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Buenos maestros en malas escuelas
TECÁMAC, Méx.- Cada mañana, los adolescentes de Ozumbilla se desplazaban a pueblos cercanos para estudiar la preparatoria. En esta localidad de Tecámac, Estado de México, no había una escuela de nivel medio superior donde pudieran estudiar.
Un día, los padres de los jóvenes se unieron para escribirle una carta a Enrique Peña Nieto, quien en ese entonces era gobernador del Estado de México, con el fin de que les diera permiso de abrir una preparatoria. Era 2008 y ante la falta de un inmueble se utilizó el auditorio del pueblo para dar clases.
Así, en un ir y venir de trámites y solicitudes, los padres de familia y autoridades locales inauguraron la Preparatoria Tecnológica número 3 de Ozumbilla. La directora que inició el proyecto fue quien hizo gestión en la delegación de Tecámac, junto con los padres, para que se le pudiera otorgar a la escuela el mobiliario necesario para terminar de equiparla.
Aunque al principio no tenían pizarrones ni pupitres, "nos las ingeniamos para que este lugar fuera creado para los jóvenes con el fin de que tuvieran un espacio educativo, ya que muchos son quienes no obtuvieron un lugar en el IPN o la UNAM", recuerda la maestra Margarita Martínez, quien ha laborado en el centro desde su inauguración.
A pesar de que la Ley General de Educación, promulgada en julio de 1993, dice que las escuelas en localidades aisladas y marginadas tienen prioridad para asignarles elementos de mejor calidad, la preparatoria de Ozumbilla apenas funcionaba con equipos donados.
El auditorio donde iniciaron estaba techado con lámina, la cual permitía el paso del frío y el calor, y los grupos de jóvenes eran divididos por cortinas que simulaban paredes. El eco hacía que las voces se confundieran entre una clase y otra, pero "tuvimos que trabajar así durante años hasta que se hizo la donación de un terreno para la construcción de las aulas necesarias", dice la maestra Margarita.
Dos años después de la inauguración de la escuela, los ejidatarios de Ozumbilla entregaron un predio para iniciar la construcción de la escuela. Cada año aumenta la matrícula y con ello las necesidades de tener aulas adecuadas para los alumnos. La primera generación, de siete grupos, estuvo casi tres años en el auditorio del pueblo, estudiando con equipos donados. Pero cuando se mudaron a la nueva escuela con paredes de tablaroca, ya había nueve grupos y al siguiente año fueron 12.
"La escuela inició de la nada. Nos la entregaron con seis salones, pero no había una explanada donde los jóvenes pudieran jugar. Entre docentes y alumnos hicimos la limpieza del espacio porque era un ejido, teníamos que emparejar, traer tierra para hacer más consistente el espacio", recuerda la profesora.
Les llamaban brigadas de limpieza porque entre todos mejoraron el lugar. "Creo que es una motivación que ellos mismos sean parte de esta institución, que dejen algo de ellos. Sembrar arbolitos y plantar pasto fue muy especial para nosotros porque vemos las jardineras y nos recuerda la primera generación, que de alguna manera dejó un testimonio de su paso", asevera.
A veces no tenían dinero para copias, no había colores ni marcatextos para hacer las lecturas. Los maestros debían poner de su dinero o también los estudiantes cooperaban.
A casi 10 años de la creación de la Preparatoria Tecnológica en Tecámac, la profesora considera que el lugar ha mejorado, pero la infraestructura no es suficiente, pues ha sido rebasada por la población estudiantil. Hace una comparación de cómo era dar clases hace unos años y dice que una de las principales diferencias es que antes la figura del maestro tenía cierta autoridad y prestigio, "se les hablaba de usted y ahora ya casi no, algunos hablan de tú y los alumnos los toman como iguales".
Obstáculos de la burocracia
Otro problema al que se enfrentan los docentes es al abuso de los directores. Así lo relatan profesores de la Escuela Secundaria Técnica número 3 de Ciudad Madero, Tamaulipas, quienes denuncian que María Isabel Elisea Rocha, la nueva directora, se aprovecha del cargo para cometer abusos de autoridad contra alumnos y maestros.
"Desde que se hizo el cambio de director y ella quedó al frente, todo empeoró. Cerró los salones multimedia y no deja que los estudiantes los usen, además usa las cámaras de vigilancia para espiar a maestros", comenta la profesora Lucrecia Alonso.
El maestro Eduardo Marines relata que en una ocasión una alumna con un problema dermatológico debía cubrirse la cabeza y los brazos porque los rayos del sol le provocaban manchas rojas en la piel. "La directora le dijo que ella no podía andar así, entonces la mamá de la niña le llevó un diagnóstico médico y, a pesar de eso, seguía renuente. La mamá terminó quejándose en el Crede [Centro Regional de Desarrollo Educativo de Ciudad Madero], hasta que le llamaron la atención a la directora", relata el profesor Marines.
Según la profesora Lucrecia, "los maestros han hecho reuniones con los padres de familia para hablar de la situación, incluso propusieron un plan para mejorar las instalaciones de la escuela y así atraer más alumnos [por la carencia de estudiantes que tiene el colegio]". Sin embargo, afirma, el comportamiento de la directora no ayuda a esos fines.
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Otra de las docentes de esta secundaria, quien prefiere omitir su nombre por temor a futuras represalias, asegura: "Los maestros de educación artística no reciben apoyos para materiales ni para la participación en festivales o concursos porque no los deja ensayar. Incluso, no se llevó a cabo el festival del 10 de mayo. Es difícil laborar así cuando hay estas condiciones".