Canelo puso puntos a las íes

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Canelo puso puntos a las íes

Tres íes traía en su nombre Yildirim.

La entrada del Canelo fue con nutrida pirotecnia espectacular. Con lengüetas oscilantes de fuego llameante y disparos ígneos que se difuminaban en el ambiente.

Con una coreografía deshebrada y frenética de saltos jubilosos y ciclismo con caídas. Con canto resonante de ritmo saltarín como de jabs acelerados y martilleo al hígado.

Anticipaba la danza –proféticamente– el fragor del inmediato encuentro. Resultó aseadamente deportivo: sin violencias de pelea de barrio, ni carreras y brincos al estilo del chapulinesco Mohamed Alí.

Sólo técnica serena y certera frente a la cabeza embestidora del opositor que podría golpearle y abrirle una ceja y seguir resistiendo los golpes abruptos que podrían seguirse repitiendo.

Aprovechó Saúl la repentina y estrecha apertura de la guardia turca en un segundo de oportunidad. Su recio guante izquierdo preparó la quijada para el derechazo fulminante.

Después de la caída de Yildirim, el árbitro, desde su esquina, levantó y abanicó los brazos indicando que las recias vocales de Canelo Álvarez le habían puesto el punto a las íes de su oponente de Turquía. Sin haber necesitado saltar la cuerda de la excluida letra u, había puesto el punto a las tres íes del apellido de Avni, al derribarlo con un par de impactos, dejando vencida su estatura en la lona del ring... Y ya está listo ahora para otra noche prometedora del cercano 8 de mayo...

¿VACUNA MEXICANA?

Era jugar al azar eso de que la Unión Americana compartiera sus indispensables vacunas para no excluir a nadie de su población. La inversión ha sido considerable al ir adquiriendo, de aquí y de allá, las vacunas necesarias.

Lo deseable, naturalmente, es la producción en masa de una vacuna mexicana. Que no se tenga que importar ni de China, ni de Rusia ni del Reino Unido. Hay talento y recursos para acelerar ese camino inmejorable de solución. Un abastecimiento vernáculo que hasta podría llegar a ser exportable como mercadería o como donación solidaria.

Esperemos que esa meta no retarde su presencia activa y eficiente.

RAIGAMBRE BENÉFICA

El confinamiento prolongado, el resguardo recomendado ha convertido a muchos buenos en mejores. “No puedo vivir una vida sin mí”, fue la conclusión de éstos. “Me hago falta y he decidido visitarme y apoyarme en mi hombro”, dijeron aquellos. Y se dieron cuenta que su casa se había convertido en un surco. Que era tiempo de echar raíces. Que ya llegaría la primavera para extender follaje. Y se cultivaron a sí mismos y vivieron tiempo de profundidad. Se fue robusteciendo la raigambre benéfica. Esa que no es posible exprimir en jugo estadístico de cifras ni moler hasta hacer pinole de porcentajes.

Eso que quizá ahora no se ve y sólo se adivina, pero que llegará a agradecerse en los frutos de actitudes estrenadas y de decisiones sorpresivas.

NO DISCRIMINACIÓN

Pasó un poco desapercibido el Día de la No-discriminación que despidió a febrero.

Lo proclamó la ONU con una declaración perspicaz: “Nadie debería ser discriminado debido a su género, identidad de género, raza, edad, discapacidad, origen étnico, orientación sexual, religión, lengua, condición médica o cualquier otro motivo”.

Dejó claro que quien discrimina se está discriminando a sí mismo de la dignidad fraterna.

No discriminar es respetar y comprender, aunque no se comparta.

Los desacuerdos, las diferencias no deben impedir la amistad social.

Por encima de oposiciones y separaciones puede perfilarse una unidad superior en la que se complementan los contrarios y pueden pacíficamente convivir adversarios que no son enemigos porque se respetan aceptando su diversidad.

Se enfrentan las tesis con las antítesis y surgen las síntesis como de la unión diversa de los sexos brota la vida y como del encuentro del polo positivo y negativo brota la luz...