Bucaramanga

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En esta capital colombiana hay una fuerte preocupación por los temas medioambientales, en donde cientos de motociclistas inundan sus calles centrales

El departamento de Santander en Colombia contiene belleza a raudales aunque ciertamente en este país de Sudamérica que posee ecosistemas extraordinarios, lo ha marcado también la violencia que en algún momento de su historia reciente llegó a producir la muerte de 100 personas por día cuando la narcoguerrilla defendía su posición de poder y Pablo Escobar se resistía a claudicar en su reino de odio.

Los santanderianos tienen similitud con los mexicanos del norte porque hablan fuerte y son directos en su trato. Gustan de los negocios y de hacer las cosas bien.

Las mujeres de este departamento son famosas por su recio carácter y por su estampa distinguida. Su capital es Bucaramanga ciudad que se sumerge en un valle y que tiene el mote de “Ciudad Bonita” o el de “Ciudad de los Parques”.
Hay una fuerte preocupación por los temas medioambientales en Bucaramanga, en donde cientos de motociclistas inundan sus calles centrales. Se puede leer que allí se tiene un problema de movilidad urbana, pero a pesar de ello no ha llegado el caos de tráfico que identifica a ciudades cuyos ciudadanos sufren al salir a la calle.

La mancha urbana de Bucaramanga se puede observar desde lo alto de un sitio único en que existe la representación de un Sagrado Corazón de cerca de 30 metros al que se conoce como “El Santísimo”. Y es que los bumangueses son predominantemente católicos, lo que se puede observar en la monumentalidad de la Basílica Menor de Girón, primera capital de Santander a la que me llevó José Antonio Michel, orgulloso de sus raíces e integrante de la asociación “Girón Vive”, que tiene el propósito de salvaguardar las especies de flora y fauna nativas porque comenta que algunas ya se han perdido, como los pececillos cupi que habitaban las quebradas y algunas especies de iguanas.

En medio de aquella biodiversidad espléndida en donde el agua hace presencia cotidiana, no imaginamos que se estén afectando sus especies, pero así es.

Michel fue contratado por la empresaria santanderiana Carmen Gloria Pinzón para trasladarme hacia Bucaramanga desde el aeropuerto. El esposo de Carmen Gloria es economista y junto a su hermano, la dama lidera emprendimientos de reciclaje.

Ella se acompañó de Sandra Jaimes que dirige la fundación Comultrasan, también una mujer digna de estas tierras. 

Después de una rápida lectura de la ciudad les compartí que probablemente no haría mal a los ciudadanos el conocimiento de la educación ambiental porque se podría mejorar el manejo de residuos sólidos urbanos no sólo por parte de la autoridad, sino desde ellos mismos. Éste es un problema que existe en muchas ciudades de Latinoamérica y que requiere pronta solución.

En medio de tanta exuberancia, mi mente se dirige hacia mi querido pueblo de Bustamante, prendido en la base de una sierra ubicada en Aridoamérica con su masa vegetal, y recuerdo a Saltillo que también cuenta con miles de nogales, heredad del pueblo tlaxcalteca.

Rememoro a ciudades como Hermosillo, Torreón y Chihuahua, pensando que son las condiciones del medioambiente las que marcan el derrotero de las actividades económicas de sus pobladores y de su calidad de vida.

De Bucaramanga viajé a Medellín, Colombia, invitado a participar en el Taller de Intercambio de Experiencias Regionales en materia de Mecanismos de Conservación Socialmente Incluyentes del 20 al 22 de junio, que fue una gran plataforma de aprendizaje.

Haré una crónica de los días vividos en Colombia, país que me sorprende en cada palmo de su territorio y me hace pensar que ha sido estigmatizado injustamente porque es un sitio espléndido en el que se puede convivir con su cultura y su naturaleza.