
Pero incluso sin alcohol, las conversaciones en una comida de negocios pueden fácilmente torcerse hacia otro lado.
“Algunas personas se lanzan a soltar diatribas sobre temas candentes, y en la actualidad hay muchos de estos temas. Esto nos lleva a cuestionar la capacidad de juicio de nuestro interlocutor”, explica Flintoft.
“Pero tiene que haber una buena mezcla entre una conversación auténtica y un simple intercambio de ideas”.
Nuttal dice que debería haber una serie de temas vetados. “Por ejemplo, no hay que hablar de sexo, política, religión, ni tampoco hablar mal de otra persona o de otra empresa (no hablar de manera negativa de tu propia empresa ni de la empresa de la otra persona)”.
Y hay que evitar airear los problemas personales.
“En una cena de negocios un ejecutivo me contó que estaba teniendo una aventura con una mujer que no era su esposa, y yo fui la primera persona a la que se lo dijo”, explica. “O sea que una persona que era totalmente desconocida me asignó el papel de psicóloga o de terapeuta para que le aconsejara sobre el asunto”.
El tiempo disponible
Sea donde fuere la comida, y sea cual sea el tema, William Hanson, coach de etiqueta británico, recomienda tener en cuenta el tiempo que la otra persona tiene disponible.
“Las peores comidas son las que parece que nunca van a terminar, y en las que tu interlocutor piensa que no tienes que ir a ningún sitio o que no tienes compromisos de ninguna otra índole que no sean los de tu trabajo”.
¿Quién paga?
¿Hay que dividir la cuenta entre el número de comensales?
Cuando se trata de pagar, Hanson tiene una regla sencilla: “quien hace la invitación y la reserva del sitio, paga”, afirma.
Para evitar que haya una situación incómoda o falta de claridad cuando llegue la cuenta, Hanson sugiere que la persona que invitó hable previamente con cajero del restaurante.
“Esto elimina las dudas desagradables sobre el dinero o la forma de pago al final de la comida”, explica.
Pero el enfoque de Hanson se vuelve más relajado si comer con determinado cliente o socio del negocio se vuelve algo muy frecuente. Si este es el caso, entonces de debe optar por dividir el monto de la cuenta.
“Por ejemplo, en ese caso, se puede acordar el sistema de una vez pagas, y a siguiente vez no”.
Por otra parte, Hanson añade que si una de las partes ha viajado una larga distancia, siempre debería ser considerada comola invitada. Pero, en general, si hay cierta confianza, la cuenta debe pagarse a medias.
Y es mejor no pedir un platillo difícil de comer.
“Suelo recomendar restaurantes que tengan un ambiente animado, para que se pueda hablar sin que te oigan en otras mesas. Esto significa decidirse por sitios que no sean demasiado silenciosos, y que no tengan la música muy alta, ya que si tienes que levantar la voz, se hace muy difícil tener una conversación bien centrada, sobre el tema que deseas abordar”.
Flintoft destaca también la importancia de elegir un menú adecuado.
“Yo personalmente nunca pido, por ejemplo, algo que incluya elote ya que es fácil que se te queden los restos entre los dientes”, explica.
La experta también evita los espaguetis o los alimentos con salsas, o cualquier cosa que requiera de un gusto muy especial, como por ejemplo los mariscos.
“Durante una comida de negocios, quiero concentrarme en mi acompañante, y no tener que pelearme con lo que estoy comiendo”, señala Jenny.
En fin, piénsalo bien antes de organizar una comida de negocios. (Dave Gordon/ BBC)
CÓMO DAR UN BUEN SERVICIO
Muchos emprendedores novatos no saben cómo tratar a los consumidores.
Y esto puede afectar gravemente las ventas.
Los expertos concuerdan en que el mal servicio es el destructor de muchos negocios, en términos de pérdida de clientes y reducción de ganancias. De hecho, muchos dueños de negocios, no obstante su pasión, dejan al margen la calidad en el servicio al cliente. Y esa percepción desalienta al consumidor.
Vender no es un trabajo fácil, y los novatos comúnmente no saben por dónde empezar ni cómo. Chip Bell y Ron Zemke, dos expertos en este campo, comparten ocho sugerencias para mejorar en esta área tan crucial para el éxito de un negocio.
1. Busque personal de calidad
Asegúrese de saber que es lo que significa para usted un buen servicio al cliente. Entrene a su personal en este sentido, hágalos confiables y motívelos a satisfacer a los consumidores.
2. Conozca sus clientes
Esto significa escucharlos de manera personal, entenderlos y responder a sus necesidades y expectativas. Busque a los clientes que se han quejado o que han dejado de comprar para entenderlos y evitar los mismos errores en el futuro.
3. Construya una visión de servicio que todos vean claramente
Esto significa valorar el servicio al cliente, tanto frente a ellos como en su ausencia. La visión de servicio debe ser fácil de entender para el consumidor.
4. Demuestre que hacer negocios con usted es un acto agradable
Un proceso de entrega de servicio bien diseñado hará que sea más fácil hacer negocios. El proceso debe ser amigable con los empleados y con los clientes. Si los empleados encargados de dar el servicio no están felices, el proceso no funcionará.
5. Capacite de manera continua
Las empresas que dan un excelente servicio al cliente usan entre el tres y el cinco por ciento de los ingresos para entrenar a su personal, tanto a los nuevos como a los más experimentados. Los expertos han descubierto que mantener a todos actualizados en tecnología y formas de vender es crítico para el negocio.
6. Involucre, empodere e inspire
Involucre a los miembros de su equipo en resolver los problemas de los clientes, así como en corregir los procesos defectuosos que generan esos problemas. Empodérelos a ver más allá de simples reglas, hábitos y rutinas para solucionar las cosas. Y no olvide la inspiración; la inspiración permite crear emoción y compromiso a través de la pasión y las acciones.
7. Reconozca, incentive y celebre
Por lo regular a la gente le gusta hacer un buen trabajo. Y el mejor incentivo para lograrlo es darles algo bueno a cambio. No olvide reconocer los logros y los esfuerzos de sus empleados.
8. Establezca el tono y predique con el ejemplo
Le guste o no, usted es un modelo a seguir. La forma como usted habla y trata a los proveedores, socios, empleados y clientes, les dice a los demás cuáles son las reglas a seguir para mantener a todos contentos.(Martin Zwilling/BBC)