Cáncer infantil: cada vez menos difícil

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Cáncer infantil: cada vez menos difícil

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En la Unidad Pediátrica del Hospital Universitario la Paz de Madrid hay una media de 16 y 25 niños ingresados por cáncer infantil.

Desde el año 2001, el 15 de febrero se consolidó como el Día Mundial contra el Cáncer Infantil pero, años antes, la Federación Española de Padres de Niños con Cáncer ya pidió al Ministerio de Sanidad establecer el 21 de diciembre como Día Nacional en España.

Esta federación cuenta con 18 asociaciones que se encargan de estar al lado del niño desde el primer momento en que se le diagnostica un cáncer. Su presidenta, Pilar Ortega, confiesa a EFEsalud que en los últimos años se han conseguido enormes avances.

Según la presidenta, otros avances alcanzados han sido los siguientes:

Dar continuidad al registro español de tumores infantiles mediante un convenio entre el Ministerio de Sanidad y la Universidad de Valencia: Es útil no sólo para contabilizar los tumores sino para evaluarlos respecto a otros.

Subir la edad pediátrica hospitalaria hasta los 18 años: Es fundamental, por ejemplo, que el padre o la madre puedan acompañar a su hijo durante las 24 horas cuando está en la UCI o en pruebas delicadas.

En la Unidad Pediátrica del Hospital Universitario la Paz de Madrid hay una media de 16 y 25 niños ingresados por cáncer infantil.

Una de las oncólogas que recorre cada día las habitaciones de estos niños es Ana Sastre quien detalla que hay muchos tipos de cánceres pero los casos más prevalentes son las leucemias y los tumores cerebrales.

“Cuando hablamos de cifras de cáncer infantil en comparación con las de los adultos es verdad que se quedan en un granito de arena pero son muy importantes porque afectan a los niños”.

Sastre asegura que hay que ser muy positivos porque se está avanzando mucho aunque en materia de investigación en el ámbito pediátrico cuesta mucho más.

La incidencia en España es pequeña y en los ensayos hay que hacer cortes por edades porque no es lo mismo un tumor en un niño de un año que en uno de seis y, además, son los padres los que tienen que decidir si su hijo forma parte de la investigación o no.

Ana Sastre habla con delicadeza con cada uno de los niños a los que atiende: les cuenta si tienen mejor o peor aspecto y les detalla cómo va la eliminación de sus “células malas”.

La detección precoz es esencial para frenar el desarrollo de un cáncer pero en el caso de la infancia resulta una tarea mucho más compleja porque los niños muy pequeños pueden tener una dolencia y no decirlo. Además, el cáncer infantil no es lo primero en lo que piensa un pediatra.

Hay que observar detalles como el mal aspecto, la palidez o la disminución de las ganas por jugar. “En estas edades no se plantea hacer programas prevención”, detalla Sastre.