Carlos Alberto Parreira, artífice del “tetracampeonato” de Brasil, cumple 75 años
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Carlos Alberto Parreira, artífice del “tetracampeonato” de Brasil, cumple 75 años
Él mismo se define como un tipo tranquilo, amante de la pintura y entrenador de fútbol "por casualidad": con su estilo calmado e introvertido, Carlos Alberto Parreira se convirtió en 1994 en el técnico que dio a Brasil el ansiado "tetracampeonato" tras 24 años de sequía.
Parreira ya era entonces un viejo conocido en el fútbol brasileño. En 1970 había acompañado a la legendaria "canarinha" de Pelé, Rivelino y Tostao que ganó el título en México, aunque entonces era sólo uno de los preparadores físicos del equipo y no soñaba siquiera con convertirse algún día en el seleccionador de Brasil.
"Me convertí en técnico de fútbol por casualidad. Mi sueño fue siempre ser preparador físico", admitía en una entrevista el año pasado Parreira, que este martes (27 de febrero) cumple 75 años.
Casi medio siglo después de participar en su primer Mundial y 24 años después de su mayor triunfo deportivo, "el profesor" Parreira vive estos días retirado del fútbol activo.
Su última gran misión mundialista fracasó de forma estrepitosa hace cuatro años, cuando acompañó al temperamental seleccionador campeón de 2002, Luiz Felipe Scolari, como coordinador técnico. Al lado de Scolari vivió el 7-1 con el que Brasil naufragó frente a Alemania en las semifinales del torneo disputado en casa.
"Fue un apagón, un descontrol total del equipo. No tengo cómo explicarlo", comentó luego Parreira sobre la debacle en el estadio "Mineirao" de Belo Horizonte. El "Mineirazo" marcó el adiós definitivo de la selección para los técnicos que habían dado a Brasil el "tetra" y el “pentacampeonato".
Pero la estrella de Parreira se había apagado en realidad ya ocho años atrás. En Alemania 2006, el equipo entrenado otra vez por él y formado en torno a Ronaldo, el mejor Ronaldinho y Kaká sucumbió en cuartos de final por 1-0 frente a una Francia impulsada por un Zinedine Zidane que estaba ya en el otoño de su carrera.
La receta que le había asegurado el éxito a Parreira en Estados Unidos 1994 se había vuelto obsoleta. Aunque no tuvo nunca fama de gran estratega, el técnico había conseguido entonces lo que no consiguieron Telé Santana con su fútbol virtuoso en 1982 y 1986 ni Sebastiao Lazaroni en 1990, éste último defensor de una escuela defensiva que levantó ampollas en Brasil.
Parreira, en cambio, optó por confiar su suerte a las estrellas. Su as en la manga fue abrirle las puertas del equipo otra vez a Romario, pese a algunos roces que había habido antes entre ambos.
Díscolo y siempre complicado para sus entrenadores, Romario era idolatrado por la "torcida" y la prensa brasileña. "Yo tenía el equipo listo para que él reaparezca", dijo entonces Parreira, que recuperó al artillero sólo al final de la Eliminatoria.
"No fue por la presión de nadie. Si contaron una historia diferente, ésta es la real", aseguraba el entrenador sobre los rumores de que había cedido a la opinión pública al convocar a Romario.
El pequeño delantero formó en todo caso una pareja de ataque letal junto a Bebeto y se convirtió en el gran astro de Estados Unidos 1994.
Parreira nació en 1943 en Río de Janeiro. Empezó a trabajar desde pequeño, mientras iba a la escuela, y se formó después en Educación Física, el oficio que lo llevó al fútbol.
A lo largo de su carrera dirigió a seis selecciones. A los Mundiales fue con Kuwait (1982), Emiratos Árabes Unidos (1990), Arabia Saudí (1990) y Sudáfrica (2010), además de con Brasil, del que fue seleccionador en dos periodos entre 1992-1994 y 2003-2006.
A nivel de clubes comandó entre otros al Fluminense, el Corinthians y el Sao Paulo, además de al Valencia en España, al Fenerbahçe turco y a los MetroStars en Estados Unidos.
Parreira ya soñaba con jubilarse antes de que Scolari lo convenciera de formar parte del equipo técnico de Brasil 2014. Entonces dividía su tiempo entre la Confederación Brasileña de Fútbol y su empresa, Next Global, dedicada a la importación de autos y otras maquinarias.
Y en esos días aseguraba que al jubilarse dedicaría más tiempo a otras de las pasiones y facetas de su vida: "Amo la pintura, la fotografía", comentaba.
Parreira es desde hace años pintor aficionado. "No me considero un artista plástico, sólo tengo la pintura como hobby", dijo en 2017 a la revista "Época" con motivo de la inauguración de una exposición con sus obras en Río. "Soy un tipo tranquilo, calmado, equilibrado, y mis pinturas son así", agregó.