Carta abierta al nuevo CEO de PEMEX

Usted está aquí

Carta abierta al nuevo CEO de PEMEX

Estimado Doctor. José Antonio González Anaya:

Bienvenido a las riendas de LA compañía petrolera de nuestro país. Como era de esperarse, la prensa nacional e internacional, los analistas, los inversionistas, y en general todo mundo, habla sobre los retos que enfrenta en su nuevo cargo. Mayores recortes al gasto y al personal, la corrupción sistemática, la transición a empresa productiva gracias a la Reforma Energética, la importancia de la competitividad internacional, la pérdida de producción, el impacto al erario público y en especial, sobre la paupérrima situación financiera de Pemex.

Hay otros que comentan su experiencia e historial académico. Su capacidad de ejecución al frente del IMSS y cómo frente de ese instituto y sus más de 400 mil empleados, pudo reducir el déficit. De su experiencia previa, en la entonces paraestatal, como miembro del Consejo de Administración de Pemex. Por último, los que no hablan de eso, especulan sobre razón de la salida de anterior director Emilio Lozoya. Hay cientos de artículos al respecto, pero nadie habla de las pérdidas de vida humana y eso me consterna.

Me explico:

La crisis energética global no sólo ha impactado los anteriores apartados, sino que también ha mermado la capacidad de Pemex en cuestiones de seguridad industrial, tanto de empleados directos, como de sus contratistas. Basta con mencionar el ejemplo de la plataforma Abkatún en donde ya van 3 incidentes catastróficos en menos de un año. En abril 2015 un colapso dejó 6 muertos; meses después falleció un obrero que realizaban trabajos de retiro en la parte colapsada. Finalmente, hace unos días murieron otros 3 hombres en un incendio. Insisto, estas muertes son el una sola plataforma. Falta agregar los lesionados, los otros accidentes en las múltiples operaciones de Pemex, a sus contratistas y los daños al medio ambiente (otro tema poco explorado). Para entender la magnitud, no es necesario esperar el reporte anual, basta con ver el historial de la cuenta de twitter de @Pemex y se dará una buena idea. 

En resumen, son mil y un problemas los que le entregan en bandeja de latón para atacar al mero estilo del bomberazo. ¿Qué hacer? ¿Por dónde empezar? Esta carta es precisamente un llamado a que empiece por el tema de de la seguridad industrial. Una invitación a que emplee su experiencia en el IMSS donde se vela por la salud de los mexicanos, y como segundo paso, utilice su doctorado en Economía. ¿Idealista de mi parte? Para nada. Pemex ya ha demostrado que puede revertir este tipo de tendencias. De hecho, el informe anual del 2014 reportó que “se logró el mejor resultado histórico del índice de frecuencia de accidentes para el personal de Petróleos Mexicanos… al presentar una reducción de 33.3% respecto al valor de 2013”. Desafortunadamente, tanto cambio en la industria ha hecho que esto claramente no sea sustentable. De hecho, el mismo indicador para los contratistas bajó 13.8% en ese mismo periodo y es aquí dónde nuevamente lo exhorto a actuar. 

Para esto, quisiera compartirle un ejemplo análogo en la industria Metalúrgica. El ejemplo de Paul O´Neill en su primer discurso en 1987 al tomar las riendas como director general (CEO) de la empresa Aluminium Company of America (Alcoa). En ese entonces, Alcoa era una de las compañías más grande del mundo, con 100 años de experiencia, pero en los últimos años había tenido dificultades debido a las pobres decisiones gerenciales.  Un ejemplo que Charles Duhigg describe inmaculadamente en su libro “The Power of Habit”. Parafraseando y traduciendo del libro, ésto fue lo que pasó con Paul O’Neill en su primer discurso con los inversionistas de la compañía:  

“Quisiera hablarles a ustedes sobre la salud de nuestros empleados,” O’Neill dijo “cada año varios trabajadores de Alcoa sufren accidentes tan graves que terminan perdiendo días de trabajo. Nuestra tasa de accidentes es mejor a la de la industria, especialmente considerando que nuestros empleados trabajan con metales a 815 grados y con máquinas que pueden arrancarle la mano a cualquier persona. Pero eso no es suficiente. Mi intención es hacer de Alcoa la compañía más segura en América. Mi intención es ir por cero accidentes.”

La audiencia quedo confundida. Estos discursos generalmente tienen un guión: el CEO daría una introducción, haría un chascarrillo – algo así como hablar de cómo se la paso dormido en las clases Harvard – y después prometería incrementar las ganancias y bajar los costos… Finalmente el discurso terminaría con una tormenta de palabras en boga como “sinergía”, “cooperación”, “restructuración” – al grado en el que todo mundo regresaría a sus oficinas convencidos de que el capitalismo estaría resguardado por un día más.

O’Neill no dijo nada sobre las ganancias o los impuestos. Ni siquiera habló sobre usar una “alineación para alcanzar una sinergia ganar-ganar en el mercado”… El público quedó en silencio hasta que eventualmente un inversionista alzó la mano para preguntarle sobre los inventarios de Alcoa en la industria aeroespacial.

“No estoy seguro de que me hayan escuchado” dijo O’Neill. “Si ustedes quieren entender el desempeño de Alcoa, lo que tienen que hacer es revisar nuestras estadísticas en seguridad industrial. Si bajamos estas tasas, no será por las porras y tonterías que normalmente dicen los CEOs. Será porque los individuos en esta compañía han aceptado ser parte de algo más importante: por su dedicación en crear un hábito de la excelencia. La seguridad será el indicador de que estamos progresando en cambiar los hábitos en toda la organización. Es así como se nos deberá juzgar”.

Los inversionistas salieron en estampida a vender sus acciones pensando que un loco hippie iba a arruinar la compañía. El peor error de sus carreras… Quién hubiese invertido un millón de dólares en acciones el día que contrataron a O’Neill, hubiese obtenido otro millón en dividendos para el tiempo que se retiró, mientras que el valor de la acción se quintuplicaría. 

En síntesis, si se puede y se ha hecho en empresas igualmente grandes. Aquí si admito mi idealismo, yo lo quisiera ver a usted como ese CEO de Alcoa trabajando no sólo en sanear la empresa financieramente, sino también en buscar cómo mejorar sus hábitos para que la seguridad industria, y por ende la vida de sus empleados, mejore. En otras palabras, mi sincera recomendación es que el enfoque inicial no sea hacia las necesidades del mercado y esos indicadores, sino a hacia las necesidades internas de Pemex y específicamente, a la salud de sus trabajadores y contratistas. 

Saludos Cordiales.

Merlin Cochran