Bondad y sabiduría de dos entrañables personajes

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Bondad y sabiduría de dos entrañables personajes

Ambos marcharon el mismo día de abril, el 22. Se celebraba el Día de la Tierra, a la que los dos apostaron lo mejor de sus vidas desde sus distintas trincheras, el uno en la poesía; el otro en la medicina.

Desde ellas hicieron un intenso tránsito vital. El maestro Juan Martínez Tristán dedicó sus afanes también al magisterio y el doctor Jorge Fuentes Aguirre a las letras y al periodismo.

Conocí al maestro Juan Martínez Tristán cuando él era director del Centro de Artes Visuales e Investigaciones Estéticas. Desde ahí desarrolló una labor cultural destacada, invitando a escritores y poetas a dar conocer su obra, impulsándolos con entusiasmo. Dejaba en el camino una estela de sabiduría y bondad, pues era rápido para favorecer con su charla y consejos, lo que siguió haciendo siempre. Hasta poco antes de su fallecimiento tenía la bondad de ilustrarme y maravillarme con sus palabras.

Lo entrevisté en la década de los noventa en torno a la relación con los libros y sobre su biblioteca. En aquella ocasión describió a los libros como poseedores de “ropaje, edad, una personalidad definida”, con los cuales pasaba feliz su tiempo. Eran notables en sus libreros las obras que desde muy joven leyó primero en las páginas de suplementos culturales, guiado por ellas a los 21 años. Leía el maestro Tristán acompañado de una taza de café y hacía acompañar su lectura con música y escuchando su radio Zenith Trans-Oceanic, de onda corta. Era un apasionado de la onda corta: tres radios tenía el maestro, que recibía el primero en la entrada de la casa, en un mueble antiguo y de madera fuerte. Otro en la biblioteca, sobre el cual lucía un mapamundi, y uno más en su habitación. En aquella ocasión, me describió su biblioteca como su mundo. “Este es mi mundo. Aquí paso las horas”.

Mi director entonces, mi inolvidable maestro Javier Villarreal Lozano, tituló la entrevista que con el mismo tema hice al doctor Jorge Fuentes Aguirre: “Un médico que lee y escribe”. Fue igual de agradable que la realizada al maestro Tristán. El poderoso sol de media tarde de un verano de Saltillo en aquellos noventa apenas y lograba perturbar el apacible consultorio del doctor Jorge Fuentes Aguirre, a quien encontré inclinado en su computadora. “¿Es Macintosh?”, le pregunté. “Así es. De las primeras que llegaron a Saltillo”. Y agregó con un gesto divertido, con la sonrisa con que siempre lo vi: “Trae aún el sello de la época jurásica”.

Vestía su atuendo médico color verde. Su consultorio, paredes de madera, y cortinas y diván azul. Había una vitrina con libros de medicina y le escuché decir, con su siempre excelente sentido del humor: “En un consultorio con muchos pacientes, te haces rico. Con pocos, y muchos libros, sabio”.

Al libro, al igual que con el maestro Martínez Tristán, motivo de la entrevista, lo describió como “una persona, es alguien que me está hablando en lo personal. Hay personas para las cuales el libro representa letras que están impresas en páginas, que a su vez son materiales inertes. Para mí, todos los libros, no quiero saber cuáles, tienen la palpitación del espíritu que los escribió... Tienen la transmisión de la vitalidad de la persona que quiso dejar algo acerca de lo que pensó y sintió, y acerca del mensaje que quería expresar. Es, en fin, la transmisión vital de una persona que se expresó y que perdura a pesar del paso de los años”.

Sus palabras resuenan en mi pensamiento. El doctor Jorge Fuentes Aguirre y el maestro Juan Martínez Tristán se fueron en este mes en que se conmemora el Día del Libro. Ambos dejaron una huella indeleble a través de sus letras y queda para siempre un espíritu bondadoso con que beneficiaron a todos cuantos tuvimos el privilegio de encontrarlos en esta vida.

No olvidaré sus rostros sonrientes; el afecto de sus palabras. Descansen en paz. Un abrazo solidario a sus familias.