Carta abierta a Ricardo Anaya

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Carta abierta a Ricardo Anaya

Ricardo Anaya Cortés. Presidente del Comité Ejecutivo Nacional del PAN:

Soy un convencido de que la democracia no se ha instalado en Coahuila pese a que consejos ciudadanos organizan las elecciones desde hace 27 años. Antes de 1990 (año en que desapareció la Comisión Federal Electoral dependiente de la Secretaría de Gobernación) las condiciones de los procesos eran inequitativas y por lo mismo sus resultados engañosos. No aplicaban entonces los principios rectores de la función electoral.

En 2017, sin embargo, la situación política sigue siendo la misma con IFE o INE, con IEPC o IEC: la democracia en Coahuila es un animal mitológico.

Si bien el asunto es multifactorial y digno de profundo análisis, una de las causas principales ha sido la injerencia del grupo en el poder (temporal aunque sistemática) en los procesos internos de los partidos políticos. Da lo mismo si es designación directa de candidatos o consulta a la militancia. Al ciudadano le toca elegir, en última instancia, lo que otros ya se repartieron antes.

Y es ahí, en esa delicada fase del proceso electoral, donde la oposición ha perdido la posibilidad de arrebatar el poder a quienes lo ejercen desde hace 88 años.

Y sin alternancia política –justo es decirlo– no hay contrapesos ni organismos autónomos.

Ahora bien, como nunca antes, Acción Nacional tiene posibilidades reales de acceder a la gubernatura de Coahuila el próximo 4 de junio.

Por ello me inquieta, como ciudadano apartidista pero interesado en el acontecer político del Estado, el contenido del comunicado que difundió ayer el Senador y aspirante a la candidatura por el PAN, Luis Fernando Salazar, donde manifiesta lo que se sabe en Coahuila desde que inició la negociación entre los seis pretendientes, en septiembre del año pasado: el proceso está viciado de origen para favorecer a Guillermo Anaya, quien está incrustado en ese grupo de seis (actualmente de cuatro) como factor de división. Es su Caballo de Troya.

A mi juicio, la crisis que atraviesa el PAN en estos momentos no ha sido propiciada por Salazar, quien como cualquier ciudadano que ve violentado un derecho pide legítimamente le sea restablecido, sino por los intereses políticos que representa Anaya. Por la mano que mece la cuna.

También me llama la atención que como segunda fuerza electoral en la entidad, y destinatario de las conspiraciones filtradas entre el presidente de la Fundación Colosio del PRI, David Aguillón, y el consejero del Instituto Electoral de Coahuila, Alejandro González Estrada, el PAN haya hecho mutis del caso, avalando indirectamente la parcialidad del árbitro, y optando por mantener el statu quo.

¿De verdad van a transar con alguien a quien su propio hermano califica de “traidor” pese a que “lo dejó” en la gubernatura?

Como abogado me preocupa que sin escuchar a la parte demandante, en este caso Salazar, prejuzguen con autoritarismo que el proceso ha sido “justo, transparente y equitativo” como afirmó el CEN ayer en un comunicado. Algo que, en última instancia, sólo podrán confirmarlo los Tribunales.

Es cierto: existe la experiencia de panistas que repiten como candidato de una elección a otra luego de perder, como Yunes en Veracruz o Aispuro en Durango.

Pero ninguno de los anteriores fue derrotado por casi 300 mil votos de diferencia como sí lo fue Guillermo Anaya contra Rubén Moreira en 2011 (Javier Duarte ganó por menos de 80 mil sufragios con una lista nominal de tres millones, y Herrera Caldera se impuso por 11 mil votos).

No sólo eso: Anaya ha sido el panista que ha perdido por mayor diferencia de votos en los últimos 30 años en Coahuila. Es fácil: con él de candidato por el PAN, sumado a las postulaciones de opositores como Lenin Pérez (UDC), Armando Guadiana (Morena), Javier Guerrero (independiente), Mary Telma Guajardo (PRD y comadre del Gobernador, por cierto) y una eventual salida de Isidro López del PAN para competir por Encuentro Social, se fraccionaría el voto de tal forma que Miguel Riquelme impulsado por la estructura del PRI, Nueva Alianza de Carlos Ariel Moreira (hermano del Gobernador, cabe señalar) el Verde y los partidos bonsáis creados durante el “moreirato”, se alzaría como ganador de la contienda.

Divide y vencerás. De Maquiavelo para dummies.

No son tiempos para indefiniciones ni mezquinidades. Preocupa su intención, Ricardo, de basar el futuro de Coahuila en una encuesta, instrumento que actualmente vale lo mismo que un rito chamánico, cartomancia o lectura de mano.

Finalmente, como periodista, me indigna la posibilidad que se esté maquinando un procedimiento para designar a Guillermo Anaya como candidato de la organización política que representas. No se puede olvidar que en junio de 2013, luego de los cuestionamientos que le hiciera un reportero de Torreón, Anaya reviró a éste que le hacía falta “un levantón” (Proceso, 20 junio 2013). En un Estado donde las desapariciones forzadas han lacerado a su sociedad en la última década, ni siquiera como broma es aceptable un comentario así, más digno de un troglodita que de un político.

No es Salazar; es una elección. Y no es cualquier elección; es posiblemente la única oportunidad real de los últimos 88 años para la alternancia en Coahuila. Es la última llamada. Es hoy.    

@luiscarlosplata