¿Cancerígenos en la carne?, más que una alerta

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¿Cancerígenos en la carne?, más que una alerta

Las autoridades deberían generar vehículos de comunicación para que los ciudadanos en pleno uso de su libertad decidan qué consumir

La Organización Mundial de la Salud (OMS) difundió ayer una información que comprobaría lo que era un rumor muy extendido: los embutidos, carne industrializada, e inclusive la carne roja natural, pueden generar perjuicios en el organismo humano, incluyendo entre ellos, hasta el cáncer.

Aunque los productores de carne y embutidos cuestionaron la sentencia del organismo multilateral -dependiente de la Organización de las Naciones Unidos (ONU)-, el estudio más que generar alarma, debería ser un agente que lleve a los ciudadanos a tomar decisiones cotidianas con mayor conocimiento.

Pese a que de entrada se sabe que todo exceso no es benéfico, ningún estudio había equiparado a los embutidos –entiéndase jamón, salchichas, mortadela, etcétera- con el cigarro y bebidas alcohólicas, sobre los cuales ya existe la definición de los males que pueden acarrear.

La información –ruda y hasta “alarmista” para los productores- debería encauzar a que autoridades de cada país tracen protocolos certeros y reales sobre los productos que pueden ser nocivos para la salud.

La preocupación que se puede generar por esta definición sobre los embutidos no debería ser menor en México.

Según cifras de la Procuraduría Federal del Consumidor (Profeco), uno de cada tres mexicanos consume salchichas al menos tres veces por semana, además 70 por ciento de los menores de edad consume y “le gusta mucho” este embutido.

A la par, la Fundación Heinrich Böll sostiene que en México los estratos con menores alcances económicos son los que más consumen carne procesada. 

Hasta ayer, según autoridades estatales, la Comisión Federal para la Protección contra Riesgos Sanitarios (Cofepris) ni ninguna otra autoridad había emitido alguna recomendación o  alerta sobre los productos señalados por la OMS como potencialmente dañinos. 

Por lo que, de ser certero este anuncio de la OMS, las autoridades deberían generar vehículos de comunicación para que los ciudadanos en pleno uso de su libertad decidan qué consumir. 

Sobre todo en estratos donde se podrían modificar dietas, con un más o menos reducido margen de maniobra económico. 

La posición de México como consumidor de cerca de  24 mil toneladas de carne procesada lo amerita.