Buenos hombres que andan y miran…

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Buenos hombres que andan y miran…

La mirada descubre el alma de los hombres. Muestran la alegría, la derrota, el entusiasmo, la decepción. Acompañada de los gestos del rostro completan la figura del espíritu: si la frustración o la emoción.

Con la mirada aparece la sonrisa o el desdén; el enojo, la ironía o el escepticismo. Revela a su dueño: aunque las palabras digan una cosa, la mirada se sincera y ofrece lo que hay en mente.

No hay medias tintas en la mirada, lo que sí llega a ocurrir con las palabras: melifluas o, por el contrario, rudas, estas pueden ser expresadas sin que exista en ella absoluta sinceridad.

Las manos complementan a la mirada. Acarician o rechazan. Son igualmente la expresión más evidente del carácter. Si en ellas dulzura; tristeza; incomodidad; necedad; altanería.

El poeta Miguel Hernández tiene grandes líneas para describir los dos tipos de manos que configuran a los hombres. Las unas, que provienen del más profundo y generoso corazón, trabajadoras y amantes de la vida. Las otras, las que se mueven en el sentido contrario. 

“Dos especies de manos se enfrentan en la vida, / brotan del corazón, irrumpen por los brazos, / saltan, y desembocan sobre la luz herida / a golpes, a zarpazos”.

En memorables versos describe a la mano como “herramienta del alma”. Y nos coloca frente a un amanecer, en la aurora, al ver surgir las manos puras de los trabajadores terrestres y marinos.

Son quienes:

“Conducen herrerías, azadas y telares, / muerden metales, montes, raptan hachas, encinas, / y construyen, si quieren, hasta en los mismos mares / fábricas, pueblos, minas”.

Qué mal que exista otra especie de manos que “Feroces y reunidas en un bando sangriento / avanzan al hundirse los cielos vespertinos/ unas manos de hueso lívido y avariento, / paisaje de asesinos”, pintadas así por el mismo Hernández.

Son las que no cantan, las que no mecieron los troncos, y son orgullo de puñales y arma de bombardeos, siguiendo al poeta.

¿En qué momento se tornaron así? Dueñas de codicia, avaricia, ambición y envidia.

La elección en cada cual. La decisión, como en la mirada, de cantar o de gritar.

Las dulces manos de la madre, ese inolvidable momento que perdura en el corazón y en la memoria, llevan al hombre por su camino y llenan todos los días el alma. Yendo con el poeta: son las inagotables y generosas fuentes / de vida y de riqueza.

Una última mirada y el dulce adiós con que suavemente se estremecen las manos, en un pasaje de mariposa, pueden llegar a ser los signos más representativos de la serenidad.

RETOS DEL SALTILLO NOCTURNO

Ya en el centro, el sur, el norte, poniente y oriente, en las noches, Saltillo se convierte en una ciudad en la que es necesario extremar todo tipo de precauciones al conducir. Si durante el día es menester permanecer atento por quienes les importan poco los señalamientos, por la noche resulta evidente que muchos de estos no se aprecian; que hay zonas poco iluminadas y solitarias, y que ello es un coctel de riesgo, aunado a los conductores que manejan en estado de ebriedad.

El bulevar Antonio Cárdenas es una de las avenidas que exige atención inmediata. Quienes vienen de sur a norte por la carretera a Zacatecas se van a encontrar de pronto, a la altura de la Facultad de Ciencias de la Comunicación, que se acaba el pavimento para circular y hay terreno a desnivel. Durante el día esto es muy perceptible, y aun así hay que hacer malabares para no caer depositado en el desnivel, presionado por quienes vienen en marcha a gran velocidad. Pero en la noche, quien desconozca el camino puede sufrir un grave percance al no haber iluminación adecuada, además.

Un reto grande a enfrentar es el de la colindancia de Saltillo con Arteaga, en el libramiento Óscar Flores Tapia, donde ya se han suscitado accidentes mortales. Indispensable atender la zona, lo mismo que en el centro de Saltillo, donde la calle de Allende, al sur, luego de la salida de los antros, se toma como pista de carreras, al no haber nada que detenga y vigile a los conductores.

El Saltillo de noche es una asignatura pendiente.