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Carlos Saura explica en Moscú su pasión por las películas musicales
El polifacético Carlos Saura, cineasta, fotógrafo y apasionado de la música, sigue manteniendo una actividad incesante a sus 84 años que le ha llevado ahora a Moscú, donde como invitado de honor del Festival Internacional de Cine hablará esta noche con el público sobre su atracción por las películas musicales.
"Es un trabajo apasionante tener delante de la cámara a los mejores artistas, que cantan o bailan", afirma en una entrevista con Efe.
Saura, que derrocha energía y actividad, presentará al público su película "Tango" y dará una clase magistral sobre la relación de su cine con la música, "y me voy enseguida porque tengo que trabajar en España", dice.
La prisa es porque está a punto de terminar "La Jota" con la que por fin hace una película sobre el baile aragonés.
"Mi relación con la música es muy antigua, mi madre era concertista de piano, yo he escuchado música clásica toda la vida y desde joven me aficioné al flamenco, me gustaban mucho las músicas populares", señala.
Desde que con "Bodas de sangre" con el bailaor Antonio Gades dio el salto a las películas musicales se dio cuenta de su pasión por ese género. "Es una experiencia que me gustó muchísimo y que intento repetir", afirma.
"Ahora tengo que ir a la India, porque hicimos en España una obra de teatro que es una especie de coproducción de la India con el flamenco, buscando los orígenes del flamenco y sobre todo de los gitanos en el Rajastán, y llevo la obra de teatro allí", cuenta.
En realidad no para, y ha estado recientemente en Italia, "en Alemania varias veces porque allí se está editando un libro mío de fotografías", y pronto va a Santander a recibir un premio.
La fotografía y el flamenco, que en ocasiones ha unido en sus exposiciones de fotos, siguen siendo sus pasiones.
"La fotografía no la dejo. Hago fotos todos los días y tengo miles. El día que me muera, y espero que sea lontano, si se decide hacer libros con mis fotografías se van a volver locos, con tanta fotografía inútil que hay. Pero es una gran pasión que mantengo desde joven", señala.
Esta es la segunda vez que viene a Moscú después de otra ocasión, hace 6 o 7 años, cuando estuvo precisamente para presentar una exposición sobre fotografía y flamenco.
"Ha cambiado mucho, no se parece casi nada. Vine en invierno, en febrero, hacía un frío espantoso, y me acuerdo que estuvimos en la Plaza Roja y había una niña nada más. Tengo una fotografía de esa niña, ahí sola, no había nadie. Ahora en cambio esto es una locura", dice, acerca de las multitudes que llenan cada día ese emblemático lugar de Moscú.