Cadenas de soledad

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Cadenas de soledad

Aunque la relación humano – canino se remonta a épocas remotas e incluso se ha ganado el término del “mejor amigo del hombre”, aún hay mucho que aprender y entender respecto a las necesidades básicas no solo del perro, sino de los animales en general. Queremos tocar el tema de los perros encadenados en específico porque a la semana recibimos decenas de reportes de este tipo; perros abandonados, en azoteas o encadenados, y aunque podemos hacer un esfuerzo por atender esos reportes y acudir al “rescate”, nunca habrá un cambio si no creamos conciencia. Siempre insistimos en la tenencia responsable de mascotas, y hacemos énfasis en que si no te gustan los animales o no puedes hacerte 100% responsable de una mascota, su bien estar y necesidades durante toda su vida, simplemente es mejor no tenerla.

Hemos tenido la oportunidad de rescatar varios perros encadenados, abandonados en propiedades sin habitar, “cuidando” terrenos o simplemente viviendo su vida amarrados porque sus dueños no tienen el mínimo interés en compartirla con ellos. Desnutridos, agresivos, aterrados, llenos de mugre y rastas, sarna o hasta tumores, muchos de estos perritos pasan sus días esperando la muerte o un milagro, y ha habido ocasiones en las que hemos tenido que dormirlos por el mal estado en el que se encuentran. Muchas veces la gente cree que solo por ser animales no sienten dolor, o no pasan frío o hambre, pero tienen casi tantas necesidades físicas e incluso psicológicas como nosotros. En columnas anteriores hemos hablado de esto, e incluso escribimos una columna sobre la cuarentena y la similitud entre los efectos que esta tenía sobre nosotros, y los que viven los animales en cautiverio.

Los perros son animales sociales por naturaleza. Ellos necesitan estar en contacto con otros perros o personas, convivir, jugar, canalizar sus energías e intercambiar muestras de cariño. Simplemente un perro al que lo tienen siempre en un patio y no le dan atención, se volverá ansioso y se pondrá como loco cuando salgan con él o lo dejen pasar a la casa… por emoción y euforia. Cuando a un perro se le da atención constante y se le enseña a convivir dentro de la casa, se le hará algo normal y actuará con calma al respecto, incluso dejará de romper cosas porque ya no serán novedad para él.  Muchas veces la gente amarra a sus perros con objetos poco aptos; como mecates, cadenas o collares apretados de materiales que pueden herir al peludito al moverse o intentar zafarse de la cadena, pueden cortarse o hasta hacerse llagas en el cuello que después se infectan y les traen problemas más severos. Cuando un perro es amarrado por periodos largos de tiempo y se le suman condiciones desfavorables que le causen incomodidad o sufrimiento (como mal clima, enfermedad, dolor o hambre), tendrá un daño psicológico que podría convertirlo en un perro nervioso, neurótico, ansioso o incluso agresivo. Un perro que no puede moverse libremente se sentirá vulnerable o amenazado al encontrarse con algún animal o persona desconocida en su territorio y podría actuar a la defensiva y atacar. También corren el riesgo de no poder huir o defenderse de picaduras de insectos, el ataque de otros animales o incluso humanos que tengan la intención de maltratarlos. A demás, al tener un espacio limitado para moverse, tendrá que hacer sus necesidades en su espacio de tránsito, lo que resulta poco higiénico y salubre para él y las personas en el lugar.

En Estados Unidos hay leyes específicas sobre los períodos de tiempo y las condiciones bajo las que está permitido amarrar a un perrito. Puede haber ocasiones en casa en las que tengas que amarrar a tu peludo; ya sea por recibir visitas o trabajadores pero tienes que elegir el tiempo, el espacio, la correa o polea adecuada y segura para él (en las tiendas de mascotas puedes encontrar correas largas especiales que le permiten al animal tener un radio de tránsito considerable y no lo lastimarán). Si tu perro tiene problemas de comportamiento, lo mejor será que consultes a un especialista que te ayude a corregirlos, pero nunca usar el encadenamiento como solución, eso solo lo hará peor. Encadenar a un perro es condenarlo a un círculo vicioso de aburrimiento, aislamiento y soledad, algo muy cruel si lo consideramos lo que es; un ser sociable y cariñoso por naturaleza que solo quiere estar con nosotros y compartirnos su vida.

FOTO: CORTESÍA / Pepita al igual que todos los perritos de Brigada Rescate están en busca de una familia que los ame y los cuide.

Tenemos casa llena con 30 perritos. Pepita está lista para contar su historia y junto con todos los peluditos de Brigada Rescate está esperando encontrar un hogar cuanto antes para abrir espacio a otros. Te esperamos este sábado 28 de noviembre en el Bazar de Quinta San José para platicar contigo, tendremos varios productos a la venta a beneficio de nuestros peluditos y podrás conocer un poco más sobre ellos. Consulta nuestro catálogo de adopción en nuestras redes sociales. Esperamos que sigas leyéndonos… búscanos en Facebook e Instagram como Brigada Rescate Saltillo.

#JuntosDejamosHuella