Cambios en el gabinete

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Cambios en el gabinete

Algo sucederá en la Secretaría de Salud. Con el más reciente, van 4 movimientos en casi el mismo número de años.

El más reciente movimiento en el gabinete estatal quedó así: Quien se desempeñaba como Secretario de Fiscalización va a la Secretaría de Salud (quien fuese su titular, queda fuera); el entonces Subsecretario de Auditoría de Obra Pública y Programas Sociales, sube a la Secretaría de Fiscalización.

Hacia el final de la administración, ¿qué motivó el cambio?

Por supuesto, solo los directamente involucrados tienen la respuesta. A los demás, quienes observamos y nos enteramos por la prensa de las “razones personales” y las renuncias, teniendo como referencia lo observable, solo nos queda especular. 

Primer observable: número de cambios en la misma Secretaría. 

Algo sucederá en la Secretaría de Salud. Con el más reciente, van cuatro movimientos en casi el mismo número de años. ¿Qué implicaciones tendrá para el correcto desempeño de la función el cambio de la cabeza de la organización?  En una de esas, ni siquiera alcanzan a conocer toda la estructura cuando ya andan haciendo sus maletas. De ser así, no debiera sorprender la existencia de áreas que funcionan solo por inercia.

Dentro de las organizaciones públicas, las áreas que funcionan por inercia son tierra fecunda para los puestos inútiles. 
Nadie se ocupa de verlos a detalle. Ahí es donde existen asesores, directores, jefes de departamento y eventuales que son compromiso o familia de alguien y tienen su pedazo del pastel sin levantar demasiadas sospechas. 

El relevo se enmarcó con el lamentable fallecimiento de dos bebés, presuntamente por condiciones insalubres en el Hospital del Niño y rumores sobre mal manejo financiero y el trato con proveedores (VANGUARDIA, febrero 27, 2016). Aquí el segundo observable.

Si la razón estuviese en lo primero, ¿significaría alguna responsabilidad por omisión del entonces Secretario? De ser así, las consecuencias debieran extenderse a mucho más y no solo a quedarse “en la banca”. Esto, sin embargo, no explica por qué el perfil del Secretario de Fiscalización sería el idóneo para suplir a quien se fue.

¿Y si fuese lo segundo? Es decir, en el supuesto de actividad no idónea en el manejo financiero y la relación no ética con proveedores, estaría la razón de por qué un experimentado Secretario de Fiscalización llega a Salud. Sin embargo, sería tanto como confesar que los canales formales de fiscalización y control interno no son suficientes. Y esto abriría la pregunta ¿para cuáles otras áreas los controles formales son también insuficientes?

No puede pasarse por alto que en la Secretaría de Fiscalización, mucha chamba está por venir. Y la decisión estratégica fue quedarse sin su titular y su experiencia. 

Tercer observable: en el cambio, importa más la confianza del patrón que la especialización en el tema.
En definitiva, no hay escuela formal para saber gobernar. Puede haber personas con trayectorias profesionales impresionantes, expertos en temas particulares, que más tardan en asumir la responsabilidad que en desinflarse. La experiencia en el puesto es la que educa, pone a cada quien en su lugar.

Un médico pudiera ser un buen Secretario de Salud… Pero ser Secretario demanda muchas otras capacidades y no es necesariamente exclusivo de algún gremio. ¿Podría un abogado ser buen Secretario de Infraestructura… O un médico un Secretario de Fiscalización? La profesión y los estudios formales ayudan, pero no lo son todo. 
Cuarto observable: se olvidó la cuota de género. 

Al cierre del sexenio, queda claro que las mujeres tendrán que esperar otra administración para que las oportunidades puedan aprovecharse. Aún cuando se había anunciado equilibrio en el género, está claro que (muy al estilo) solo fueron palabras al viento. Fin.

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@victorspena