Cataluña vota entre el pasado y el futuro

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Cataluña vota entre el pasado y el futuro

Una mujer presenta su voto para las elecciones regionales catalanas en un colegio electoral en Barcelona, España: Foto: AP
"Aquí nos pegaron", cuenta Eli, una maestra de 35 años. "Estuvimos desde las cuatro de la mañana defendiendo el colegio. Pero se llevaron las urnas". A su lado, Miriam, de 49 años, muestra una foto icónica de los incidentes durante el referéndum: una joven aferrándose a una urna. "Es mi hija", asegura.
Tenemos un presidente en el exilio por mantenerse firme. Tenemos presos políticos. La relación con España nunca será la misma"..
Xavi

La cola de votantes serpentea hasta la calle. A pocos metros, unos niños juegan al fútbol bajo el sol invernal. Nada en la escuela Ramon Llull de Barcelona parece recordar que hace menos de tres meses se convertía en epicentro de uno de los días más traumáticos en la historia de la democracia española.

Pasaron 81 días entre el convulso referéndum soberanista del 1 de octubre, cuando los choques entre votantes y policías que tenían orden de impedir la consulta ilegal dieron la vuelta al mundo, y las decisivas elecciones autonómicas de hoy en Cataluña convocadas por el Gobierno de Mariano Rajoy para frenar la crisis independentista.

Las dos votaciones se superponen en la memoria de los votantes en el Ramon Lull, uno de los colegios donde el 1 de octubre volaron sillas, corrió sangre y se dispararon proyectiles de goma. Palabras como "vergüenza", "salvajada", "dictadura" se mezclan hoy en la cola con otras como "esperanza", "normalidad" y “democracia".

"Aquí nos pegaron", cuenta Eli, una maestra de 35 años. "Estuvimos desde las cuatro de la mañana defendiendo el colegio. Pero se llevaron las urnas". A su lado, Miriam, de 49 años, muestra una foto icónica de los incidentes durante el referéndum: una joven aferrándose a una urna. "Es mi hija", asegura.

Xavi es el más enfadado de los tres. "Ese día llovía. Nos hicieron tirar los paraguas porque decían que íbamos armados", recuerda. El hombre, de 52 años, reprocha que las elecciones de hoy se produzcan con el destituido "president" catalán Carles Puigdemont en Bruselas y con ex miembros de su Gobierno presos.

La gente vota en las elecciones regionales de Cataluña en una mesa de votación en la Universidad de Barcelona en Barcelona, España. Foto: AP

"Tenemos un presidente en el exilio por mantenerse firme. Tenemos presos políticos. La relación con España nunca será la misma”.

Que los tres se centren en los incidentes de octubre refleja bien la campaña a las inusuales elecciones de hoy. El independentismo logró que se hablara más de las actuaciones judiciales contra sus líderes que del plan soberanista, su fracaso final y su herencia de incertidumbre social, política y económica.

Por eso, los tres votantes toman distancia cuando se les pregunta no ya por el pasado, sino por el futuro. "Espero que haya república", zanja Xavi. Miriam le pide cautela: "Eso no pasará. Tal vez a largo plazo, pero no ahora". Eli espera algo más concreto de las elecciones de hoy: "Que saquen a los presos políticos y que nos respeten”.

Los tres llevan un lazo amarillo: símbolo del reclamo por la liberación de los líderes independentistas que siguen encarcelados en Madrid investigados por su papel en el plan soberanista, incluido Oriol Junqueras, ex vicejefe del "Govern" y líder en muchas encuestas para las elecciones de hoy. Otros votantes visten bufandas amarillas.

En rigor, está prohibido acudir a votar con símbolos políticos. "Pero tampoco vamos a rizar el rizo", explica Francisco, apoderado electoral del partido antiindependentista Ciudadanos. "Vamos a centrarnos en todo lo bueno y dejar que lo malo quede atrás. La jornada es tranquila, la gente está votando con absoluta normalidad”.

Entre los apoderados que se mueven en el río de gente que acude a votar aparece una de las protagonistas de los incidentes del 1 de octubre: Marta, una joven que denunció ese día "tocamientos" por parte de la Policía y que le habían roto todos los dedos de la mano, aunque luego aclaró que solo tenía una inflamación en una falange.

Medios y políticos usaron ese cambio de testimonio como prueba de que en Cataluña se exageró la violencia policial en el referéndum. "Me han hecho intimidaciones, recibí amenazas, fui acosada por la prensa", cuenta en el Ramon Llull. "Tuve que cambiar mi número de teléfono”.

La mujer de 34 años vive las elecciones de hoy en una situación bien diferente, ahora como apoderada del partido independentista antisistema Candidatura de Unidad Popular (CUP). "Volver a estar en un colegio con urnas es muy chocante a nivel emocional. Ni positivo ni negativo: chocante", define.

Marta es escéptica sobre el impacto de los comicios. Ganen los soberanistas o los "constitucionalistas", analiza, "todo seguirá igual". Sí espera que Europa cambie de actitud y se implique en la crisis catalana: "Que den validez al resultado y que empiecen a negociar. Europa está desaparecida”.

A la salida del colegio, los niños siguen jugando a la pelota ajenos al proceso electoral. Dos ancianos que votaron salen sorteando las cámaras de televisión y evaden a un periodista que intenta preguntarles en inglés. "Cuánta prensa por aquí hoy...", comenta uno al otro. Cataluña vota con normalidad, pero no es una elección más.