Cancún: el paraíso feminicida

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Cancún: el paraíso feminicida

Las olas, la arena blanca y el turquesa vibrante del mar que forman parte del paradisíaco paisaje del Caribe mexicano se ha convertido en uno de los sitios más peligrosos para las mujeres. ¿Se trata de algo nuevo? Lamentablemente no. El tráfico y comercio de personas –en su mayoría menores de edad–, la cosificación, la violencia criminal, la corrupción y el narcotráfico tienen tiempo de presentarse en la zona.

Pero lo ocurrido en esta semana con la represión de una manifestación feminista, con cuerpos policíacos armados “echando bala” contra civiles, el deslinde de las autoridades de los tres niveles de gobierno y la documentación a través de la redes sociales de violaciones a los derechos humanos, exhibe la debilidad y la negligencia del Estado mexicano, a la cual no podemos acostumbrarnos, porque no se trata de hechos que no tengan relaciones entre sí, sino son el resultado de un clima de impunidad que va en escalada.

Días antes de la manifestación, las mujeres activistas de Quintana Roo habían denunciado la violación de una niña de 14 años, el cuerpo de una joven asesinada en un edificio abandonado, una decena de mujeres que lograron escapar de una camioneta con dos sujetos encapuchados a bordo que intentaron secuestrarlas en Playa del Carmen. Todos estos hechos ocurridos en tan sólo una semana. En un contexto así, el feminicidio de Bianca Alejandrina Lorenzana Alvarado, conocida como “Alexis”, simplemente fue la gota que derramó el vaso.

En tales circunstancias la causalidad no existe. Todo tiene una relación que debe investigarse, sin temor a destapar la cloaca de una serie de intereses que siempre se han mantenido impunes en el edén mexicano.

Por otro lado, el movimiento feminista debe permanecer alerta, cuidándose las unas a las otras, para que sus legítimas causas no sean usadas por grupos –criminales, políticos o empresariales– como pretexto para provocar una desestabilización social útil para sus fines perversos, usando como cortina de humo –dolorosamente–el asesinato y la violencia contra nosotras.