Big Mother: refundación polariza

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Big Mother: refundación polariza

La toman como verdad absoluta: si Trump gana, México pierde. Regresa indocumentados, revisa el TLC y cierra las fronteras. Pocos se ocupan de pensar en que si Hillary gana, la derrota va a ser de consecuencias severas para el orden (o desorden) mundial. 

Es la gente que compra el escenario anti-Trump. Basta tener un IQ de 70 o más —o sea, un 90 por ciento de la población— para poder razonar la amenaza. En cambio, para entender lo segundo quizá se requiera al menos un 115 de IQ, pero ese nivel de IQ sólo lo alcanza una de cada seis personas. Son aquéllas que pueden explicar cómo se construye la curva del IQ y qué significa “campana de distribución normal”.

Trump triunfó atacando el desorden migratorio. La frase “los mexicanos son violadores y asesinos” se convirtió en virus autodestructivo. Antes había dicho los “coyotes mexicanos” pero luego se le olvidó repetirlo. Las disculpas no han servido porque “los ofendidos” quieren por fin sentirse felices de pertenecer a una súper mayoría de mexicanos (tan rico como unirse contra Peña Nieto). Prueba está que no aceptan disculpa alguna de Trump para des-ofenderse.

Sin embargo, ¿cuánta gente sabe que la palabra “todos” constituye una premisa universal en lógica? Muy pocos. Entonces puedo concluir pensando lógicamente, que no “todos” pero sí muchísimos mexicanos se tragaron una noticia dolosa (mantener alguien en su error) esparcida para sacar provecho político.

En efecto, del otro lado de la ecuación hay alguien lucrando con la lógica de la patriotería mexicana. No importa que revisar el TLC requiera del Congreso, o que sea materialmente imposible deportar a cuatro millones de mexicanos de un día para otro.

Cachando a todos esos mexicanos de origen —y víctimas propiciatorias— está el equipo que apoya a la sra. Clinton. El mismo que maquina explicaciones diversas sobre su estado de salud; que le impide dar entrevistas para que no meta la pata; que le hizo chapuzas a Bernie Sanders; que le aconsejó borrar los correos para ocultar su ambición económica como Secretaria de Estado; que forra de estiércol a un oponente con hipocresía nunca vista; y que conspira contra los católicos y episcopálicos por considerar retrógradas a sus religiones.

Hay cosas que deberían empequeñecer a los pecados de Trump. Los pecados de la sra. Hillary son como funcionaria y como candidata y aún falta aquilatar lo que ella representa: la polarización extrema de la política fuera del cauce marcado por los padres fundadores de los Estados Unidos.

Obama y ahora la Sra. Hillary son la institucionalización de los partos abortivos, drogas como entretenimiento, matrimonios y adopción gay, exportación de empleos, desorden inmigratorio, centralismo escolar, gasto público desbocado, programas sociales parternalistas, deuda impagable, impotencia ante el terrorismo incubado, suprema corte activista, ciudades santuarios (sin ley federal), aumento de impuestos, bancos intocables, prohibiciones navideñas, inseguridad creciente, exportación de empleos, trampeo electoral, debates amañados, compra de votos y policías vilipendiadas. 

Por ello es que el encono entre demócratas y conservadores es una brecha insalvable. Alguien me confió: Obama y Clinton pretenden refundar a los Estados Unidos. Adiós a los tres poderes contrabalanceados. Ella monopoliza la Suprema Corte y el diseño de Madison, Jefferson, Adams y otros se viene abajo estrepitosamente.

Noviembre 8 plantea una paradoja para los mexico-americanos. Su voto por Clinton consolidaría al partido demócrata como el nuevo PRI de los Estados Unidos. Ir tan lejos para infectar a los Estados Unidos del virus mexicano del cual salieron huyendo y que produce nulo crecimiento económico y reparto de pobreza.

El resto del mundo perdería al país hasta hace poco baluarte de la defensa de la libertad individual en favor del Estado Big Mother. Consulten a Alemania.

javierlivas@prodigy.net.mx