“Es lo que llevan y mucha gente dice que funcionan”, declara Alejandra López, la dependienta de una de estos negocios que en el mes de febrero toman auge.

El toloache, ya sea en yerba, en polvo o gotas, es otro de los productos, se dice, con propiedades milagrosas, capaz de embelesar, ablandar, al corazón más rebelde.

Alejandra platica que tiene ya cinco años de trabajar en esta tienda en la que el misterio acecha desde los aparadores, y le gusta.

“No sé, me llama la atención todo eso, digo, ‘ay tantas cosas que vienen a pedir’”.

Jóvenes de entre 15 y 16 años, hasta adultos mayores, conforman la clientela de esta tienda que, pese a la crisis provocada por la pandemia, no ha mermado.

“Vendemos yo creo que mucho más, nunca hemos dejado de vender ni hemos cerrado, ni nada. Viene mucha gente, a veces viene hasta de Monterrey, de ranchos”, platica Alejandra.

Pócimas para alejar a las personas indeseables, para retirar malas vibras o deshacer embrujos, son solo algunos de los artículos esotéricos que expenden este local.

Sin embargo, Alejandra dice que la fe de las personas tiene mucho que ver con la eficacia de estos elíxires.

“Mucha gente ya anda comprando ahorita el ‘Ven a mí’, ya sea el perfume o el jabón, lo están llevando demasiado. Viene gente a preguntar qué pueden hacer para atraer al ser amado… y lo poquito que sé, les digo…”.

Según la ciencia, el “juego del amor” es un proceso neurológico que se produce en el cerebro e implica a diferentes partes: el hipotálamo, la corteza prefrontal, la amígdala, el núcleo accumbens y el área tegmental frontal.

La oxitocina y la vasopresina son las hormonas más asociadas al amor. Las produce el hipotálamo y las libera la glándula pituitaria. Ambas influyen en hombres y mujeres. La oxitocina y la vasopresina interactúan con el sistema de recompensa dopaminérgico y pueden estimular la liberación de dopamina.