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Campos de exterminio y desaparecidos
Se requiere de mucha sensibilidad para tratar un tema tan delicado como es el de los miles de desaparecidos en este País. Una tragedia que se manifiesta de acuerdo al número de personas que no aparecen, así como de la gran cantidad de fosas clandestinas descubiertas. Una situación de la que podemos decir sin temor a exagerar, dadas las masacres recurrentes, que se trata de un holocausto, lo que en hebreo se conoce como “Shoá”, un exterminio, una verdadera catástrofe.
Y no se infiere que los desaparecidos ya están muertos, pero al ver a esas mujeres buscando fosas clandestinas con mucha desesperación nos recuerda a Fuentes afirmando que México está teñido de ríos ensangrentados y cavado de barrancas fúnebres y sembrado de cadáveres insepultos que no es otra cosa que exterminio.
Una réplica de lo que sufrió el pueblo judío en cuanto a persecuciones, diásporas, terrorismo y aniquilación, pues es lo mismo que está padeciendo nuestro pueblo en amplias regiones de este País.
Porque cierto es que aquí hay persecuciones en comunidades enteras, de periodistas, políticos, activistas y hasta de mujeres que buscan a sus desaparecidos.
Diásporas las hay en los desplazados que han abandonado sus comunidades, sus tierras y sus viviendas. Llevan las llaves de sus casas, como las llevaron los sefardíes, de esas casas a las que nunca regresaron.
Terrorismo lo hay aunque AMLO lo niegue, porque es el principal método de intimidación que la delincuencia organizada tiene para aterrorizar y destemplar a la sociedad en general, incluyendo a la misma fuerza del Estado maniatada por el presidente para evitar la guerra, evitando la ejecución de la violencia legítima que es la razón del Estado, y eso lo saben los delincuentes que aterrorizan a todas las almas de esta nación, incluyendo a policías, marinos y soldados.
Y así como los nazis operaron campos de exterminio durante el Holocausto, así han encontrado en este País campos de tortura y aniquilamiento en diferentes estados, según reporta la Comisión Nacional de Búsqueda, lugares conocidos como “sitios de exterminio”, con crematorios ilegales donde se quemaron, pulverizaron y desaparecieron a centenares de personas. Una “Shoá”, como en los crematorios de la Gestapo. Una catástrofe.
El presidente López Obrador acaba de proponer un museo de los espionajes en México. Desde 1968 hasta “Pegasus”. Algo de morbo para exhibir chismes e intimidades de políticos, activistas, opositores, guerrilleros, etc., cosa que no tiene sentido cuando es necesario un memorial de las víctimas, los perseguidos, desaparecidos y desplazados, de los destinos de la diáspora, de los lugares de exterminio para que jamás vuelvan a existir.
Un memorial como el del Holocausto para que no se olvide el terror, el espanto, la exacta dimensión de la crueldad humana, el Estado fallido, el descuido gubernamental, la impunidad, las puertas giratorias en las cárceles y la verdadera antesala del infierno.
Que no sea el museo de los verdugos ni de sus armas enjoyadas como se exhiben en la Sedena. Ni de sus corridos, ni sus falsas leyendas. Que se exhiba la estupidez de los gobiernos que han permitido tanta maldad. Y de las sociedad civil que ha legitimado a esos gobiernos como las ONG’s de las señoras Wallace y Morera, parte de ese infierno de todos tan temido.