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Relatos y retratos del Saltillo antiguo: Calle del Comercio
La agricultura, la ganadería y el comercio fueron por mucho tiempo los motores principales de la economía de nuestra ciudad. Cuando portugueses y españoles arribaron a estas tierras venían en busca de preciados minerales, no encontraron tales ni descubrieron minas con ricas vetas; los ibéricos se toparon con muchos ojos de agua, con una tierra fértil, que resultó muy favorable para el cultivo de trigo.
Se habla que en Satillo fue uno de los primeros lugares del Continente Americano donde se sembró trigo, por cierto, llamado candeal o moruno.
El conocimiento de los fundadores, la abundante agua, la fecunda tierra, la suma de estos elementos perfilaron la vocación agrícola de la región. Los excedentes en las cosechas permitieron dotar de trigo a otras poblaciones, principalmente a los fundos mineros del estado de Zacatecas.
Comisionistas, corredores, intermediarios o dicho propiamente comerciantes empezaron la labor de llevar a distintas partes lo que aquí se cosechaba, a su viaje de regreso traían diversas mercancías para ser comercializadas en la localidad.
La calle donde se asentaron las primeras tiendas de Saltillo fue la Calle del Comercio, vía que desde el año 1653 llevó este nombre, fue hasta 1864 cuando cambió al de calle Zaragoza. En su primera cuadra rumbo norte, de Ocampo a Aldama, se ofrecían todo tipo de mercancías, abarrotes, ropa, sombreros, cobijas, muebles, medicinas, libros, herramientas, semillas, licores, muchos de estos negocios eran manejados por manos extranjeras, sobre todo en los últimos años del siglo 19.
Atraídos por las oportunidades, la región fue receptora de varios extranjeros, el territorio ofrecía predios a precios de regalo, mano de obra barata y un sinfín de oportunidades de comerciar con bienes sobre todo de Europa y Estados Unidos. Para muchos de los foráneos, los negocios y el comercio fueron su principal forma de vida.
El historiador Esteban L. Portillo en su ilustre obra Anuario Coahuilense para 1886, nos cuenta que en Saltillo habitaban 6 alemanes, 20 españoles, 60 norteamericanos, 7 ingleses, 18 franceses y 14 italianos, un buen numero dedicados al comercio.
Años después del arribo del ferrocarril a Saltillo se dio la apertura de varios negocios que estuvieron en la primera cuadra de la Calle del Comercio, entre ellos: el almacén llamado El Nuevo Mundo, del español Bernardo Sota; la Botica San Luis, del estadounidense Juan D. Carothers; los abarrotes del español José Negrete; la librería del saltillense David Zamora; los irlandeses Guillermo Purcell y Juan C. O ‘Sullivan cada uno era dueño un almacén o cajón de ropa, como se les conocía en aquel entonces. Otro negocio centenario a nuestros días fue la ferretería del inglés Juan Hayes que junto a su socio el alemán Matías Porth proveyeron desde un clavo hasta un guayín Studebaker, tiempo después el alemán Clemente Sieber compraría las partes de ese negocio. Otra famosa negociación fue la llamada Al Puerto de Liverpool, de Feliciano y Manuel Groues, originarios de Francia; calle abajo operó la mercería El Puerto de Nápoles; una tienda más fue El Puerto de Génova, del español José Fernández y el italiano Vicente Ferrara, en la esquina en las hoy calles de Zaragoza y Aldama, estuvo La Diana, de los hermanos Mazo. Los no menos importantes inmigrantes de Medio Oriente llegarían a establecerse a nuestra ciudad durante la segunda década del siglo 20.
En muchas de estas tiendas trabajaron saltillenses, obteniendo conocimientos y habilidades que les permitieron poner sus propias tiendas, así emergería una generación de comerciantes con una manera diferente de hacer negocios. El tiempo, la muerte de los propietarios, los conflictos armados hicieron casi desparecer los locales situados en la antigua Calle del Comercio.