Cartuchos quemados
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Cartuchos quemados
El declive de una administración también se nota en su agenda temática.
Cuando inicia, un Gobierno establece la suya. O si se quiere ver desde la óptica cultural y la manera en la que se asume el poder por estos lados, se decide el legado del gobernante en turno.
Algo de eso queda en los Planes de Desarrollo; la mayor parte lo percibimos en los discursos, los emblemas, la naturaleza de los programas y las decisiones tomadas cotidianamente.
Para que la agenda temática sea perceptible, se requiere que toda la maquinaria burocrática entienda las prioridades de la cabeza. Un Gobierno que apenas va acoplándose difiere de otro que, sea por la continuidad político o cualquier otro factor, está mejor engarzado.
Coahuila de este sexenio, para mal o para bien, ha sido un muy buen ejemplo de una estructura bien engarzada.
Diferencias entre personajes habrá, por supuesto; pero la cadena de mando está bien definida: mientras estuvieras en la gracia, todos los recursos y apoyo; tan pronto se fastidiara aquél, a la sombra. Así de efectiva la maquinaria y ni al caso enlistar nombre y apellido de ejemplos vivientes.
Tan buen ejemplo, como digo, que la agenda temática fue bastante clara. Tan clara como efímera.
Cuando esta administración comenzó, se veía venir un Gobierno echado hacia lo profesional y técnico. Pocos lo creerán ahora, pero el discurso y las acciones después de campaña parecían señalar ese camino. Hasta se elaboró una Ley Orgánica que presentó el entonces Gobernador saliente (ya sabemos, el buscado por la DEA norteamericana) para que quien todavía despacha no perdiera tiempos legislativos en eso.
Pero la realidad se impuso y las carteras se fueron a manos de los ya conocidos. Hasta aquello de quitarle los tentáculos electorales a la Secretaría de Desarrollo Social, vía la nueva Ley Orgánica, fue eliminado para impulsar un Alcalde y su Teleférico, para tener un delfín…
Entonces, la agenda regresó a la construida desde la diputación federal: los derechos humanos.
Todos se volcaron hacia el tema. Y cómo no: todo lo que tuviera las palabras “derechos humanos” era financiado, apoyado, inaugurado. Había, si se quiere ver así, subtemas.
En esa etapa, aquello del cuidado de la salud y el programa para bajar la barriga, la equidad de género y el compromiso de un gabinete mitad hombres, mitad mujeres.
Dentro de los derechos humanos, lo de la transparencia, a manera de contraataque al pecado original de esta administración.
Derechos humanos, pasó. La barriga nunca bajó, lo del cincuenta-cincuenta en el gabinete fue espejismo. Los familiares de los desaparecidos se cansaron de reuniones sin solución, las leyes de pensiones se fueron contra la tercera edad, los jubilados y los pensionados. La parte ilegal de la megadeuda y la persistente ausencia de rendición de cuentas no se limpia con cursos y leyes. El tema se dejó de lado.
Luego, la energía. Hasta la publicidad cambió. Luego, por aquello de la suerte, el contexto internacional y un largo etcétera.
Lo de la seguridad fue un tema ineludible, pero no fue la cara que se quiso mostrar. Solo lo han sacado cuando hay buenas cifras.
Tan bien definidos como pasajeros. En sus manos, rápido se quemaron los temas.
En febrero, la Conago nombró al titular del Ejecutivo como coordinador de la comisión Asia-Pacífico. Al día de hoy, ni se ha instalado ni tiene agenda. ¿Será que no quedó otra más que pensar en temas fuera de Coahuila y México?
@victorspena
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