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Camp, la nueva revolución empieza al vestir
La Teoría del Caos dice que el universo no tiene un comportamiento predecible. El efecto mariposa es uno de sus ejemplos. Este lunes sentimos una tormenta llamada Camp provocada por el aleteo de Oscar Wilde el siglo pasado; arrasó con el Metropolitan Costume Institute y puso en duda todos los paradigmas sociales ¿será el inicio de la revolución que el mundo pide a gritos?
Los grandes cambios sociales siempre han estado acompañados de un cambio en la moda. El filósofo Gilles Lipovetsky asegura que en la Revolución Francesa la forma de vestir tuvo un papel crucial. La burguesía le dio la espalda a la excentricidad de la realeza vistiendo con sobriedad, dignificando el trabajo obrero, posteriormente este estilo sería llevado a su máxima expresión por Coco Chanel.
Otros estilos que se relacionaron con movimientos históricos son por ejemplo el flower power del movimiento hippie contra la Segunda Guerra Mundial que explotó Gimmo Etro, el estilo a go-go y la minifalda con la explosión del feminismo llevado a la pasarela por Yves Saint Laurent, el punk con la anarquía y la estética de Vivienne Westwood… Todos eran (y siguen siendo) gritos de un sector que al no ser escuchado hizo uso de todos sus recursos para motivar un cambio.
El otro lado de la moneda es que estos estilos también fueron segregando a la población y acentuaron el esnobismo que separa “el buen gusto” del “mal gusto”.
Las últimas novedades en la moda se vieron a principios del 2000, podríamos llamarle la época de Plástica. Por un lado estaban los looks de Britney Spears y los Back Street Boys, pero también estaba Gwen Stefani y Snoop Dog, todos extravagantes, pero siempre al alcance de cualquier persona, para entonces el mercado ya no obedecía a los diseñadores, obedecía al mercado.
La última esperanza de innovación murió con Alexander McQueen en 2010. Desde entonces la moda cayó en un loop. Valentino trajo de nuevo la moda medieval, Dolce & Gabanna echó mano del periodo bizantino, Saint Laurent invocó a los 60’s, Prada regresó a los 70’s, Jeremy Scott viajó a los 80’s y Alessandro Michele revivió Gucci revolviendo todo lo anterior. Las propuestas de las casas de moda más reconocidas se enfocaron a repetir fórmulas que les funcionaban frente a la dictadura del consumidor.
El evento organizado por Anna Wintour tuvo como tema Camp, que no tiene nada que ver con acampar –al menos no hasta el momento-. Tampoco es un estilo, ni una moda, es una sensibilidad, una forma de ver y apropiarse del mundo.
La referencia obligada en el tema es Susan Sontag, una filósofa que en los años 60 hizo un documento en el que puntualiza lo que encierra esta palabra. Asegura que los antecedentes de esta forma de ver el mundo se encuentran desde finales del siglo 18 en el esplendor de las monarquías y tiene que ver con todo lo que es artificial, con una necesidad de reinterpretación y reinvención.
Al tratarse del resultado de una percepción personal, es difícil conceptualizarlo (ni Sontag logra definirlo específicamente), además uno de sus postulados es no encasillarlo, pero se puede decir que para empezar es todo lo que no es natural, todo lo que resulta de un proceso creativo y que esquiva reglas socioculturales.
Para poner un ejemplo más palpable podemos recordar a las flappers de los años 20 y la estética Art Noveu, ellas usaban vestidos cortos llenos de plumas y pedrería con peinados rígidos que buscaban imitar ondas naturales del cabello, en el arquitectura se tomaron motivos naturales para hacer desde lámparas hasta edificios completos. Sontag define eso como Camp.
Pensar que la industria de la moda es caprichosa y que su conexión con la vida diaria no existe es menospreciar el papel que tiene en los cambios sociales, vestir es opcional y si no se decide personalmente qué usar, alguien más lo está decidiendo: tu pareja, tu familia, tus amigos… lo que hace la sensibilidad Camp es aplaudir a quienes ven el mundo, lo analizan, crean algo con ello y lo dan para el disfrute de todos.
Sontag dice que el camp jamás va a ser algo natural, es un artificio, esto se puede interpretar como una forma de decir “deja en paz a la naturaleza”. Así como alguien puede hacer una pieza de alta costura o una obra de arte con basura, al llegar a la hora cero el calentamiento global una forma Camp de pensar puede llevarnos a pensar cómo hacer la experiencia humana en el mundo más agradable de una forma artificial, pero amable y de bajo impacto con la naturaleza.
El pensamiento Camp puede ayudar también a promover la igualdad. Normalmente se asocia lo femenino con lo bello y vulnerable y lo masculino con lo “feo, fuerte y formal”.
¿Todo eso puede lograr un evento? No, pero ya es un paso. Por ejemplo, la más beneficiada con el evento es la estética queer. El evento definitivamente validó el estilo y puede servir para que más personas se atrevan a expresarse de esta manera al tiempo que se reducen el odio a quienes opten por esta vía. Al mismo tiempo, Vogue, y la inquisidora en su dirección están aceptando que el mundo no es blanco y negro, que realmente quienes andamos en las calles tenemos el control y que no se nos puede controlar fácilmente.
A lo mejor la mayoría de las celebridades que pisaron la alfombra rosa, llegaron a su casa, se pusieron lo más cómodo que encontraron y nunca utilizarían de nuevo algo tan extravagante, pero la semilla ya cayó al piso y el terreno es fértil para una revolución que va a ser la unión de la frase feminista “personal is political” y la icónica “¡If you don't love yourself, how in the hell you gonna love somebody else?” de Ru Paul; una lucha de guerreros con nombre y apellido que por amor personal o buscando una mejor vida van a ayudar a que el mundo mejore.