Bienvenido Papa Francisco

Usted está aquí

Bienvenido Papa Francisco

A principios de octubre del año pasado, comentábamos aquí, en esta columna, la recién anunciada visita a México del Papa Francisco. Hoy viernes finalmente se inicia este viaje tan esperado, con la llegada por la tarde a la Ciudad de México, del Sumo Pontífice de la Iglesia Católica.

Toda la expectativa se centra hoy en los mensajes que habrá de pronunciar Su Santidad en su recorrido por cuatro entidades de la República, y la propia capital, donde incluso será recibido en Palacio Nacional, por el Presidente Enrique Peña Nieto. Aunque no es una visita de Estado  — recordemos que el visitante es aparte de máxima autoridad religiosa en el catolicismo, Jefe del Estado Vaticano — por lo cual la noche del martes, la Secretaría de  Gobernación hubo de precisar que debido a la relevancia y carácter representativo de Francisco es que será atendido de manera oficial por el Mandatario mexicano. 

Pero en fin, lejos de las minucias diplomáticas y de protocolo, la nación entera muestra un enorme interés por escuchar los siempre agudos y conmovedores discursos del Papa, quien como buen jesuita, se ubica en los temas más actuales de nuestro tiempo, y asume, desde el inicio de su pontificado, posturas que en muchos sectores tradicionalistas resultan incómodas, si no es que provocadoras.   

Francisco hace click con muchos católicos que habían perdido cercanía en los últimos años con su Iglesia. Es muy atendido por los jóvenes, por su sinceridad y franqueza, y también por desmitificar temas, hasta hace poco intocables. Se ha pronunciado por dar inclusión a los homosexuales, por permitir el perdón a quien se haya visto forzada a abortar, por permitir la comunión a los divorciados. Y por una constante de rechazo a cualquier forma de violencia.

Sus habilidades políticas van a la par que su carisma y liderazgo  espiritual. Fue artífice del acercamiento entre Cuba y Estados Unidos, para terminar con décadas de aislamiento y antagonismo. Logró que ambas naciones reanudaran relaciones diplomáticas rotas desde el inicio mismo de los 60.    

Ni la Organización de las Naciones Unidas, ni la Organización de los Estados Americanos lo habrían logrado por sí mismas. De hecho ya no había mayores esfuerzos al respecto.

Francisco, el Obispo de Roma, el cura Bergoglio de Argentina, llegará esta noche a encontrarse con un País atribulado por no poder encontrar todavía la fórmula, con que autoridades y sociedad puedan encontrar la salida a una crisis de inseguridad que parece alargarse indefinidamente. 

Ese es uno de los temas que seguramente serán recurrentes en sus mensajes. Las alusiones a la corrupción, a la descomposición social, a la marginación y la pobreza, y de manera también muy importante a uno de los mas graves problemas de estos años en todo el mundo, y aquí de manera muy señalada: la migración.

Pero en la expectativa generalizada, tomando en cuenta la inteligencia profunda del Jerarca Católico, también hay temas de carácter espiritual que habrán de calar hondo en las audiencias cercanas y remotas: su concepción y crítica del estilo de vida actual regido por el individualismo, el consumismo y la competencia estéril por acumular bienes y riquezas.

Los mexicanos esperamos en eso la palabra de discernimiento, en lo que precisamente Francisco ha llamado el Año de la Misericordia, para tratar de entender qué es lo que nos ha llevado a un mundo cada vez más vacío de espiritualidad, del que continuamente nos quejamos por no tener la capacidad de revertir en sus tendencias más destructivas, que lo mismo pueden estar en el consumo de drogas, el narcotráfico, los suicidios, los secuestros, o en los miles, millones de disparos, con los que diariamente la sociedad de hoy se dispara a sí misma. 

Bienvenido Francisco. Escuchemos tu mensaje pastoral y político.