Calla Rusia decapitación de una niña

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Calla Rusia decapitación de una niña

‘Alá me lo ordenó’. La niñera uzbeka dijo que Alá la había mandado matar a la niña. / EFE
En lugar de tranquilizar los ánimos, los medios parecen haber logrado lo contrario

MOSCÚ.- En un intento de evitar las iras de la ciudadanía, las televisiones estatales rusas silenciaron el lunes el macabro suceso ocurrido ese día en Moscú, cuando una niñera de origen uzbeko apareció en la calle portando la cabeza de una niña rusa de cuatro años.

En lugar de tranquilizar los ánimos, los medios parecen haber logrado lo contrario, es decir, excitarlos y hacer que los rusos saquen sus propias conclusiones de la política informativa y la propaganda antioccidental con la que los bombardean.

El evento del que fue protagonista la uzbeka Giulchejrá Bobokúlova, fue recogido, no obstante, por otros medios, sobre todo en Internet, la radio y canales de televisión locales.

“Nos dicen que en Europa viven muy mal por culpa de los emigrantes, y aquí nos pasa lo mismo y lo callan”, afirmaba un hombre entrevistado a la boca de metro donde la víspera la niñera  se paseó 20 minutos con la cabeza de la niña a la que degolló, mientras gritaba: “Odio la democracia”, “soy una terrorista”.

La “delicadeza” de los políticos rusos para no intranquilizar o provocar ideas perversas en la ciudadanía contrasta con el tono que emplean en relación a Occidente y a Ucrania. Entre los últimos episodios se encuentra la supuesta violación de una rusa por emigrantes en Alemania ante la pasividad de la policía. Tras una investigación, las autoridades alemanas han negado esta historia.

Otro sonado episodio de falsedad ocurrió en julio de 2014, cuando un canal de la televisión rusa aseguró que un niño había sido crucificado por las tropas ucranias. En diciembre de aquel año, después de que el presidente Vladímir Putin fuera interpelado en público por su falta de reacción a las mentiras de los medios oficiales, ese mismo canal reconoció no tener pruebas de la crucifixión del niño, pero, en vez de disculparse, insistió en que la realidad en Ucrania era mucho peor que la fantasía de la fuente del relato.